No se aprende nada, no se gana nada. Alemania vuelve a la carga
Timo Al-Farooq explora el inquebrantable apoyo de Alemania a "Israel" en medio de su guerra contra Gaza, revelando cómo esta postura evoca el militarismo del pasado y la incapacidad de reconocer la historia. La palabra Beratungsresistenz, resistencia al consejo, captura la peligrosa obstinación de Berlín.
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No se aprende nada, no se gana nada. Alemania vuelve a la carga.
Hay una palabra en alemán que describe perfectamente la arrogancia de Alemania y su falta de voluntad para cambiar su inquebrantable apoyo a "Israel" mientras intensifica su campaña de bombardeos genocidas contra la ya devastada Franja de Gaza, lanza una invasión terrestre y mata de hambre a una población civil: Beratungsresistenz, que literalmente significa resistencia a los consejos.
Cada vez me viene más a la mente esta palabra típicamente alemana a medida que los gobiernos occidentales empiezan a comprender, aunque tardíamente, que podría dar una mala imagen que la democracia liberal traicione sus valores fundamentales y quede atrapada en el lado equivocado de lo que la historiografía ya llama "el Vietnam de 'Israel'" y "el primer holocausto del siglo XXI " .
Los gobiernos occidentales, con excepción de Alemania, claro está.
Cuando los líderes de Canadá, el Reino Unido y Francia publicaron su declaración conjunta inusualmente confrontativa sobre la situación en Gaza y Cisjordania en la que "se oponen firmemente a la expansión de las operaciones militares de "Israel" en Gaza", describiendo "el nivel de sufrimiento humano en Gaza" como "intolerable" y la guerra "de Israel" en reacción a los ataques liderados por Hamas del 7 de octubre de 2023 como "totalmente desproporcionada", amenazando incluso "con tomar más medidas, incluidas sanciones selectivas", hubo un marcado silencio desde Berlín.
Una semana después, en su intervención en el WDR Europaforum de Berlín, el canciller alemán Friedrich Merz no pudo evitar decir que ya no comprendía el objetivo de la estrategia de "Israel" en Gaza e instó al gobierno israelí a no hacer nada que ni siquiera sus mejores amigos estuvieran dispuestos a aceptar.
Una declaración evasiva y tibia que no destila precisamente indignación ni condena.
Cuando 17 ministros de Asuntos Exteriores de la UE, que representan a casi dos tercios de los estados miembros del bloque, pidieron una revisión del Acuerdo de Asociación UE-"Israel" a la luz de la grave situación humanitaria en Gaza debido al bloqueo por parte de "Israel" de toda ayuda a la Franja, el principal diplomático de Alemania no estaba entre ellos.
Mientras los palestinos en Gaza padecen lo que el secretario general de la ONU, António Guterres, llamó "la fase más cruel de un conflicto cruel", "Israel", ebrio de poder e impunidad, ha logrado distanciarse de aliados clave, con el Reino Unido suspendiendo las negociaciones comerciales e imponiendo sanciones a figuras destacadas del movimiento de colonos.
Pero Alemania sigue obstinada en su negativa a revisar su política exterior pro genocida, y hace dos semanas el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, incluso recibió a su homólogo israelí, Isaac Herzog, en Berlín.
Poco después del 7 de octubre, Herzog dijo que "una nación entera" en Gaza "es responsable" de no haberse rebelado contra Hamas, una declaración que puede leerse como una culpabilización de los palestinos en Gaza por el ataque genocida de "Israel" y una justificación de su castigo colectivo.
El apoyo estatal a la creación imperial que es "Israel", concebida por Theodor Herzl, el padre del sionismo político, como "una muralla de Europa contra Asia" y "un puesto avanzado de la civilización en oposición a la barbarie", siempre ha sido una posición minoritaria del puñado de naciones que conforman el Norte Global, impuesta al Mundo Mayoritario a través de la hegemonía occidental coercitiva.
Dentro del Occidente adorador de "Israel", Alemania es un caso aparte por su apoyo extremo a la opresión sistemática y la eliminación por parte de la entidad del apartheid de los palestinos nativos en su propia tierra.
El país utiliza convenientemente su historia nazi (supuestamente expiada) y su culpa por el Holocausto como excusa para vender armas a "Israel". Berlín, imperturbable tras más de 19 meses de matanza orquestada por "Tel Aviv" en Gaza, sigue siendo el segundo mayor proveedor de maquinaria de exterminio a Tel Aviv, después de Estados Unidos.
Palestina no es el único asunto en el que Alemania se niega a atender razones, lo que revela su incapacidad para aprender de sus atroces errores del pasado. El constante auge del militarismo alemán durante la guerra entre Rusia y Ucrania también ha roto un tabú tras otro.
Cuando, al comienzo de la guerra, el entonces canciller alemán Olaf Scholz anunció que su gobierno utilizaría un fondo fuera de presupuesto de 100 mil millones de euros para aumentar el gasto de defensa, esta polémica medida fue considerada un cambio de política histórico en aquel momento.
Tres años más tarde, bajo el nuevo gobierno de coalición de centroderecha liderado por el canciller Friedrich Merz, Alemania se dispone a estacionar tropas alemanas de forma permanente en un país extranjero por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Cinco mil soldados y personal de la Bundeswehr serán estacionados en Lituania para defender el flanco oriental de la OTAN contra "cualquier agresión" de Rusia, dijo Merz en su viaje a la capital lituana, Vilnius, la semana pasada, señalando una "nueva era" para las fuerzas armadas de Alemania.
Si bien la Bundeswehr, como sucesora de la Wehrmacht de la era nazi, ha sido parte de misiones de la OTAN en el pasado, esta escalada sin precedentes de la proyección de la fuerza militar alemana es la última expresión de la reacción del país al muy comentado Zeitenwende (literalmente: un cambio de los tiempos), que utiliza convenientemente la guerra entre Rusia y Ucrania como excusa para restablecer a Alemania como potencia militar.
Alemania no sólo no ha aprendido de su historia nazi y bélica, sino que la está falsificando activamente al infringir tradiciones de larga data de la cultura de la memoria con el objetivo de restar importancia al papel de la Unión Soviética en la derrota del fascismo alemán.
Este año, en el aniversrio 80 del Día de la Liberación, que marca la rendición incondicional de la Wehrmacht el 8 de mayo de 1945 y el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, los funcionarios rusos una vez más no fueron invitados a los eventos conmemorativos.
Las autoridades de la capital, Berlín, también prohibieron la exhibición de las banderas y símbolos rusos y soviéticos en los tres sitios conmemorativos soviéticos de la ciudad, una medida condenada por la embajada rusa como una "manifestación de revisionismo histórico".
El apoyo inquebrantable de Berlín a "Israel" mientras perpetra libremente un genocidio, y el flujo liberal de armamento fabricado en Alemania a Ucrania, que ahora está siendo reforzado por tropas sobre el terreno en la vecina Lituania, tienen una cosa en común: ambos muestran cómo una Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial, otrora arrepentida (al menos en su expresión exterior), se ha vuelto demasiado grande para sus pantalones nuevamente y está poniendo cada vez más en peligro la paz regional y mundial.
No se ha aprendido nada y no se ha ganado nada. Alemania vuelve a las andadas.