La visión de Netanyahu hacia Gaza: ¿un desgaste que “Israel” no puede soportar?
Todos los sucesivos gobiernos israelíes, a lo largo de su historia, han fracasado estrepitosamente a la hora de encontrar una estrategia de disuasión clara que les garantice un frente seguro con la Franja de Gaza. Para el gabinete liderado por Netanyahu, la estrategia de imponer opciones por la fuerza tampoco funcionará.
Las recientes decisiones adoptadas por el minigabinete de "Israel" sobre la Franja de Gaza, relativas al mantenimiento del control de seguridad sobre el eje de Filadelfia y el nombramiento de un gobernador militar bajo el nombre de Coordinador de Ayuda Humanitaria, constituyeron un punto de discordia entre los niveles de seguridad, político y militar de "Tel Aviv", pues varios funcionarios de seguridad rechazaron la idea por considerarla un paso que tendría repercusiones negativas para “Israel”, en términos de seguridad, económica y política, e incluso para su imagen ante la comunidad internacional.
Tomar la decisión de adherirse al Eje de Filadelfia y aprobarla mediante una votación para obtener una mayoría favorable no le añade ningún valor, ni a nivel operativo ni de inteligencia, y sólo sirve a la visión de Netanyahu de prolongar la guerra, en un momento en que tanto Halevy, el Jefe de Estado Mayor, como detrás de él, Yoav Galant, el ministro de Seguridad, expresaron su rechazo a tal medida, porque pondría a "Israel" en una gran espiral de desgaste, durante la cual pagaría una precio que nunca podría soportar.
En una guerra que ya dura más de diez meses continuos en la Franja de Gaza, hay suficientes pruebas sobre el terreno; como el muelle estadounidense, impulsado por la administración de Joe Biden y el gobierno de Netanyahu como puerto estratégico para resolver el asunto en interés de “Israel”, y sin embargo en pocos meses fue objeto de varios ataques de la Resistencia y se decidió desmantelarlo, se retiró y se registró como un tipo diferente de fracaso.
Las recientes decisiones del Gabinete israelí significan un nuevo intento de girar la pelota para amplificar supuestos logros estratégicos sobre el terreno, pero la verdad es que terminan siendo decisiones tácticas, tomadas a la luz del fracaso de los objetivos militares anunciados hace más de diez meses.
Quienes siguen la política israelí en la Franja de Gaza se dan cuenta de que las decisiones de Netanyahu se enmarcan en tácticas que han demostrado ser infructuosas e ineficaces, y no encontrarán ningún entorno que les proporcione los medios para lograr los objetivos a los que aspira Netanyahu, y esto se debe a varias consideraciones.
La primera consideración: permanecer en el eje de Filadelfia se considera un asunto inaceptable para Egipto, debido a su violación del Acuerdo de Camp David, por un lado, y del Acuerdo de Cruces, conocido como Acuerdo de 2005, por el otro.
A consideración de El Cairo, cualquier fuerza del ejército de ocupación israelí en ese lugar no tiene valor militar, especialmente después de las operaciones de arrasamiento y la explosión masiva de la ciudad de Rafah, y de que todos los túneles comerciales en la frontera egipcia con la Franja de Gaza fueron destruidos.
La segunda consideración: la presencia continua de las fuerzas de ocupación israelíes en el eje de Filadelfia las convertirá en blancos fáciles para la Resistencia, a través de los diversos medios de combate disponibles para sus facciones.
Este es también el caso del eje Netzarim, objeto reiterado de ataques con granadas de mortero, artefactos explosivos, francotiradores u otros recursos. De hecho, ocho soldados murieron en sólo una semana y media, según informó el canal hebreo Kan.
Todos los gobiernos israelíes, a lo largo de su historia, han fracasado estrepitosamente a la hora de encontrar una estrategia de disuasión clara que les garantice un frente seguro con la Franja de Gaza, y con el actual, liderado por Netanyahu, y tampoco funciona la imposición de opciones de hechos consumados.
Netanyahu es más consciente que otros de que estos ejes, ya sea en Netzarim o en Filadelfia, no tienen ninguna relevancia estratégica y no constituyen en absoluto una gran victoria para él, como repite: en realidad no son más que cartas de presión que utiliza con el propósito de postergar, engañar y evadir sus responsabilidades, con tal de prolongar la guerra.
El concepto de "victoria absoluta" que Netanyahu repite, como ya ha repetido lemas anteriores, se considera una derrota política israelí por excelencia, ya que lograr este objetivo en la práctica plantea inmediatamente la cuestión de cuál es la alternativa, y de ello los líderes militares y de seguridad israelíes se dan cuenta, conscientes del impacto y las repercusiones que tendría, militares, políticas y económicas, y por tanto rechazan la idea de una reocupación directa de la Franja de Gaza.
Económicamente, “Israel” no podrá cubrir los costes de una verdadera activación de una administración civil para Gaza, que, según fuentes israelíes especializadas, necesita 20 mil millones de shekels al año y 400 nuevos puestos de trabajo, sin mencionar la responsabilidad jurídica directa que le corresponde para los 2,3 millones de palestinos en la Franja de Gaza y los planes que necesita para gestionar y rehabilitar su infraestructura; ideas que conducirían al daño directo a “Israel” y su relación con los Estados Unidos, más las repercusiones de detener la ayuda humanitaria y el apoyo humanitario internacional a los territorios palestinos ocupados.
Las opciones de Netanyahu se reducen con cada día que continúa la guerra, y su decisión de formar una administración civil en Gaza es un salto en el aire y una medida táctica temporal sin valor real. Su fracaso en encontrar una solución al misterio del día después de la guerra lo deja atrapado en Gaza, pagando un alto precio. Las últimas estadísticas del mes de agosto registran una conmoción en los círculos militares y de seguridad, con reportes de al menos 16 soldados muertos.
La opción de recurrir a la entrega de la Franja de Gaza a la Autoridad Palestina para su administración fue rechazada, porque en la mentalidad de la extrema derecha israelí sería una derrota política, ya que no quieren ceder nada a la soberanía palestina o la unidad nacional bajo el paraguas de una entidad política única, a pesar del apoyo que tal solución tiene en el mundo árabe y el gobierno estadounidense.
Una tercera y última opción que le queda a Netanyahu es mantener la Franja de Gaza bajo el dominio del movimiento Hamas, como lo estaba antes del 7 de octubre, pero eso también constituye una derrota militar para la ocupación y un claro conflicto con uno de los objetivos de guerra anunciados por Netanyahu. Esta elección tendría importantes repercusiones en el futuro de la coalición de gobierno en “Israel”, y es un problema real al que se enfrenta el primer ministro.
Por lo tanto, el truco de Netanyahu es debilitar a Gaza y ganar tiempo para romper su resistencia y dejarla sola frente a su destino. Sin embargo, esta idea no es solo suya: quien la propuso y tomó la decisión al respecto es la administración Biden, que ha aprovechado todas sus capacidades para proteger a Netanyahu y le ha abierto un puente aéreo para matar al pueblo palestino.