Palestina es maestra de resistencia para el mundo
Sobre la construcción de la paz, los procesos de guerra y la creación del mundo multipolar, habló el comunicador político y maestro de Historia mexicano, Christian Nader, para la revista venezolana Nuestra América en Palabras.
“El sionismo es un poder que cobra fuerza, y a pesar del brutal genocidio que comete "Israel" desde hace más de siete décadas, hay quienes reniegan del derecho del pueblo palestino a defenderse de una ocupación vista como legal por acuerdos internacionales”, valoró el comunicador político y maestro de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en México, Christian Nader.
Durante una entrevista para la revista venezolana Nuestra América en Palabras, Nader reflexionó sobre la necesidad de comprender las complejidades de la guerra en el mundo para entender la paz como una construcción histórica.
En ese sentido, llamó a tratar a la violencia en su justa medida, pues hay quienes la ejercen para forzar a otros, y quienes utilizan las armas para resistir a esa violencia, y sobrevivir, y en ese caso es legítima defensa.
Uno de los casos analizados en su diálogo con María Fernanda Barreto fue el de Palestina y sus más de 76 años de heroica resistencia, empezada incluso antes de la fundación del ente sionista, la cual “ha servido de ejemplo a múltiples pueblos, porque sin armas ni ejército se enfrenta a una superpotencia militar, amparada por las grandes potencias a nivel global como Gran Bretaña, primero, y luego Estados Unidos”.
Palestina resiste incluso con piedras y palos, como en la primera Intifada, remarcó: “Es como la digna rabia, la digna justicia, la digna rebeldía”. Y de esos valores aprenden otros grupos en resistencia en cualquier contexto, y sobre todo en los contextos periféricos.
Cuba es otro de los grandes ejemplos de resistencia, de resiliencia y sobre todo de unidad internacionalista, remarcó.
A juicio de este historiador de izquierda, lo que se ve hoy en Venezuela y Colombia, a pesar de contar con gobiernos progresistas, y lo vivido en América Latina desde el siglo XIX, es una experiencia que conecta directamente con la causa palestina; y lo mismo ocurre con los procesos africanos, y en el sur y sudeste de Asia.
En un mundo asediado por Occidente, hasta Rusia, a pesar de ser un gran poder a nivel planetario, ha vivido bajo esas agresiones desde hace siglos. “No nada más en el periodo soviético, incluso antes, como imperio zarista”, enfatizó Nader.
Para todos esos países y procesos, Palestina es una gran maestra, y también Venezuela: dos grandes referentes en cuanto a la resistencia desde distintos puntos, aseguró a Maria Fernanda.
Desde la perspectiva de Nader, los primeros pasos del mundo multipolar ya están dados, en tanto emergen múltiples polos, sin un epicentro concreto; como una especie de epicentro móvil en distintos contextos.
Ante esa realidad, Estados Unidos intenta “defender su terruño”, que en su lógica imperial es América Latina, pues así lo ven desde que en 1847 arrebataron a México la mitad de su territorio.
La unión norteña entró en un periodo “de senectud”, pero sigue siendo una superpotencia, y logra apaciguar la rebeldía en el continente latinoamericano a través de gobiernos títeres, oligarquías que se sirven del petróleo, recordó Nader.
Pero ocurren estos movimientos, y surge en Venezuela un personaje como Hugo Chávez, arropado por múltiples sectores.
El nuevo siglo no es el fin de la Historia
El experto hizo un recorrido histórico sobre el “triunfo” del imperialismo a nivel global a inicios de este milenio, tras la caída de la URSS y el campo socialista en su conjunto, y el impacto que ese fenómeno social trajo a otros países, no solo por el patrocinio económico, sino porque perdieron su referente: un proyecto de lucha popular que se concretó en un estado y marcó la historia del siglo XX.
“Rusia tardó 20 años en recuperarse de esa renuncia al proyecto soviético. Para los rusos y a las repúblicas soviéticas les afectó durísimo, prácticamente fue el fin del mundo, porque había cuatro generaciones que no habían conocido otra realidad que no fuese el proyecto socialista”, acotó Naser.
Fue tal el impacto que empiezan a deslegitimarse los discursos contrahegemónicos, sobre todo en América Latina, recordó el historiador.
En ese momento, China todavía no era lo que es ahora, y Cuba, una economía isleña carente de muchos recursos, perdió su principal aliado y se recrudeció su asedio, al punto de llegar a la crisis conocida como período especial.
Pero el capitalismo no puede existir sin antagonismo, mucho menos el imperialismo, y deciden crear enemigos fantasmas: la resistencia es la nueva fuente de animadversión para Washington, aun después de recuperarse el mundo del 911 (ataque a las Torres Gemelas, el 9 de septiembre de 2000).
Otro ejemplo citado por Nadier fue el de Yugoslavia, referente de socialismo aún después de sembrado “el semillero del proceso de empobrecimiento” en la antigua URSS, y por tanto Occidente no podía permitir que un país de esa envergadura existiera en la Europa possoviética, poscomunista.
“El capitalismo no puede existir si no hay explotación de los seres humanos. Hubo mucha expresión popular de resistencia que continuó viva en los 90, a pesar de esos discursos domesticadores”, y eso demuestra que la Historia no acabó en 2001.
De hecho, valoró el investigador, 2001 es una fecha clave porque se declara el proyecto del Nuevo Siglo Americano (The New American Century), la llamada Pax Americana, otro constructo histórico.
“Somos el resultado de nuestra propia historia. Mientras los estadounidenses llegaron a un punto en que la historia los está rebasando, nosotros empezamos a vivir la nuestra”.
A su criterio, América Latina no conoce aún un verdadero periodo de emancipación: vive sumida en el yugo de Estados Unidos y su doctrina Monroe, formulada por todo un equipo de pensadores geopolíticos supremacistas.
El imperialismo teme la forja de vínculos de resistencia con otros contextos. Si la vivida al unísono en América Latina ya era problemática, esos lazos con países de Asia Central, del Marek, del Magreb, de las profundidades africanas, lo vuelven todavía más complicado para Washington, minado por el ascenso de grandes potencias: el resurgimiento del poderío de Rusia y China como la mayor potencia económica del orbe, la República Islámica de Irán, la República Bolivariana de Venezuela…
Para Nader, no basta hablar de poder popular, sino también de la estrategia militar y la estrategia de inteligencia de esas resistencias, como se demuestra en Venezuela, por ejemplo, cómo se desarticularon múltiples intentos de magnicidio, de golpe de Estado y las famosas Guarimbas.
Ese mismo escenario se dio en Ucrania, y hoy se ve el resultado del éxito de la desestabilización: “una sociedad devastada, neonazificada, y ese es el futuro que Washington le pone a cualquier país”, advirtió, como demuestran también el narco paramilitarismo colombiano o en suelo guatemalteco.
Al decir del estudioso, “la casuística de necro capitalismo, o imperialismo, es bastante amplia”; y en este nuevo periodo se avecina una violencia sin parangón, en la cual no entrarán directamente, sino poniendo a naciones en contra de naciones, a la usanza del siglo XIX.
Pero también se avecina una fase de resistencia, a la cual consideró “la prueba de fuego”: la emancipación latinoamericana, en el caso venezolano, el boliviano y otros.
Desde su visión las ideologías no están rebasadas: sólo se reformulan y aterrizan en los tiempos actuales. “Ideología es todo lo que tenemos. A fin de cuentas, los seres humanos son ideología, y en torno a eso vamos a tener que resistir 20 años”.
Sin ambages alertó sobre la extrema violencia imperialista que enfrentará el mundo, a tal grado que están dispuestos a utilizar armas nucleares en contra de Rusia y destruir sin ninguna legitimidad la República de Irán.
Aunque EE. UU. sigue siendo el poder militar más grande, ya tiene grandes atrasos armamentísticos y tecnológicos con respecto a Rusia, Irán y China en otros aspectos, ponderó Nader.
En ese sentido, consideró paradigmático el desarrollo de la República Islámica como una potencia de guerra dronizada y misilística, algo impensable hace 30 años y nunca visto en la historia moderna contemporánea.
De Occidente a las narrativas multipolares
La idea de un “Occidente” tiene poco tiempo, pues antes se hablada de esos países europeos en otros términos, durante la supremacía de las cristiandades. Con las revueltas burguesas y el pensamiento secularizado del siglo XVIII surge ese concepto, que va de la mano de los cambios tecnológicos industriales, recordó el entrevistado.
Sin embargo, ese fenómeno llegó a su límite desde el comienzo del siglo XX y en este momento ya no da más, porque se basa en su supremacía sobre todas las regiones, y eso hoy es impensable.
En valoración de Nader, esta fue “la gran trampa de la globalización”, cuyo fin no era un mundo en armonía, sino uno subordinado a los ideales y valores occidentales. Así fue con el Imperio Británico, el francés, el austrohúngaro, y con Estados Unidos como superpotencia ya muy bien definida desde 1948.
Al respecto, manifestó: “estamos hablando de ocho décadas nada más, en las cuales dio todo para mantener al mundo subordinado a sus pies. Ya no puede más, ni tecnológica ni económicamente”, aseguró el analista, aunque reconoció que en la faceta cultural aún no es posible aplastar su influencia, pues ostenta el poder de la cultura mediática popular a nivel global.
Incluso en ese campo, Washington nota que ya no puede dominar, razonó Nader. Herramientas como Rusia Today, teleSur o Hispana TV, vinculadas a academias y con discursos académicos antieurocéntricos, forjan nuevas narrativas, y justo esa multiplicidad de voces desde el sur global son lo interesante, porque se diferencian de la visión única promovida en Occidente.
Las múltiples narrativas enfrentan “el gran discurso” que ya nadie cree, porque todos estos países fueron víctimas históricas del imperialismo occidental, británico, francés, y en los últimos tiempos el estadounidense, recalcó.
“Ha llegado a su fin el dominio geopolítico de Occidente, un dominio que duró 200 años, y si hablamos de la Europa y la Europa ampliada, de medio milenio, desde el final del siglo XV, no más”.
Según su apreciación, la historia va a retornar “a su curso habitual”, con un protagonismo de África y Eurasia, y también de América Latina. “Esas partes que prácticamente son el mundo entero, pues la minoría realmente es Occidente”, precisó, y por tanto llamó a estar preparados para enfrentar un nuevo mundo, “muy gramsciano”.
En el caso de Rusia, ejemplificó, la agresión en el Dombás comenzó hace 10 años, y su objetivo era empantanar a Moscú en un conflicto que se trasladara del Cáucaso a la zona del Báltico y fraccionara a Rusia en 50 estados.
La historia demuestra que los dos últimos dos siglos fue brutal para la nación rusa; porque le tocó enfrentar las invasiones napoleónicas, la guerra de Crimea, la Primera Guerra Mundial, la primera introducción de las potencias occidentales, los bolcheviques, la Segunda Guerra mundial, las dos guerras de Chechena… y en ese tiempo de asedios pasó por tres estados en tres modos de producción: feudalismo, capitalismo, socialismo y nuevamente capitalismo.
También para China fue brutal el siglo XIX, con las dos guerras del Opio, cuando los británicos la acusan de narcotráfico para atacarla. Luego la invasión occidental durante la guerra de los boxers, el patrocinio a las facciones del Coming Tan…
Como puntualizó, fueron 27 millones de soviéticos asesinados por los nazis y entre 10 y 15 millones de chinos asesinados por el imperialismo japonés. Por eso ambas naciones conocen muy bien a su enemigo: un capitalismo genocida y ecocida.
El capitalismo no solo va en contra de la propia especie, sino también en contra del medio ambiente, enfatizó el profesor.
En un mundo con recursos finitos, ese sistema persigue un “progreso constante”, porque así llaman a su rapiña y extractivismo.
“Se come a sí mismo y come a todo lo que lo mantiene generándose: la mano de obra, los recursos, las materias primas, etcétera. Es un sistema suicida, una barbarie, y ahora ya no como alternativa, sino como lo único válido, aunque lleve a la desaparición como especie.
Resistir también es rescatar el pasado
En tal escenario, la resistencia al capitalismo no es un proceso antropocéntrico, sino una resistencia a favor de todas las especies del planeta, y es un fenómeno conjunto, desde múltiples polos de diferentes sistemas, estilos de vida y tradiciones: el mundo islámico, América Latina, el sur de Asia, el mundo eslavo…
Pero también para defender la vida de otras especies el ser humano ha atentado contra ellas a lo largo de la historia, en un conflicto entre la muerte, representada por el imperialismo, y la vida a través de cualquier forma de resistencia.
Al decir del historiador, es la supervivencia frente a algo que te quiere matar porque no compartes su visión de superioridad y ve en eso el motivo principal para “civilizarnos”, como ha sido en milenios de existencia.
“Nuestra América tiene aportes para el mundo pluricéntrico que debemos lograr”, valoró el comunicador mexicano, en referencia a una “cultura del buen vivir” que involucra el aprovechamiento de recursos de la comunidad, acompañado del buen trato y el acercamiento tanto con regiones inmediatas como de otra parte del mundo.
Muchos avances tecnológicos y las nuevas revoluciones industriales son herramientas útiles para marcar esas convergencias con otros pueblos y resistir desde múltiples latitudes al mismo enemigo, con miradas diferentes a la visión depredadora de Occidente, que es lo principal.
La forma de ver la vida en el Sur es distinta a como la ven los occidentales, y a todas las civilizaciones epicéntricas en los últimos dos mil años, reflexionó Nader, e invitó a no retomar ese rumbo y rescatar otras misiones, no solo de los pueblos actuales, sino también de las civilizaciones ya exterminadas.
Desde este punto, el diálogo con Nuestra América en Palabras retomó la historia a Palestina, cuya resistencia es también a favor de todas las víctimas desaparecidas del imperialismo occidental: pueblos enteros exterminados desde el tiempo mesoamericano, cuyo legado pertenece a las nuevas generaciones y es importante rescatar sus visiones del mundo.
“El poder popular es lo principal. No puedes hacer absolutamente nada si no tienes un pueblo ilustrado”, recalcó el profesor: no para jugar al esnovismo, como lo hacen desde el academicismo occidental, sino para ayudar al vecino, a lo inmediato.
“No somos seres individuales, pertenecemos a una colectividad, somos seres sociales y le debemos fidelidad y respuesta al otro”, alertó el académico. “Tiene que haber una otredad, que es la totalidad del mundo, y respeto al otro, respeto a ti mismo”.
Desde esa visión, lo fundamental para el nuevo mundo en construcción es respetarnos y resistir en conjunto, insistió. Su ideal de prosperidad está ahí: “resistir frente a un imperio que te lo quiere quitar todo, incluyendo tu vida”.
Para finalizar, Nader considera que la paz con justicia en todas sus dimensiones sí es posible, porque el imperialismo tienen los millones, las armas, los medios, la academia… pero los pueblos tienen las calles, y a pesar del cambio tecnológico, esa sigue siendo la arena de todos los grandes cambios.
El chavismo tiene las calles, los campos, las montañas… y del mismo modo se comporta la República Islámica de Irán, Yemen y Palestina, aseguró el entrevistado: “Los sionistas no se atreven a enfrentar en las calles gazatíes o en las de Cisjordania a la Resistencia palestina”, apuntó.
“La calle es como un espacio de resistencia, pero también como un espacio de diálogo, una especie de ágora moderna donde justamente podamos lidiar frente a quien nos oprime, tal cual, ya sea muy cerca o a distancia”, concluyó.