Atacar el entorno de la resistencia en la frontera entre Líbano y Siria
Los líderes israelíes justifican cada ataque en puntos fronterizos alegando que buscan impedir rutas de suministro militar que abastecen de armas y equipo a la resistencia libanesa desde Siria, según sus constantes informes.
Mientras las agresiones israelíes contra las instalaciones militares del ejército sirio continúan, especialmente contra sus centros de investigación y capacidades de defensa aérea, que son una constante preocupación para el enemigo, se ha intensificado recientemente la frecuencia de estos ataques bajo diversos pretextos y falsedades.
Entre ellos, se encuentran la supuesta interceptación de cargamentos de armas destinados a Líbano o agresiones dirigidas a personal militar y de seguridad vinculado al Eje de Resistencia en general.
De manera deliberada, el enemigo israelí se ensaña en la mayoría de los casos contra zonas residenciales en el corazón de Damasco y sus alrededores, provocando un número significativo de víctimas civiles en cada ocasión.
Por su parte, las fuerzas de defensa aérea sirias han logrado interceptar la mayoría de los misiles y drones atacantes. El territorio está sumido en un estado de guerra continua no solo con este enemigo, sino también con sus herramientas diseminadas en diversas regiones del país.
Recientemente, con el inicio de una amplia ofensiva sobre Líbano y la devastación sistemática en aldeas, pueblos y barrios del sur, llegando hasta el suburbio sur de Beirut, han emergido nuevas formas de agresión israelí.
Una de las más destacadas es el ataque a los puntos fronterizos entre ambos países, dirigiendo deliberadamente sus ataques a cruces de uso exclusivamente civil, especialmente en los puntos de conexión entre Líbano y Siria en las zonas rurales de Damasco y Homs.
¿Cuál es, entonces, la amenaza inminente que el enemigo busca erradicar en las oficinas de inmigración y pasaportes en esta frontera?
En coincidencia con la reciente visita del enviado estadounidense Amos Hochstein a Beirut y las declaraciones sobre la presión política creciente en Líbano, que casi sugieren la imposición de condiciones israelíes que rozan la rendición, la fuerza aérea del régimen israelí atacó el punto fronterizo de “Al-Masnaa” desde el lado libanés, siendo este el tercer ataque desde que el régimen anunció el inicio de sus operaciones militares directas contra Líbano.
Los líderes israelíes justifican cada ataque en puntos fronterizos alegando que buscan impedir rutas de suministro militar que abastecen de armas y equipo a la resistencia libanesa desde Siria, según sus constantes informes.
A pesar de que los misiles israelíes han golpeado varios puntos fronterizos entre Líbano y Siria en las últimas semanas y días, lo que resulta notable es la repetición de los ataques sobre el punto de “Al-Masnaa” en particular.
Este es el mayor cruce fronterizo entre ambos países, donde diariamente miles de civiles libaneses y sirios cruzan huyendo del infierno de destrucción que el enemigo lanza sobre Líbano y su población.
Así, “Al-Masnaa” se convierte en el “punto expuesto” por donde es imposible hacer pasar armas o municiones sin que sean vistas por todos. Pero, ¿cuándo se ha fundamentado la propaganda militar israelí en una lógica que respete la razón para justificar sus agresiones?
Esta propaganda sostiene que existe un túnel largo que conecta ambos países y que pasa por debajo de “Al-Masnaa”.
Ignorando la falacia de esta afirmación, el régimen ha llegado a amenazar a funcionarios del Estado libanés, advirtiéndoles que cualquier intento de enviar maquinaria para reparar el asfalto de este cruce civil resultaría en un bombardeo inmediato sobre la maquinaria y sus ocupantes.
Esto revela de manera clara que hay motivos y objetivos que van mucho más allá de impedir el supuesto paso de armas y municiones por “Al-Masnaa” o por debajo de él.
Los observadores del conflicto en Líbano, al analizar los acontecimientos de las últimas semanas, llegan a conclusiones lógicas sobre los objetivos detrás del bombardeo de los puntos fronterizos.
Esta agresión salvaje opera en múltiples capas completamente interconectadas, trabajando en conjunto para alcanzar objetivos más amplios que conciernen a la existencia misma del “estado de resistencia” en Líbano.
Además de la vía militar, que ha tomado un rumbo claro en la implementación de una destrucción masiva en aldeas, pueblos y barrios asociados con el entorno de la resistencia en Líbano, buscando causar el mayor número de víctimas para sembrar el terror entre los sobrevivientes, también existe la “vía psicológica”, que se articula en una agresión militar brutal y se complementa con la “ofensiva mediática”, igualmente devastadora.
Esta última comenzó temprano y ha intensificado la presión sobre la sociedad libanesa, replicando estrategias utilizadas por los enemigos de Siria contra el pueblo sirio en los primeros años de la guerra.
Además, está la “vía política” expresada a través de las “condiciones” planteadas por Hochstein hace unos días.
Por lo tanto, se puede afirmar que el cruce de “Al-Masnaa” no es solo un paso fronterizo expuesto, sino también un “punto revelador”, en el que convergen estas tres estrategias, dejando al descubierto sus objetivos profundos.
De hecho, algunos actores mediáticos y políticos locales, considerados “instrumentos de la agresión” en Líbano, han comenzado a promover con fuerza una narrativa en la que “la resistencia es la causa de la ocupación”, no al revés.
Es decir, que la existencia de la resistencia es la fuente de desgracias, destrucción y calamidades para el pueblo libanés, y que por ello el pueblo debe rechazarla y responsabilizarla de sus sufrimientos, repudiando a los combatientes como el principal motivo de la inseguridad y el caos.
Dicho discurso busca establecer la conclusión que el aparato de ocupación israelí pretende y que ahora impulsa a través de sus socios locales, para conferirle cierta “legitimidad” con el fin de contrarrestar los dos lemas libaneses más icónicos: “Por el Sayyed” y “Por la resistencia”, con la esperanza de borrarlos para siempre o convertirlos en frases que traen desgracia a quien las pronuncie.
Sin embargo, ha surgido una frase nueva y poderosa entre los refugiados libaneses (quienes, con pudor y respeto, evitan llamarse “refugiados” en Siria) desde el inicio de los ataques y desplazamientos: “Gracias a Dios, Siria es nuestra vecina y no otro país”.
Así, el panorama se completa en el punto de “Al-Masnaa”, después de pasar por múltiples rutas que intentan asediar a Líbano y su tejido social en el ámbito militar, político, psicológico y mediático, en un intento desesperado por aislar a la resistencia, desplazar a su gente y dejarlos desamparados, sin refugio, ni en su propio país ni en el único que les abre las puertas y se prepara con decisión, desde los niveles más altos, para recibirlos y proteger su dignidad.
Quizá, la reciente difusión de un breve video donde aparece una anciana culpando a la resistencia por la agresión israelí sobre su hogar revela algunos aspectos de este plan, uno muy similar al que se observó en Gaza, donde el enemigo cortó todas las rutas de escape para la población, forzando a unos pocos a cuestionar la resistencia en momentos de desesperación y horror ante la muerte y destrucción incomparables que despliega Israel.
Por ello, se golpea “Al-Masnaa” y otras áreas en Líbano donde tradicionalmente no existe la presencia de la resistencia ni sus bases, salvo como refugio temporal para aquellos desplazados por la brutalidad israelí que han tenido que abandonar sus hogares.
El objetivo es que estos refugiados sean considerados huéspedes cuya mera presencia implique un riesgo de bombardeo, y que así se golpee también Beirut. Se persigue una “rendición” social generalizada, presentando al entorno de la resistencia y su gente ante una disyuntiva: la muerte y el desamparo, o el repudio y la denuncia de esta resistencia, contribuyendo así a su destrucción y eliminándola de una vez por todas.
Al mismo tiempo, esto se presenta como un desafío para los políticos libaneses y para la propia resistencia: este es el estado de las cosas, y se espera el anuncio de rendición.
Existe otro motivo, profundamente simbólico, para el repetido ataque y bloqueo del paso de “Al-Masnaa”.
Este es el “Camino de Damasco”, la vía hacia la capital de Siria, nación que declara con palabras y hechos, con inmensos sacrificios, que es el pulmón de esta resistencia, su respaldo y su sostén.
Queda la gran pregunta: ¿tendrán éxito los planes del enemigo? Se podrían escribir páginas sobre la historia de los pueblos resistentes en esta región y los resultados de los conflictos constantes entre los dueños de la tierra y los ocupantes. Sin embargo, bastaría con observar cómo, en el sur de Líbano, los valientes combatientes han transformado, especialmente en la última semana, el entusiasmo sionista inicial en una frustración total, gracias a la impresionante estrategia de la resistencia, que cada día revela planes nuevos, precisos y en constante ascenso, especialmente desde el inicio de la fase de “dolor al enemigo” anunciada por el vicepresidente de Hizbullah, el Sheikh Naim Qasim.
Y también podemos observar el impacto psicológico reciente de estas operaciones de resistencia en el Líbano, no solo en el evidente sentido positivo que denota una gran confianza en los combatientes y en la victoria dentro del entorno de la resistencia, sino también en el sentido negativo que comienza a manifestarse en aquellos que simpatizan con el enemigo, quienes ahora experimentan el mismo desaliento.
Podemos afirmar, entonces, que no solo han fracasado los planes del enemigo orientados a aislar a la resistencia de su pueblo y su entorno, ni sus intentos de humillar a quienes eligieron su posición “entre el orgullo y la humillación” desde hace más de mil años, sino también que se consolida el principio histórico indiscutible: el “colonizador es un alumno muy torpe” que nunca aprende.