El acuerdo de Gaza... ¡Los escenarios por venir!
En este artículo de Yahya Al-Sadeq se analiza cómo la mayoría de las estimaciones coinciden en cuatro posibles escenarios para el futuro del acuerdo de alto al fuego en Gaza.
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El acuerdo de Gaza... ¡Los escenarios por venir!
La guerra de Gaza no ha terminado y probablemente no termine pronto. No es una afirmación pesimista, sino la constatación de lo que mostraron las semanas posteriores a la firma del alto al fuego. Pronto se evidenció que lo firmado sobre el papel no garantiza el inicio de una fase de paz.
Como ocurrió en experiencias anteriores, “Israel” comenzó a eludir sus compromisos mientras continuaba sus ataques a civiles y zonas residenciales. Al mismo tiempo, la Knesset avanzó en pasos concretos hacia la anexión de Cisjordania, como si el acuerdo de Gaza no fuera más que una breve pausa en una guerra prolongada.
En esencia, los análisis coinciden en cuatro escenarios posibles para el futuro del acuerdo. Las probabilidades varían, pero todos dependen de la voluntad israelí y estadounidense, mientras que los demás actores, firmantes o garantes, carecen de herramientas de presión efectivas más allá de comunicados diplomáticos que no modifican la realidad en el terreno.
Escenario 1: aplicación parcial al servicio de los intereses israelíes
El primer escenario, y el más probable, consiste en una aplicación selectiva del acuerdo según los intereses inmediatos de "Tel Aviv", pues, la historia reciente, del sur de Líbano a Gaza, demuestra que “Israel” nunca respetó por completo un alto al fuego.
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Siempre cumple solo aquello que le garantiza beneficios, mientras que el resto de las obligaciones queda sujeto a pretextos de seguridad o cuestiones técnicas.
En la situación actual, “Israel” prioriza tres objetivos:
- recuperar a sus prisioneros,
- reducir el desgaste de su ejército en la Franja
- y reparar su imagen ante la opinión pública internacional, deteriorada por las escenas de destrucción y muerte.
Por eso, el gobierno de Benjamín Netanyahu realizó retiradas limitadas en algunas zonas, intercambios parciales de prisioneros y permitió la entrada de ayuda humanitaria simbólica. Los demás puntos, como la retirada total, la libertad de movimiento de los civiles o la reconstrucción de infraestructuras, quedaron suspendidos o reinterpretados con ambigüedad.
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El resultado es una calma intermitente: cesan temporalmente las operaciones de gran escala, pero continúan los ataques aéreos, los asesinatos selectivos y los obstáculos a la ayuda humanitaria.
Cuestiones de fondo como el futuro del gobierno en la Franja, la reconstrucción o el armamento de la resistencia permanecen congeladas, especialmente tras la pérdida de la carta de los prisioneros como factor de presión.
Escenario 2: avances limitados bajo presión internacional
El segundo escenario prevé un progreso parcial gracias a la presión internacional, especialmente europea, y al deterioro de la imagen de “Israel” ante la opinión pública mundial. Sin embargo, el éxito depende de la seriedad con la que Estados Unidos exija a "Tel Aviv" cumplir el acuerdo, una seriedad que ha demostrado ser inconstante y condicionada por la política interna más que por principios de justicia o derecho internacional.
Este avance podría incluir un aumento de la ayuda humanitaria, nuevas retiradas según líneas predeterminadas y el inicio de la reconstrucción de zonas destruidas.
Sin embargo, todo ello sería frágil y reversible, pues Netanyahu mantiene tropas dentro de la Franja bajo el argumento de “garantizar la seguridad” y con el objetivo de convertir el conflicto en una carta electoral, presentándose como salvador de “Israel” frente al “terrorismo”.
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Incluso si se lograran avances, no habría una calma plena. La experiencia demuestra que “Israel” solo respeta los acuerdos frente a una fuerza de disuasión efectiva, como ocurrió en el sur de Líbano después de la guerra de julio de 2006.
Sin ese equilibrio, los ataques diarios, bombardeos, asesinatos, francotiradores, continuarán siendo parte de la normalidad.
Escenario 3: colapso del acuerdo y regreso a la guerra
El tercer escenario, el más negativo, es el colapso del acuerdo debido a un entendimiento israelí-estadounidense, explícito o implícito, que permita a "Tel Aviv" reanudar la guerra bajo un nuevo pretexto.
Las justificaciones están preparadas: desde el desarme de la resistencia hasta la “amenaza a la seguridad israelí” o el “fracaso de la administración internacional de la Franja”.
La opinión pública internacional podría actuar como un freno relativo. Las recientes manifestaciones en capitales occidentales y la creciente vinculación del discurso sobre ocupación y apartheid muestran que la solidaridad con Palestina ha dejado de ser meramente emocional para convertirse en conciencia política global, presionando a los gobiernos occidentales.
Aun así, el regreso a la guerra sigue siendo posible. “Israel” nunca perdió el apetito por la violencia ni la capacidad de inventar pretextos.
Si se reinicia el conflicto, la Franja volverá a ser escenario de bombardeos, incursiones, bloqueos y una tragedia humanitaria agravada. La población buscará agua, medicinas y refugio, mientras se contabilizan nuevamente víctimas y desaparecidos.
Obstáculos para la aplicación completa del acuerdo
Si existe un documento firmado con garantías internacionales, ¿por qué no se cumple? La respuesta está en la naturaleza del conflicto y en tres factores que retrasan indefinidamente la implementación total:
Rechazo israelí a la retirada completa: el gobierno enfrenta presiones de la extrema derecha, que considera cualquier retirada una “concesión histórica”. Esto hace inviable la idea de una administración internacional, ya que el control real permanece en manos del ejército israelí.
- Negativa de las facciones de resistencia a desarmarse: no se trata solo de un asunto técnico, sino del derecho del pueblo palestino a defenderse. Aceptar el desarme significaría el fin del proyecto de resistencia y el inicio de la dominación israelí completa.
- Presión internacional limitada: las potencias que permitieron la continuidad de la guerra genocida no se convierten de repente en fuerzas de contención. La experiencia demuestra que la presión exterior llega solo hasta un punto que no amenaza las políticas israelíes ni el apoyo estadounidense.
Mentalidad de guerra permanente
Lo que ocurre hoy no se separa del comportamiento israelí acumulado durante ocho décadas: la misma mentalidad que concibe cada tregua como táctica militar, no como cambio político; la misma apuesta por el desgaste del adversario y la erosión de su entorno social.
Por eso, el acuerdo de Gaza, aunque parezca un paso hacia la calma, es solo un nuevo capítulo de una guerra prolongada cuyo título constante es: aplazar la explosión, no impedirla.
Hablar de un “próximo acuerdo de paz” ahora parece un lujo retórico. Los hechos muestran que “Israel” no busca una solución, sino gestionar el conflicto de manera que garantice su superioridad militar y política.
Mientras tanto, los palestinos, entre las ruinas y el asedio, continúan pagando el mismo precio desde hace más de setenta años: el precio de existir.
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