Guerra comunicacional contra la Alianza de países del Sahel
El ministro de exteriores de Burkina Faso sugirió que las agencias deberían tener más cuidado con la terminología utilizada para hablar de los asuntos de su país.
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Guerra comunicacional contra la Alianza de países del Sahel
La terminología utilizada por medios, ONGs y la mayoría de las agencias internacionales no es neutral en absoluto cuando hablan de la historia, los acontecimientos, la organización o los movimientos políticos y sociales del Sur. Por mucho que los pueblos occidentales hayan naturalizado este modo de hablar supremacista, los pueblos del Sur tienen la tarea anticolonial de no dejarse influenciar por esta naturalización propiciada por la dominación cultural de Occidente.
Esta tarea es la que llevó al ministro de Asuntos Exteriores, Cooperación Regional y Burkineses del Exterior (Affaires étrangères, de la Coopération régionale et des Burkinabè de l’extérieur) K. Jean Marie Traore, a sugerir que estas agencias deberían tener más cuidado con la terminología utilizada para hablar de los asuntos de Burkina Faso.
El ministro señaló que dichas agencias denominan a los terroristas como «groupes armés non étatiques» (grupos armados no estatales). A su vez, usan otros eufemismos parecidos para hablar de grupos de seguridad que trabajan con el ejército nacional, ya sean contratados por el gobierno o de voluntarios para la autodefensa del pueblo, de este modo logran poner a la seguridad legítima y soberana nacional en el mismo plano que a los grupos agresores terroristas.
Esto es algo que no pasa solo en Burkina Faso, sino en toda África, las agencias occidentales definen a los actores africanos y sus guerras: rebeldes armados, milicias armadas, guerras tribales… de modo diferente a como lo harían si estuvieran hablando de asuntos europeos.
Hay que calificar a los que llevan atacando al país desde hace diez años como lo que son: terroristas. Por ponerlo de un modo simple, en ningún país occidental llamarían a los terroristas como “rebeldes” o “grupos armados” y a quienes el gobierno agredido recluta para defenderse de esos terroristas, como “milicias”.
El ministro Traoré asegura: «la utilización del término “milicia” para designar a nuestros valerosos Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP) es inaceptable», porque estas personas, con las contradicciones que puedan presentar, son sobre todo «ciudadanos burkineses que se han comprometido voluntaria y valientemente a defender la integridad de su país. Les anima la esperanza de vivir un día libres y dignos en su patria».
El titular concluye que Burkina Faso «no puede aceptar una confusión terminológica que, al amparo de eufemismos, distorsiona la realidad de la tragedia vivida por nuestro pueblo y da una forma de legitimidad a los autores de estas atrocidades».
Ciertamente, llama la atención que las grandes ONG internacionales denuncian bastante más los casos de crímenes de los ejércitos nacionales, aunque no se hayan demostrado todavía, que los crímenes probados de los terroristas, o de estados occidentales en sus injerencias belicistas o de los estados y entidades amigas del Occidente colectivo.
Esto ocurre sobre todo cuando se trata de países que se niegan a someterse a los intereses y dominación política, económica y cultural de Occidente, como es el caso de Burkina Faso desde 2022.
Así, por ejemplo, Human Right Watch en 2024 y lo que va de 2025 tiene en su web 25 comunicados referentes a Burkina Faso, de los que 16 denuncian y acusan al ejército y gobierno, mientras que solo nueve denuncian ataques terroristas. Es más, estos nueve comunicados no ponen el foco sobre los terroristas, sino sobre el gobierno y ejército, que rechazan la “ayuda” de Francia, a pesar de que no son capaces de proteger a su población. Este es un balance llamativo teniendo en cuenta que Burkina Faso ha sido el país que más muertes ha sufrido por ataques terroristas según el Índice Global de Terrorismo de 2025 (Global Terrorism Index), que mide el impacto del terrorismo, haciendo una media de los cinco últimos años.
También, el ministro de Justicia del vecino y aliado Mali, que está en el puesto número cuatro de los que más impacto han sufrido por el terrorismo, publicó recientemente un comunicado en la misma línea, denunciando la falta de imparcialidad y «la instrumentalización y politización de los derechos humanos por parte de ciertas organizaciones internacionales». Las grandes ONG se muestran ávidas para criticar acciones de la justicia y el gobierno de Mali, pero no hacen referencia a los ataques terroristas a los que dichas acciones hacen frente, según el ministro.
Los hechos de Solenzo
Todo esto viene a colación porque el pasado mes de marzo, tres grandes agencias francesas, AFP, RFI y Jeune Afrique, difundieron una serie de vídeos que supuestamente eran masacres de «decenas de civiles» en la ciudad de Solenzo, al oeste de Burkina Faso, cometidas por el ejército nacional y varias brigadas locales de Voluntarios para la Defensa del Pueblo (VDP), el 11 de marzo. Como siempre, a partir de esas agencias, los vídeos y la “información” que especulaba con la responsabilidad del ejército y las VDP de la zona corrieron como la pólvora por las redes sociales del mundo.
Las grandes ONG, incluso varias agencias de la ONU elaboraron con inusitada rapidez informes llenos de palabras como «parece ser», «aparentemente», «aunque no hemos podido confirmar»… secundando incluso la alegación hecha por las tres agencias comerciales de noticias de que todo lo expuesto en los vídeos «parecía» «represión étnica contra los Peul» o Fulani.
El gobierno de Burkina envió rápidamente una delegación a la zona para investigar lo ocurrido y, tras realizar sus comprobaciones, emitió varios comunicados desmintiendo todas las acusaciones e informando de una historia completamente opuesta a lo relatado por la AFP, RFI y Jeune Afrique.
Las autoridades de Burkina aseguraron que esos vídeos eran montajes y que la fiscalía ha abierto una investigación para localizar a los responsables. Además, el gobierno ha lanzado una campaña pidiendo a la población que no se deje engañar por la manipulación que pretende sembrar la división y el odio, desde varios frentes: desde el Consejo Superior de la Comunicación, la Fiscalía, la Coordinación Nacional de Asociaciones de Vigilancia Ciudadana, incluso desde en el frente religioso, con el Imán Tiégo Tiemtoré y el representante de la comunidad cristiana, Moïse Balma, orando juntos con ocasión del Aïd El-Fitr, y pidiendo a la población que debe «mantenerse vigilante para evitar caer en instrumentalizaciones y divisiones étnicas y religiosas».
Conclusión
El ministro Traoré solo llamó la atención a las agencias de la ONU porque se supone que la ONU, a la que pertenece su Burkina Faso, es más seria a la hora de dejarse embaucar por supuestas noticias de supuestos hechos, aún no contrastados.
De paso, el ministro dio una lección magistral de anticolonialismo cultural, al expresar diplomáticamente «su pesar» por el uso inapropiado de la terminología mencionada, denominando con eufemismos muy similares a agresores y a agredidos, además de incitar falazmente al público a sacar conclusiones que no han sido demostradas todavía.
Estos eufemismos y falacias son utilizados con la intención de «colonizar la inteligencia por deformación de la palabra», como diría Julio Cortázar. El lenguaje no es neutro, el lenguaje así utilizado hasta el desgaste es un arma demoledora en la guerra comunicacional contra los países sometidos y, sobre todo, contra los que decidan no doblegarse más al dominio Occidental, como ha hecho la Alianza de Estados del Sahel o AES.