Mezquindades del sionismo tergiversan la historia de Palestina
Al Mayadeen comparte algunos hechos desvirtuados o minimizados por quienes manejan la historia, para invitar a los líderes de esas comunidades a reflexionar y buscar respuestas en sus propios libros sagrados, como han hecho decenas de miles de judíos en el mundo por estos días; incluso en los territorios ocupados por "Israel". Porque la ignorancia tiene remedio, pero ver cometer con calma un crimen y criticar a quien lo denuncia, es un modo también de cometerlo.
“Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres, es el que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro del odio.”
José Martí
¿Cuántos crímenes está dispuesto a cometer un grupo humano en nombre de una promesa, supuestamente hecha hace miles de años a unas personas que ni siquiera son sus ancestros directos? ¿Qué se necesita para justificar una conducta, cuando la inmensa mayoría de las personas en el planeta la rechazan y todas las religiones la condenan?
El desprecio por la vida humana, y en particular por la del pueblo palestino, al punto de encontrar razones para alinearse con su verdugo y considerarlo víctima eterna, con derecho a venganza sobre otros inocentes, suele tener una profunda raíz: la ignorancia.
Hay que desconocer mucho de historia, política, religión, cultura e incluso lingüística, para creer que la ideología del sionismo, fabricada en la Europa del siglo XIX con fines colonialistas, es equivalente a la milenaria religión del judaísmo, y además puede actuar en su nombre para violar sus principios esenciales.
O que todos los judíos del mundo son descendientes de la tierra de Judea y los únicos con derecho a ella, a costa del bienestar de quienes sí nacieron en esos predios, los habitan y hacen parir la tierra con su esfuerzo, generación tras generación.
La práctica discriminatoria de varios imperios occidentales a lo largo de los siglos llevó a igualar términos como judíos, hebreos, israelíes o semitas; a desposeerlos de su semántica única y cargarlos con una intención política voluble, según los intereses de quien los evocaba, casi siempre con temor o desprecio.
Las comunidades organizadas en tiempos modernos bajo esos términos en naciones alejadas de Medio Oriente buscan defender una identidad y preservar un legado cultural que trasciende un espacio o una época, y por tanto tienen entre sus deberes el estudio de sus orígenes y desarrollo, para entender qué los une y los diferencia de su entorno, sin restarles responsabilidad como ciudadanos de un país y del mundo.
Muestra ignorancia una élite que habla en nombre de esas comunidades para defender posturas antihumanas, equivalentes al fascismo que diezmó a los judíos en la Europa del pasado siglo, y arremete contra quienes se solidarizan con el oprimido pueblo palestino.
Y cuando avalan con su credo las mezquindades del sionismo irracional, irrespetuoso de las leyes, los sentimientos y los derechos humanos; detrás de esa legitimación de la crueldad extrema cabe esperarse, cuando menos, una mirada superficial, apresurada y poco ética de un fenómeno que pone en peligro la estabilidad de una región y la seguridad de todos los seres humanos y sus estructuras internacionales.
A tal actitud se responde con sugerencias sobre lo que les falta profundizar antes de tomar partido, porque la narrativa hegemónica sobre la imposición del estado de “Israel” a costa del auténtico estado de Palestina tergiversó la verdad por décadas, enclaustrándola en términos inexactos y manipuladores, como "terroristas" y "antisemitas".
Necesitan estudios quienes traen torcido el sentido de justicia y razón, y siendo seguidores de una doctrina que postula totalmente lo contrario, justifican seis semanas de masacres ordenadas por el gabinete de Benjamín Netanyahu, un extremista nacido en Europa que condenó a muerte a dos millones de seres humanos por el crimen de nacer en la tierra de sus ambiciones.
Al Mayadeen comparte algunos hechos desvirtuados o minimizados por quienes manejan la historia, para invitar a los líderes de esas comunidades a reflexionar y buscar respuestas en sus propios libros sagrados, como han hecho decenas de miles de judíos en el mundo por estos días; incluso en los territorios ocupados por "Israel".
Porque la ignorancia tiene remedio, pero ver cometer con calma un crimen y criticar a quien lo denuncia, es un modo también de cometerlo.
1. Una organización que se autodenomina hebrea para significar su fe en el judaísmo, cae en una pretensión anacrónica. Hebreo es una denominación de los tiempos del helenismo en Palestina para referirse a los que fueran samaritanos (de Samaria) y judíos (de Judea), o a quienes hablaban dialectos arameos en esa época y región. O sea, es una referencia geográfica y de comunicación, no religiosa.
2. Hamas es una organización política, con la que podemos estar o no de acuerdo ideológicamente, pero forma parte de la sociedad palestina actual. A ella pertenecen muchos palestinos que crecieron en campos de refugiados porque el sionismo masacró a sus abuelos y les arrebató su tierra, que hoy el ente sionista suele llamar “Israel”.
Como otras facciones de resistencia popular, Hamas lleva a cabo una lucha de liberación nacional, y esa lucha es amparada por el derecho internacional humanitario, según el cual un pueblo tiene derecho a levantarse contra el régimen que lo oprime.
Desafortunadamente, los imperialistas y el sionismo tratan de satanizar a Hamas nombrándola terrorista, para justificar la respuesta desproporcionada y genocida del ejército israelí, no contra los combatientes, sino contra todo el pueblo palestino.
3. El término antisemita, utilizado para tratar de racistas a los antisionistas, ya debería estar en desuso, pues fue inventado por un judeófobo alemán llamado Wilhelm Marr. Es un vocablo sin valor científico: para ser antisemita hay que odiar lo semítico, y lo semítico no se refiere a los judíos, sino a lenguas del Medio Oriente de un mismo tronco común, como el árabe, el arameo, el acadio, el cananeo y lenguas etiópicas.
Tal vez Marr inventó el termino antisemita porque creyó que los judíos que él conoció en Europa eran semitas, en tanto usaban un tipo de lengua canaanea (mal llamada hebreo) en su ritual religioso, pero no era esa la lengua usada en su comunicación cotidiana; como los iraníes usan el árabe en su ritual islámico, aunque no es la lengua que les da su característica cultural. Por tanto, los judíos europeos y de otras partes del mundo no son semitas.
Semítico es lo que se refiera a las lenguas semíticas, hoy llamadas lenguas sirio-arábigas. Entonces, los únicos judíos actuales semíticos son los que hablan el árabe o los dialectos arameos. Incluso el llamado "hebreo moderno", creado por el sionismo, no es semítico. Tanto así que el lingüista israelí Gilad Zuckerman lo considera una lengua indoeuropea y propone llamarla israelí, pues, aunque quisieron revivir una lengua antigua, terminaron creando otra.
4. Judíos son simplemente los que practican el judaísmo como religión. Fueron los europeos cristianos quienes les dieron valor étnico a esa cualidad, en una época en que las identidades religiosas eran erróneamente consideradas más importantes que las identidades culturales de los pueblos.
Los judíos no son un pueblo ni una etnia, son de muchos pueblos y muchas naciones. El vocablo "judío" indica que su religión surge en Judea, no que los practicantes provengan de Judea.
Es decir, lo que salió de esa Judea antigua en Palestina fue el judaísmo, no sus habitantes. De la tan mentada diáspora no hay ninguna evidencia histórica: se basa solo en un mito a partir del dicho de un mártir del cristianismo llamado Justino, el cual consideró que los judíos estaban destinados a errar por el mundo por no aceptar a Jesús, pero de ahí a una diáspora desde Judea no hay evidencia histórica.
5. Señores judíos: la soberbia con la que exponen un supuesto derecho sobre la tierra palestina es fanatismo religioso. El hecho de que una literatura religiosa pudo tener origen allí no indica que ustedes sean descendientes de los antiguos habitantes de esa Judea, y si lo fueran, ustedes no son aquellos desposeídos de los que habla la Torá, pues nadie regresa después de dos mil años, ni es esa una excusa para clamar por una tierra habitada por personas que sí la poseen de forma sostenida y construyeron en ella una tradición.
Otra cosa muy diferente es la discriminación cristiana contra los judíos, iniciada en Europa desde finales de la edad Antigua y causa de sus continuos movimientos. Es a esos europeos a quienes los judíos de Europa debieron, y deberían, estar reclamando derechos, pero no para exigir que les apoyen en crear un ente colonial en suelo palestino, como si el concepto de los habitantes que lo pueblan no importara, solo porque esos nativos estuvieron bajo dominio del imperio otomano y luego del británico.
Si ustedes fueran sensatos, como víctimas de una discriminación, lo que menos deberían hacer es pretender recibir una tierra que ya tiene un pueblo. El proyecto sionista de ocupar Palestina es solo una parte de la campaña colonialista europea del siglo XIX, cuando se lanzaron sobre África y Asia con fines económicos, en primer lugar.
Por otro lado, lo que llaman ustedes "Libro de libros" no es más que la Biblia, y eso indica que sobrevaloran un texto religioso como si fuera de historia, y además quieren imponerlo como fuente de la verdad absoluta.
Después de todo, ese texto debería ser reconocido también como patrimonio mítico religioso de Palestina, ya que surgió en esa tierra, y los palestinos de hoy son en parte los verdaderos descendientes de los antiguos habitantes de Judea, algo admitido incluso en un trabajo conjunto publicado en 1916 por los futuros padres fundadores del “Estado de Israel”, David Ben Gurion y Yitzhak Ben Tzvi.
6. El sionismo llegó a Palestina con pretensiones de “retorno a una patria ancestral”, sin esconder su odio hacia los árabes; tanto que personas como el padre de Netanyahu (Ben Sion Milekowsky) se refería a los palestinos de la misma manera en que lo hacían los anglosajones norteamericanos sobre los indígenas autóctonos de las tierras desposeídas del oeste.
No olviden que el sionismo creó milicias para hacer actos de terrorismo, incluso contra los británicos, y en 1948, un mes antes de la Nakba, ya habían cometido masacres contra los palestinos, como las de Deir Yassin y Abu Zureiq.
O sea, que el sionismo como ideología política tiene un historial de barbarie y un nivel de genocidio equivalente al de los imperialistas europeos y Estados Unidos, o como los del nazismo, porque sus “razones” y métodos no se diferencian para nada.
Si ustedes, como comunidades judías del mundo, creen que manifestarse contra la barbarie del sionismo es generar violencia contra ustedes en los lugares donde viven, es que se están dando por aludidos con esas críticas; no por la fe, sino porque están en sintonía con esa ideología racista y genocida, y ni siquiera son capaces de aceptar que el ente llamado “Israel” está cumpliendo en la Franja de Gaza sus aspiraciones de limpieza étnica.
7. El sionismo (no el judaísmo) viene matando palestinos en su propia tierra desde antes de 1948 con el respaldo de los imperialistas, primero de los británicos y luego de EE.UU. Tal injusticia y actitud de desprecio no empezó el 7 de octubre del 2023.
Recuerden que “Israel” no cumplió siquiera los humillantes acuerdos de Oslo de 1993, que tan pocos derechos concedieron a los palestinos. Recuerden que sigue asentando, en tierra reconocida internacionalmente como palestina, a más ocupantes nacidos en otras partes del mundo, atraídos con una carga de fanatismo judío y dispuestos a emular pasajes bíblicos de mucha violencia bajo el amparo del ente sionista, que los ha armado y promulga una sociedad paramilitarizada.
Si las brigadas de Hamas existen, es como respuesta a un colonialismo visceral que siempre ha apuntado a la eliminación del pueblo nativo de esa tierra. Y no fueron sus combatientes los primeros en usar armas, ni este año, ni en las décadas anteriores.
8. Si en realidad fueran ustedes conscientes de lo que padecieron muchos judíos en esa Europa discriminadora y judeofóbica, nunca podrían usarlo de excusa para exigir en su beneficio la tierra de un pueblo que habita en ella y reclama mantenerse en ella.
Esa es la mirada sionista: la que solo ve dolor y víctimas cuando son los afectados, y no tiene la mínima empatía con el sufrimiento de otro pueblo, como el palestino, en situación de desprecio, encierro, amenaza de exterminio y agresión física y sicológica.
El sionismo no fue a Palestina a retornar a un "pueblo" a su tierra, emulando el libro del Éxodo, como proclama, ni para convivir democráticamente con los árabes palestinos. Fue a colonizar un territorio ajeno bajo algo que llamaron “patria judía”, y sabe que para tener éxito debe echar a los nativos de ella, o mejor exterminarlos, lo cual es supremamente macabro.
Si ustedes como judíos del mundo de veras aplicaran sus propias creencias, lo que menos deberían estar haciendo es seguir al sionismo. Si lo siguen, indica que ustedes también pueden ser un peligro, no por su fe, sino por su ideología.