¿Pueden los israelíes quedarse en Gaza? ¡Dejan que Sharon responda!
La resistencia no es un obstáculo superable, de lo contrario no habría logrado el 7 de octubre cruzar la frontera entre la Franja de Gaza y los territorios de 1948 y llevar a cabo su operación excepcional que invirtió el equilibrio dentro de “Israel” hasta hoy, a pesar del paso de casi nueve meses y de toda la sangre que derramó la ocupación.
La resistencia palestina no rompió su promesa y logró derrotar el proyecto político de Benjamín Netanyahu. Ahora empuja al gobierno de ocupación al abismo. La magnitud de las divisiones que rodean a la comunidad política dentro de “Israel” indica el volumen del logro de las organizaciones de resistencia armada dentro de Gaza durante los últimos meses.
Los vehículos del ejército de ocupación cruzaron las gobernaciones de la Franja de Gaza el 27 de octubre pasado, apoyados por intensos ataques aéreos, y planean eliminar los movimientos de resistencia y recuperar a los prisioneros.
Hasta ahora, unos 38 mil palestinos murieron. A pesar de esto, los combatientes palestinos todavía portan sus rifles, no les rompieron la nariz y ni los obligaron a liberar a todos los prisioneros.
Desafortunadamente, la mayoría de los analistas políticos árabes no abordan la resistencia con suficiente integridad y justicia, ya que ignoran su capacidad de resistir hasta el día de hoy, y tratan con desdén sus operaciones altamente eficientes, las cuales eliminaron más de 300 soldados israelíes y cerca de dos mil resultaron heridos desde el inicio de la operación militar dentro de la Franja de Gaza, es decir, sin contar los muertos en la operación del Diluvio de Al-Aqsa.
Esta visión ofensa de la resistencia, que puede llegar incluso a responsabilizar a los movimientos Hamas y Yihad Islámica de la caída de mártires y de los lesionados entre los palestinos, lleva a algunos a identificarse con las noticias filtradas a través de los medios de comunicación israelíes, en el marco de la guerra psicológica que se libra contra árabes y palestinos, cuyo objetivo es destruir su confianza y la capacidad de confrontación.
Desde el inicio de la última ronda de enfrentamientos entre los propietarios palestinos de la tierra y la ocupación israelí, continúan las noticias sobre el regreso del movimiento de asentamientos a la Franja de Gaza, sobre todo porque los llamamientos de la extrema derecha a dar ese paso no paran, pero nadie se da cuenta de que la resistencia palestina fue y seguirá siendo un obstáculo para hacer realidad los sueños de los extremistas israelíes.
La resistencia no es un obstáculo superable, de lo contrario no habría logrado el 7 de octubre cruzar la frontera entre la Franja de Gaza y los territorios de 1948 y llevar a cabo su operación excepcional que invirtió el equilibrio dentro de “Israel” hasta hoy a pesar del paso de casi nueve meses y la sangre que derramó la ocupación.
Construir asentamiento en Gaza... y los sueños de la extrema derecha
En los últimos días, una investigación del periódico Haaretz reveló que el "ejército" de ocupación se apodera actualmente del 26 por ciento del territorio de la Franja de Gaza. La pesquisa tiene como base imágenes de satélite y fuentes militares, las cuales confirmaron la existencia de un plan para establecer bases, construir infraestructura y carreteras.
Ese estudio no es una sorpresa, por supuesto, ya que durante el período pasado, las fuerzas israelíes trabajaron para deportar a cientos de miles de residentes de Gaza y derribar los edificios, incluso los cimientos, además de crear una zona de amortiguamiento alrededor de la Franja e impedir a los palestinos entrar en ella y así controlar el eje fronterizo de Filadelfia, con el objetivo de evitar la entrada de movimientos de resistencia a la comunicación con Egipto y arrasar muchos edificios allí también.
Estas operaciones militares y proyectos de construcción pueden considerarse parte de un gran plan para construir asentamientos en Gaza, creando así las condiciones para crear una nueva realidad y un control israelí extendido durante largos períodos dentro de la Franja de Gaza, en especial porque los llamados de organizaciones de derecha a la reocupación de Gaza continúan desde hace meses, al utilizar interpretaciones religiosas del fanatismo nacional y el espíritu de venganza.
En noviembre pasado, varios políticos extremistas, como la diputada Limor Son Har-Malek del partido “Poder Judío”, además de figuras destacadas del Partido Likud como Ariel Kellner y Tali Gottlieb, anunciaron la creación de la campaña Regreso a la Casa, cuyo objetivo es controlar la Franja de Gaza en su totalidad y establecer asentamientos a gran escala.
Unas 11 organizaciones de derecha anunciaron la formación de una alianza para defender y fomentar la idea de la construcción de asentamientos, a lo cual siguió la celebración de la conferencia “Los asentamientos traen seguridad” a finales de enero en la Jerusalén ocupada, patrocinada por la organización extremista de asentamientos Nashala, y en presencia de un gran número de funcionarios del gobierno israelí, entre ellos varios ministros del Partido Likud liderado por Netanyahu.
Lo que llama la atención en este contexto son las declaraciones del ministro de Turismo, quien dijo: “La tontería de desarraigar los asentamientos de Gush Katif y el norte de Samaria (Cisjordania) debe corregirse”. Gush Katif es un antiguo asentamiento en la Franja de Gaza, el cual “Israel” decidió retirarse en 2005.
El ministro israelí pidió cancelar el plan de retirada y devolver los asentamientos en Gaza, subrayo que ello constituye un comienzo importante.
En cuanto al ministro israelí de Cultura y Deportes, Miki Zohar, anunció en más de una ocasión su apoyo a los asentamientos como “el camino hacia la victoria y la mejor manera de preservar la tierra después de la operación del 7 de octubre”.
Estos llamados fanáticos para reconstruir los asentamientos dentro de la Franja de Gaza requieren, según el plan israelí, obligar a los palestinos a abandonar sus tierras, y esto se logra mediante dos cosas:
La primera, a través de operaciones militares en curso destinadas a bombardear edificios residenciales con el pretexto de perseguir a miembros de la resistencia armada.
Esto resultó en la demolición de más del 60 por ciento de los edificios residenciales y una tasa similar de hospitales, escuelas y mezquitas, considerado por mucho una especie de genocidio geográfico.
La segunda, mediante la política de hambre y de impedir el flujo de ayuda. La directora de la organización Nahala, Daniela Weiss, pidió no permitir la entrega de alimentos y otra ayuda humanitaria a la Franja de Gaza para que los palestinos abandonen la zona.
El ministro de Finanzas, Bezalel Simotrich, junto con el homólogo de Seguridad, Itamar Ben Gvir, instaron al gobierno a trabajar para encontrar una manera legal de desplazar voluntariamente a los palestinos, antes de que el titular de Comunicaciones, Shlomo Karai, explicara que esta migración debe serles impuesta, incluso si fuera "voluntaria".
Todo lo anterior significa que ya existe presión por parte de la extrema derecha para iniciar un gran proceso de construcción de asentamientos dentro de la Franja de Gaza, pero los vientos no siempre soplan según los caprichos de estos extremistas, e incluso dentro del propio “Israel” hay una amplia división a causa de estas propuestas.
Un importante sector de israelíes rechaza los proyectos de reocupar Gaza y establecer nuevos asentamientos, no por motivos relacionados con la lástima por los palestinos, sino por motivos relacionados con la irrealidad de aquellos sueños derechistas que podrían arrastrar “Israel” a la derrota o al rechazo internacional generalizado.
¿Por qué los israelíes rechazan los asentamientos? ¿Por qué Netanyahu no se atreve?
Un importante sector de israelíes critica los llamamientos de la extrema derecha a construir asentamientos en el interior de la Franja de Gaza, por consideraciones no relacionadas con el derecho de los palestinos a vivir con seguridad en sus tierras ancestrales, sino por razones relacionadas con los intereses de su entidad, sujeta a una profunda presión interna y externa. Estos motivos pueden ser resumidos en los siguientes seis puntos:
Primero, algunos temen que estos llamamientos fanáticos perjudiquen el destino de los prisioneros israelíes bajo las garras de la resistencia. Tales proyectos racistas y los llamamientos, incluido el desplazamiento forzado de palestinos, conducirán naturalmente a obstruir las negociaciones y ponen en peligro la vida de los prisioneros o retrasará su regreso con sus familias.
Segundo, durante muchas décadas, “Israel” comerció con el asesinato, la tortura o el desplazamiento de judíos a manos de nacionalistas racistas en Europa. Logró que el mundo occidental simpatice con él e ignore muchos de sus crímenes, pero hoy con la revolución en el mundo de los medios y las cámaras enfocadas a las prácticas de la ocupación dentro de la Franja de Gaza, el gobierno de Netanyahu es sinónimo de Adolf Hitler y sus ideas nazis.
Tercero, según múltiples declaraciones estadounidenses al respecto, la Casa Blanca rechaza cualquier plan relacionado con la ocupación permanente de la Franja de Gaza por parte de “Israel”.
Washington destacó que “la administración de Gaza debe permanecer en manos de los palestinos después de la guerra. Ciertamente, los israelíes no quieren ampliar el alcance del conflicto entre “Tel Aviv” y Estados Unidos.
Cuarto, todo lo planteado sobre proyectos de desplazamiento forzado, arrasar tierras y ocupación por la fuerza militar hace que “Israel” sea vulnerable a una mayor condena por parte de los órganos de justicia internacionales, lo cual significa un mayor deterioro de la imagen de “Israel” en la comunidad internacional.
Quinto, los proyectos de la extrema derecha dentro de la Franja de Gaza están sujetos al rechazo declarado por parte de las capitales árabes, incluidas aquellas afiliadas al “eje de la moderación”, como Egipto, Arabia Saudita y Jordania, y la pérdida de “Tel Aviv”. De hecho, tales países van de regreso al punto de partida con respecto a la cuestión de la normalización.
Y sexto, es seguro que la economía israelí está agotada por la guerra y, por lo tanto, el establecimiento de asentamientos implicará cargas adicionales que no son apropiadas. Si la economía es capaz de cubrir los gastos necesarios, el sistema de seguridad israelí deberá proteger a los colonos de tres tipos de amenazas: las incursiones que llevará a cabo la resistencia, las operaciones en los ejes de carreteras y los lanzamientos de cohetes, todas estas amenazas que el ejército de ocupación intentó evitar y fracasó.
En cuanto a Benjamín Netanyahu, primer ministro y líder del partido cuyos ministros están apurados a anunciar su apoyo a los asentamientos en Gaza, todavía duda en tomar una posición definitiva sobre esta cuestión y, al hacerlo, deja la puerta entreabierta, ya que tiene en cuenta el factor externo, además de su conciencia de las difíciles condiciones dentro de la Franja de Gaza a la luz de la eficiencia de las operaciones de la Resistencia.
Netanyahu declaró con anterioridad que el “reasentamiento” de judíos en Gaza no forma parte de los planes del gobierno, pero al mismo tiempo lo vinculó con la cantidad de apoyo político y popular que los defensores de los asentamientos logran obtener.
¡Sharon tiene la respuesta!
En abril de 2003, el Cuarteto Internacional adoptó la "hoja de ruta", la cual constó de tres etapas que culminaban en 2005 con el establecimiento de un Estado palestino. Sin embargo, el entonces primer ministro de la ocupación, Ariel Sharon, tenía observaciones sobre ese plan, y en 2004 propuso un proyecto encaminado a la "desconexión" de la Franja de Gaza, basado en la retirada de las fuerzas de ocupación de la Franja de Gaza y el desmantelamiento de los 21 asentamientos judíos existentes allí, además de cuatro colonias establecidas en el norte de Cisjordania.
A cambio, "Israel" mantuvo el control sobre las fronteras y cruces de la Franja de Gaza, además del espacio aéreo y marítimo. En consecuencia, las gobernaciones de la Franja de Gaza siguen dependiendo de “Israel” para el suministro de agua y electricidad.
En consecuencia, durante agosto de 2005, el ejército de ocupación organizó la operación Manos extendidas a los hermanos destinada a evacuar los asentamientos.
La retirada de los asentamientos y la criminalización de la entrada de cualquier israelí en sus territorios tuvieron un efecto paralizante en los movimientos de derecha. Los colonos intentaron durante años desafiar esas decisiones, y el movimiento de asentamientos buscó entonces presentarse como grupos de “oposición revolucionaria” o “movimientos nacionales” que desafiaban tanto a las “autoridades locales” como a la “comunidad internacional”, cuando la verdad es que todos los gobiernos israelíes apoyaron los asentamientos desde la ocupación de Cisjordania y Gaza en 1967.
Sharon se retiró de la Franja de Gaza por motivos relacionados con su deseo de eludir el consenso internacional encaminado a establecer un Estado palestino bajo la administración de una autoridad local que fuera reconocida por las Naciones Unidas, pero hubo otras razones fundamentales que le obligaron a tomar esta decisión y no fueron más que resistencias en sus diversas formas y grados.
Las operaciones de las organizaciones palestinas tuvieron un impacto significativo en la decisión de retirada, ya que lograron convertir la vida de los colonos en un infierno insoportable, que vivieron durante largos períodos bajo el peso del fuego de los movimientos de resistencia palestinos.
Estudios académicos israelíes revelaron que las intensas amenazas que rodeaban los asentamientos dentro de la Franja de Gaza los convertían en fortalezas de seguridad, ya que fueron construidas bases militares y torres de vigilancia dentro o cerca de cada asentamiento, y también estaban rodeados por un sistema de muros de seguridad, minas y obstáculos de ingeniería y los asentamientos parecían sitios militares.
Los movimientos de los colonos requerían un alto costo, ya que demandaban una escolta de seguridad del ejército, ya que era común ver un vehículo de transporte de tropas y un tanque saliendo a escoltar un automóvil en el cual viajaban tres personas, y eso fue considerado parte de la rutina de seguridad más violenta a la cual fueron sometidos los israelíes desde la guerra de 1948.
Es cierto que la tasa de amenaza a los colonos israelíes se duplicó y alcanzó niveles altos con el inicio de la Intifada de Al-Aqsa en septiembre de 2000, y por lo tanto los colonos y sus automóviles que circulaban por las carreteras cercanas a las comunidades palestinas fueron convertidos en blancos fáciles para las facciones armadas que tenían dificultades para llevar a cabo operaciones dentro de la Línea Verde.
Durante los años de ocupación de la Franja de Gaza entre 1967 y 2005, las facciones palestinas llevaron a cabo muchas operaciones que variaban entre disparos a quemarropa, asaltos a asentamientos, lanzamiento de cohetes y bombardeos contra sitios militares israelíes a través de túneles, todo lo anterior obligó a Sharon a retirarse de la Franja de Gaza.
La resistencia completó un proyecto de liberación contra Sharon hace unos 19 años. Ahora es más eficiente de lo que era, tiene mayor experiencia en combate y cuenta con un apoyo más amplio del Eje de la Resistencia, cuya esfera de influencia creció y ganó un área geográfica más grande para llevar a cabo sus operaciones. Por lo tanto, hoy es capaz de eliminar cualquier proyecto de asentamiento relacionado con la supervivencia del ejército de ocupación dentro de la Franja.
Antes de 2005, las fuerzas de ocupación no pudieron asegurar a unos ochos mil colonos que residían en la Franja de Gaza, frente a 1,5 millones de palestinos. Esto significa que el porcentaje de colonos era el 0,2 por ciento de los que habitaban la Franja, mientras los asentamientos ocupaban alrededor del 35 por ciento de su área. Hoy en día, la versión moderna del ejército de ocupación no podrá proteger a ningún número de israelíes, después de que la cifra de habitantes de Gaza aumentó y superó los dos millones de personas.
Si los dirigentes de "Israel" hoy quieren mantener sus vehículos militares en la Franja de Gaza o someterse a los llamamientos de la extrema derecha y construir asentamientos, que lo hagan, pero antes que nada deben acudir a Ariel Sharon, que está enterrado en la granja de su familia en el desierto de Néguev, preguntarle su opinión, y seguramente les diría que evitaran provocar más la ira de la resistencia y de la calle árabe, porque él experimentó sus efectos en tiempos anteriores.