Medio Oriente de Graham vs. la realidad sobre el terreno: Hizbullah, la resistencia invencible
La paradoja resulta evidente: Graham exige el desarme de Hizbullah con el pretexto de restablecer la “normalidad”, mientras que su país practica las formas más extremas de anormalidad sobre el terreno.
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Oriente Medio de Graham vs. la realidad sobre el terreno: Hizbullah, la resistencia invencible.
Cuando el senador estadounidense Lindsey Graham declaró que “no puede haber un Medio Oriente normal mientras exista Hizbullah”, no era un mero congresista republicano que hacía una declaración pasajera.
Más bien, Graham expresaba, con total franqueza, la profunda comprensión dentro de la estrategia estadounidense-israelí de una realidad sobre el terreno y en la política: que Hizbullah es el mayor obstáculo para el proyecto de “normalización integral” y la remodelación de la región para que se adapte a "Tel Aviv" y Washington.
La declaración de Graham, a pesar de su simplicidad, tiene connotaciones que van más allá de la retórica política tradicional y deconstruyen la narrativa de la “derrota” que los medios occidentales e israelíes han estado promoviendo durante años.
Si Hizbullah hubiera sido verdaderamente derrotado, como afirman, Graham no se habría visto obligado a hacer de su desarme una condición para un “Medio Oriente normal”.
Esta condición revela que el partido sigue estando en el centro de la ecuación y que ningún proyecto regional puede superar su poder.
De este modo, la retórica de la “derrota” se convierte en nada más que una herramienta para producir contraconciencia, mientras que las propias declaraciones estadounidenses reconocen que la Resistencia sigue siendo la fuerza más formidable.
Los hechos de campo refuerzan esta conclusión: entre diciembre de 2023 y septiembre de 2025, los drones estadounidenses MQ-9 Reaper llevaron a cabo docenas de misiones sobre Líbano, algunas de ellas de largas horas, que llegaron a durar hasta 18 horas consecutivas, incluso con tres drones en activo simultáneamente sobre el Sur, la Bekaa y el Gran Beirut.
Según el Centro de Investigación y Desarrollo de la Unión, estos drones no sólo toman fotografías; también interceptan comunicaciones, descifran códigos y tienen la capacidad de atacar con misiles Hellfire 3.
Lo que es más grave, estas misiones se llevan a cabo sin ninguna coordinación con las autoridades de aviación civil, lo que ha provocado varios incidentes que casi se convierten en desastres aéreos.
Sin embargo, Washington no ve ningún daño en esta flagrante violación de la soberanía libanesa, en cambio, la presenta como una “necesidad de seguridad” para proteger a "Israel" desde “Diluvio de Al-Aqsa” de 2023.
En el fondo, este comportamiento estadounidense no expresa la “normalidad” que desea Graham, sino más bien la continuación de la anormalidad impuesta por Washington a Líbano y a la región violando el espacio aéreo y la soberanía y con el empleo de todas las herramientas de inteligencia en beneficio de “Israel”.
La paradoja queda así clara: Graham exige el desarme de Hizbullah con el pretexto de restablecer la “normalidad”, mientras que su país practica las formas más extremas de anormalidad sobre el terreno.
Sin embargo, lo que Washington no comprende es que la opinión pública libanesa está tomando un rumbo diferente. Las escenas multitudinarias que acompañaron el funeral de los secretarios generales de Hizbullah, en febrero de 2025, fueron un momento revelador.
Cientos de miles de personas llenaron las calles del sur, los suburbios y Beirut, en una escena sin precedentes que expresó la profundidad de la conexión popular con la Resistencia.
Esas multitudes no fueron una respuesta emocional; fueron un mensaje político elocuente: la Resistencia no es solo una organización armada, sino un movimiento sociopopular arraigado en la conciencia del pueblo.
Este afianzamiento popular también se reflejó en las urnas. Los resultados de las recientes elecciones municipales mostraron un progreso significativo para las listas de la Resistencia y sus aliados en el Sur y la Bekaa, lo que refleja que el ánimo público aún favorece esta opción y que los intentos de promover una narrativa de derrota no han afectado a la amplia base social.
Frente a estas realidades, los opositores internos de la Resistencia, en particular las fuerzas vinculadas a la embajada de Estados Unidos en Beirut, han recurrido a intentar eludir la situación mediante el proceso político-legal.
Se han propuesto modificaciones a la ley electoral con el objetivo de redistribuir la representación o introducir nuevos mecanismos, en particular en lo que respecta a los escaños de expatriados, con el fin de reducir el peso parlamentario de las fuerzas de la Resistencia y debilitarlas dentro de las instituciones.
Estos intentos se inscriben en un único contexto estratégico: si no es posible derrotar a Hizbullah ni militar ni popularmente, entonces intentemos contenerlo mediante la ley y la Constitución.
Sin embargo, estas maniobras también revelan la magnitud del impasse que enfrenta el bando estadounidense en Líbano. Cuanto más aumenta el apoyo popular a la resistencia y se transforma en una presencia electoral tangible, más aumenta la insistencia externa en diseñar leyes que satisfagan la demanda de normalización con "Israel".
De hecho, la declaración de Graham se vuelve más clara: no sólo habla de armas, sino de eliminar la opción de la Resistencia de la ecuación en su conjunto, desmantelando su poder político, popular y en el campo de batalla.
Pero incluso esta ambición choca con la realidad. El panorama popular en Líbano —desde los funerales de los líderes hasta los resultados de las elecciones municipales— indica claramente que la Resistencia no se encuentra en una posición defensiva desmoronada, sino en una posición de fuerza protegida por el equilibrio de disuasión con «Israel» y un renovado apoyo popular.
Más importante aún, la retórica de Graham, que se suponía que era amenazante, se ha convertido en una admisión implícita: “El Medio Oriente no será normal sin la derrota de Hizbullah”, lo que significa que la supervivencia del partido es lo que impide que la normalización entre Estados Unidos e "Israel" se convierta en un destino inevitable.
El resultado final es que entre la retórica de un “Medio Oriente normal” y las violaciones estadounidenses, y entre los intentos de modificar las leyes y la creciente escena popular, una ecuación se hace clara: ¡Hizbullah no ha sido derrotado y no será derrotado!
Hizbullah puede enfrentar desafíos y pueden librarse guerras militares, políticas o mediáticas en su contra, pero su presencia profundamente arraigada entre la gente y sobre el terreno lo convierte en una fuerza constante en la ecuación.
Cualquier retórica sobre un “Medio Oriente normal sin él” no es más que una admisión de que su poder es lo que priva al proyecto estadounidense-israelí de su supuesta “normalidad”.