Colombia y Venezuela: una nueva relación
En este artículo el autor hace un repaso por los acontecimientos más relevantes en la política de América Latina en relación al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela.
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Colombia y Venezuela: una nueva relación
El reciente encuentro entre los presidentes de Venezuela y Colombia, Nicolás Maduro y Gustavo Petro, es una clara expresión del nuevo momento que vive Latinoamérica y particularmente Colombia.
Petro parece decidido a no perder el tiempo, y le ha puesto voltaje a su política exterior que busca, sin dudas, insertar a Colombia en las dinámicas regionales y globales funcionales a sus objetivos internos.
Lo anterior explica su marcado interés en reconstruir las relaciones con su vecino, que como se sabe, no es cualquier vecino.
El triunfo de la Revolución Bolivariana, encabezada por Hugo Chávez, significó una amenaza existencial para la oligarquía colombiana. El rescate de las ideas de Simón Bolívar en voz de un humilde militar instruido venezolano constituyó un peligro en términos simbólicos e ideológicos para la derecha colombiana y un aliento político para una izquierda diversa, víctima de la represión y de la lógica de la guerra.
Frente al empuje del proceso chavista, la oligarquía colombiana profundizó sus relaciones políticas, económicas y militares con Estados Unidos y se convirtió en la punta de lanza de las acciones antichavistas en la región.
Solo el interés por la paz bajó un tanto las tensiones durante los mandatos de Juan Manuel Santos. El comandante Chávez y posteriormente Maduro, junto a Cuba, fueron serios y leales aliados en la búsqueda de un acuerdo que pusiera fin a la guerra interna en Colombia, una guerra que para finales de los años 90 del siglo pasado había perdido su orientación.
El Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla FARC-EP abrió un nuevo capítulo en la historia política del país. La guerra dejó de ser el centro de las agendas políticas, y al debate nacional entraron los principales problemas que aquejan a esa sociedad, castigada por un feroz neoliberalismo.
El triunfo de Gustavo Petro es el clímax de ese proceso largo de maduración, donde los movimientos sociales y las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias aunaron esfuerzos para, desde el gobierno, iniciar una nueva etapa de transformaciones en Colombia.
El encuentro
Tras seis años sin que un presidente colombiano viajara a Venezuela, Petro se dispuso a romper con la lógica de la confrontación y el aislamiento contra su vecino.
En Caracas se encontraron dos estadistas en cuyas bases ideológicas se encuentra el pensamiento bolivariano. Fue un encuentro cordial, simbólico y de alto contenido político y estratégico, tanto para las relaciones bilaterales como para la región. Fue evidente la coincidencia en la necesidad de reconstruir una relación que por natural, nunca debió fracturarse.
Ambos países tienen una larga agenda de temas de interés común, muchos de ellos abordados en la reunión. La consecución de la paz en Colombia y por ende la construcción de una frontera pacífica y segura; el impulso al comercio y la inversión bilaterales; la implementación de una política antidrogas efectiva y la sustitución de cultivos ilícitos en la frontera; la protección del medio ambiente y la Amazonía; la transición ecológica; la integración regional, entre otros.
Ya se aprecian avances sustanciales en varios temas. El restablecimiento de plenas relaciones diplomáticas, el respaldo de Venezuela a la agenda de paz de Petro, el impulso a las relaciones económicas, y el inicio de la reconstrucción del tejido social y económico transfronterizo, así lo indican.
Sin embargo, no todo es positivo. El sistema de medidas coercitivas e injerencistas aplicadas por Estados Unidos contra Venezuela constituyen un obstáculo para las empresas colombianas, pues podrían ser objeto de represalias económicas y/o financieras. No obstante, el potencial de intercambio es amplio y diverso, y el ambiente político creado representa un aliento decisivo.
El futuro
El encuentro de Petro y Maduro tiene dos lecturas de enorme trascendencia: la estrategia de aislamiento y hostigamiento implementada por Estados Unidos contra la Revolución Bolivariana recibió en Caracas su tiro de gracia, lo que representa una victoria estratégica de la Venezuela chavista; y por otro lado, Petro ha enviado a Washington un mensaje de independencia en su política exterior que rompe con la vieja doctrina de “mirar al Norte”.
Esto por sí solo augura el desarrollo de nuevas dinámicas integradoras en América Latina y el Caribe, con puntos de continuidad y quizás otros de ruptura con la etapa abierta en los albores de este siglo por Fidel Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Néstor Kirchner y Luis Ignacio Lula da Silva, este último, convertido en el enlace simbólico y práctico entre aquella generación de líderes y la de hoy.
La apuesta de Petro por reincorporar a Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones expresa el reconocimiento del peso político, económico y cultural de Venezuela en la región y muestra la voluntad de no exclusión e integración del líder colombiano, lo que impactará de manera positiva en la revitalización de la UNASUR y en la proyección de la CELAC.
No se puede olvidar, y esto aumenta el simbolismo del encuentro, que Colombia estuvo al margen de la primera “ola progresista” iniciada con la Revolución Bolivariana, justo cuando Estados Unidos comenzaba a implementar el Plan Colombia, carril militar de una estrategia de dominación que incluyó, entre otros instrumentos, la abortada Área de Libre Comercio para las Américas.
En este nuevo momento de auge de las izquierdas latinoamericanas, Colombia entra en la escena liderada por un presidente que ha sabido moldear una estrategia política que, sin soslayar los acumulados de luchas nacionales y regionales, interpreta el siglo XXI colombiano, regional y global, advierte los principales desafíos, establece prioridades y encamina sus acciones construyendo permanentemente consensos, sin descuidar, por el momento, la movilización de las bases sociales que lo trajeron hasta aquí.
El encuentro entre Maduro y Petro se puede catalogar de histórico y marca un hito en el curso político de la región. Comienza a tejerse en América Latina y el Caribe un nuevo escenario de integración, colaboración y solidaridad, que es determinante frente a las complejidades globales de hoy y del futuro cercano.