"Israel": Sociedad de Genocidas (Primera parte)
Este es el mayor genocidio que haya presenciado la humanidad en los últimos 80 años. Esto, en el marco de gobiernos que se han convertido en meros espectadores de un exterminio transmitido en tiempo real.
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"Israel": Sociedad de Genocidas (Primera parte)
El proceso de genocidio llevado a cabo por el régimen israelí, contra el pueblo palestino y en especial teniendo como víctima fundamental a los habitantes de la Franja de Gaza, no comenzó el 7 de octubre del 2023 con la legítima Operación Diluviode Al Aqsa, llevada a cabo por la resistencia palestina.
Los crímenes de la entidad israelí constituyen una etapa siniestra de nuestra historia posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial, que se extiende ya por 77 años, desde el momento mismo que nace al campo internacional una entidad que denominaron "Israel", conformada por una sociedad mayoritariamente comprometida con el proceso de ocupación, colonización y exterminio del pueblo palestino y ataques indiscriminados e igualmente criminales contra Líbano, Irak, Yemen entre otros.
Sostengo que, no es Benjamín Netanyahu, Itamar Ben Gvir, Bezalel Smotrich, Ayelet Shaked, Benny Ganz, Yoav Gallant o cualquiera de otros nombres de hombres y mujeres genocidas, que conforman la casta política y militar de la entidad nacionalsionista judía israelí, los únicos responsables del genocidio del pueblo originario palestino. Signar, como forajido primordial de los horrendos crímenes que se llevan a cabo contra hombres, mujeres y entre ellos niños palestinos, sólo a Netanyahu, es desviar el foco del problema. Es tener un chivo expiatorio conveniente y distractor.
Indudablemente, Benjamín Netanyahu es el referente de los carniceros de turno, el guaripola (1) mayor. Pero…centrar todas las diatribas en este ser despreciable, respecto de la usurpación, expolio, destrucción, robos contra el pueblo palestino, crímenes monstruosos, es restarle responsabilidad al conjunto de la sociedad israelí. Reitero, no es el “Carnicero de Gaza” el problema principal, como tampoco la eliminación física puede ser la solución definitiva, aunque en un mundo ideal considero necesaria llevar a cabo la ejecución de estos asesinos, por un Tribunal Internacional, ya sea mediante la horca o el fusilamiento ante su papel en el genocidio que se ejecuta contra el pueblo palestino.
Indudablemente, no existe persona amante de la justicia y deseoso que se condene a los genocidas, que ser testigos de una acción valerosa que haga valer el justo castigo frente a tanto crimen y no esperar a esa engorrosa y timorata idea que se apliquen las leyes internacionales. Claro está, no sólo a la ralea política militar pues el problema principal en el marco de la ideología criminal que es el sionismo es la sociedad israelí que le da sustento práctico. Ello, en un 99,9 por ciento de los habitantes de la Palestina histórica ocupada, que avala y es cómplice tanto activa como en forma pasiva del desplazamiento, expulsión y exterminio del pueblo palestino.
Esta sociedad israelí es parte constitutiva de los que llaman a exterminar al pueblo palestino, ensalza a las tropas SS – soldados sionistas – realiza recorridos turísticos para observar en terreno como se masacra a mujeres y niños a punta de bombardeos aéreos y terrestres. Observa como el fósforo blanco es utilizado contra los cuerpos de los palestinos y gritan entusiasmados ante esa violencia. Enarbola banderas alentando los crímenes. Todo esto, sin que se hayan pronunciado, en modo alguno, para detener esta política delictiva.
No es verídico aquello que esos israelíes, que salen a la calle a exigir democracia al gobierno de Netanyahu, lo hacen en virtud de intereses de conformar una sociedad que respete los derechos humanos de las comunidades que forman parte de Asia Occidental que, sumados a palestina, signan a Líbano, Siria, Irak, entre otros. Difícil exigir democracia a una etnocracia (2) la cual ayudaron a consolidar.
"Israel" es una plutocracia gobernada por corruptos, traficantes de influencia. No se exige por esos manifestantes a su régimen fundamentalista, coaptado por los fanáticos judío-sionistas, que se respeten los derechos humanos del pueblo palestino, el libanés o el sirio. Esos israelíes han salido a exigir que su particular modelo de democracia “liberal” no sea atrapada por el sector más ultraortodoxo.
Esos hombres y mujeres judío-sionistas no enarbolan consignas a favor del fin del genocidio, que no se siga usurpando territorio palestino o se expulse a familias palestinas de sus casas, que se demuelan sus viviendas o que se sigan construyendo más asentamientos en Cisjordania. No gritan por la libertad del pueblo palestino. Menos aún exigen demoler el muro de segregación o que retornen los refugiados palestinos. En modo alguno requieren con sus gritos que su gobierno cumpla el medio centenar de resoluciones de la ONU simplemente ignoradas por sus gobiernos.
Esta sociedad israelí, aquella que ocupa y coloniza el territorio palestino y ve la construcción día a día de más kilómetros de un muro de segregación, estrechando aún más el cerco para lo campos de concentración en Gaza y Cisjordania, es tan responsable de la muerte de decenas de miles de palestinos como lo es la soldadesca que gatilla sus fusiles, el que maneja un dron o el que lanza una bomba desde su avión F 35.
No es casual que incluso algunos enajenados, como una oportunidad económica realicen viajes a la zona de bombardeos al cual se le denomina “turismo de genocidio” como es el caso de la colona terrorista Daniela Weiss considerada una supremacista de las más activas en la entidad de colonos sionistas (3)
Los judío-sionistas, colonos extranjeros en tierra palestina, viven y llevan una vida de protección militar, sin que les importe lo que acontece al otro lado del muro de apartheid. Y no le dan importancia porque para esos nacionalsionistas judíos israelíes esos hombres y mujeres palestinos, animales que caminan en dos patas, langostas, a la cuales aplastar, bestias sin derechos, Goyim (no judíos) como los han denominado desde David Grün - verdadero nombre de David Ben Gurion - Golda Mabovich (nombre real de Golda Meir (3). Esos israelíes saben perfectamente que existe un genocidio, pero eso no reviste mayor importancia, pues la impunidad frente a sus crímenes se impone.
Estos israelíes son ciegos, sordos y mudos oportunistas, como aquellos alemanes que vivían en aldeas bucólicas al lado de los campos de concentración nazis y que aparentaban no saber e ignorar, el humo de las chimeneas de los crematorios, la llegada de trenes con prisioneros, la presencia de guardias en los campos de concentración implementados por su gobierno y que generó el exterminio de cientos de miles de prisioneros de guerra y políticos, gitanos, discapacitados mentales, europeos de creencia judía, soviéticos. Para los alemanes todo ese paisaje de horror no les afectaba en lo más mínimo y esto los hacía cómplice del nacionalsocialismo.
El gobierno de Netanyahu, junto a esa sociedad cómplice, es responsable del actual estado de destrucción y muerte en Gaza. Una realidad que, en el plano sanitario se expresa en toda su dimensión de brutalidad. El exterminio llevado a cabo, con una fuerza brutal, sin consideración alguna de los derechos de un pueblo que ha soportado más de siete décadas de ocupación y colonización con etapas de agresiones desbordadas, de perversidad que día a día se supera. Un régimen israelí que, no sólo ha paralizado el sistema sanitario de Gaza, sino que también impide la entrada de medicinas e insumos básicos. Decenas de miles de heridos sin atención médica, sin fármacos. Enfermos con patologías imposibles de atender.
En los últimos días el Centro de Diálisis Noor Al Kaabi, vital para más 160 pacientes en el norte de la Franja, fue demolido por "Israel". El resultado es evidente: una condena de muerte para quienes dependen de ese tratamiento. Lo datos oficiales desde Gaza indican que el 40 por ciento de los palestinos con tratamiento de diálisis han sido asesinados debido a la destrucción de los centros de diálisis. El 70 por ciento de las ambulancias han sido destruidas; 300 mujeres han muerto por abortos involuntarios espontáneos y a las cuales no se les pudo atender y las embarazadas con alto riesgo no tienen posibilidades de ser vistas en forma especializada.
Niños con necesidades especiales tampoco reciben una atención especializada y menos acceso a medicamentos específicos. Más de 11 mil personas con distintos tipos de cáncer no han podido recibir cuidado ya sea por el asesinato de especialistas y sus equipos como la falta de fármacos. Ancianos y personas con enfermedades crónicas no tienen acceso a sus tratamientos. Los hospitales están destruidos hasta sus cimientos.
En una especie de cuento de horror, para algunos difícil de creer – me refiero a aquellos, ingenuos a esta altura de la vida que, aún consideran que las leyes son de obligatorio cumplimiento para todos - la política sionista, la conducta de sus políticos y militares y sobre todo el apoyo de una sociedad perversa como la israelí conformada por colonos extranjeros, hijos de inmigrantes, nos aterriza ante la cruda realidad, respecto a que la impunidad de sus crímenes contra el pueblo palestino, son pan de cada día.
No se vislumbra castigo alguno por esa violación permanente de los derechos humanos de la población palestina, el asesinato crónico, cruel, perverso de cientos de miles de hombres, mujeres, especialmente mujeres y niños en el mayor genocidio que haya presenciado la humanidad en los últimos 80 años. Esto, en el marco de gobiernos que se han convertido en meros espectadores de un exterminio transmitido en tiempo real.
Todo bajo la total impunidad frente a una sociedad que en un 99,9 por ciento apoya el desplazamiento, la expulsión, el robo de tierras, la destrucción de escuelas, mezquitas, iglesias, hospitales, infraestructura vial, sanitaria, agrícola, industrial, la construcción de muros de apartheid y confinamiento en dos enromes campos de concentración como lo son Gaza y Cisjordania. Una sociedad que apoya la agresión y crímenes contra el pueblo de Líbano.
Una sociedad como es la nacionalsionista judío israelí que ensalza la violencia, el infanticidio, para la cual el derecho internacional, los organismos de derechos humanos, las decisiones, opiniones, recomendaciones, entre otros conceptos, no le son aplicables que, para eso son el “pueblo elegido” con una ideología que sustenta el supremacismo, el racismo y el desprecio por los Goyim – los no judíos – prostituyendo toda aquella monserga del Tikkun Olam y el amor por el mundo, la paz, la hermandad por los seres humanos. Sólo cuento infecto.
Y seguirá siendo así, mientras no seamos capaces de lograr la total eliminación de una ideología perversa y violatoria de los derechos humanos como es el sionismo y su política colonialista y criminal. La versión superlativa en Asia occidental del supremacismo blanco en Sudáfrica. Una realidad brutal, para aquellos que la padecen a costa de muerte y destrucción; conceptos que suelen ir aparejados cuando se trata de la implementación de la solución final en versión sionista contra Palestina. Y hablo de solución final, no como algo retórico sino como una política puesta en práctica y voceada por la dirigencia civil y militar nazisionista.
1. Guaripola. Dícese en Chile de aquel personaje que lleva el bastón de mando en un desfile. Persona que dirige y encabeza determinada acción. https://dle.rae.es/guaripola
2. La Knéset, el Parlamento israelí, adoptó el 19 de julio del 2018 una ley con valor constitucional que define a Israel como “el Estado nación del pueblo judío” conformando en la práctica una etnocracia, es decir, la conformación de régimen político que abre la puerta a la ampliación y el férreo control de tierras ajenas, pertenecientes en el caso de Israel al pueblo palestino.
3. https://youtu.be/da2V548TO-U?si=AI_ticE_ju4zwkh1