Diplomacia en dos vías y "tambores de guerra" redoblando en tres
Las señales de un avance en los frentes sirio y palestino no significan que se repetirá una situación similar en otros de confrontación con "Israel". Todo lo contrario.
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Diplomacia en dos vías y "tambores de guerra" redoblando en tres
Observadores atribuyen el "cambio radical" en las posturas del presidente Donald Trump respecto a Gaza, Cisjordania, y los caminos hacia la calma y la solución, a su encuentro con líderes de ocho países árabes e islámicos, que demográficamente representan (casi) la mitad de los mundos árabe e islámico.
Esas naciones son las más activas e influyentes en la escena internacional, y su acuerdo sobre una postura unificada podría actuar como la locomotora capaz de arrastrar al resto de la Liga Árabe y la Organización para la Cooperación Islámica.
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Sin subestimar o minimizar las demás causas que pudieron haberse conjugado para hacer posible este giro en la posición de la Casa Blanca –como los cambios en la opinión pública mundial, incluida la estadounidense; el "tsunami" de reconocimientos internacionales del Estado de Palestina; el "ardor" de Trump por el Premio Nobel; y el deseo de los sensatos en Washington y "Tel Aviv" de salvar a "Israel" de la locura de su gobierno fascista–, decimos que, sin subestimar o minimizar el efecto de estas causas, la mencionada reunión al margen de la 80ª Asamblea General fue el punto de partida de este camino.
Ha comenzado un nuevo camino. No sabemos dónde terminará, cómo se cristalizará, ni si es serio y genuino, o simplemente otra de esas maniobras y juegos a los que nos hemos acostumbrado desde el inicio del tren Madrid-Oslo.
Desconocemos los precios que pagarán las partes, y si los procesos de trueque y chantaje terminarán por preservar el mínimo de los legítimos derechos nacionales palestinos. Pero hay una vía en proceso de lanzamiento, cuyas paradas incluyen:
- Detener la guerra de exterminio en y contra Gaza,
- derrotar la opción del desplazamiento forzoso, tanto el manifiesto como el implícito,
- y rechazar los proyectos de anexión de Cisjordania.
Estos son indicadores sobre los que se puede construir, aunque siguen siendo borrosos hasta el momento, con límites y características indefinidas. Hay una "promesa" de detener la masacre, de que los palestinos permanezcan sobre su suelo nacional, y de frenar los procesos de desmembramiento y anexión en Cisjordania.
En otro frente, no muy lejano a Gaza, existe una tendencia inconfundible a establecer una especie de calma y estabilidad en el frente sirio. Las conversaciones directas e indirectas entre la nueva administración siria y el gobierno de Netanyahu aún no llegaron a un resultado final, debido a la elevada escalada de las demandas israelíes, que amenazan la unidad, la estabilidad y la soberanía de Siria.
Sin embargo, según Thomas Barrack, las conversaciones continúan, la diplomacia no tiró la toalla, y Damasco parece más flexible en la mesa de negociación, especialmente en lo que respecta a los arreglos de seguridad, mientras que el "nudo de Sweida" parece muy sensible e impone una presencia provocadora en las mesas de diálogo.
Hay una promesa que no ha visto la luz de detener las transgresiones y abusos, pero hasta ahora desconocemos el destino de las nuevas ocupaciones israelíes de tierras con valor estratégico a nivel de seguridad, militar y acuático.
Tambores de guerra redoblando en tres frentes
Sin embargo, los indicios de una distensión en los frentes sirio y palestino no significan que una situación similar envolverá a los otros frentes de confrontación con "Israel". Todo lo contrario.
El escalamiento en los frentes de Irán, Líbano e Irak podría ser el precio que Netanyahu exigirá por su renuente aceptación a seguir la iniciativa de Trump. En lugar de una "promesa" de distensión en los frentes de Gaza y Siria, hay "tambores de guerra" que redoblan con fuerza en los otros tres, sin olvidar Yemen y el mar Rojo, que sigue encendido y está más estrechamente ligado, tanto en escalada como en calma, a Gaza.
Se levantó la cobertura política sobre Irán, lo que se asemeja a una luz verde para que Netanyahu y su gobierno reanuden lo que comenzó el 13 de junio. No hay negociaciones estadounidenses-iraníes, ni directas ni indirectas; las sanciones de la ONU regresaron sobre Teherán tras el fracaso del último intento ruso-chino en el Consejo de Seguridad de otorgar a Irán y sus negociaciones con Occidente seis meses adicionales; el colapso de la diplomacia (no su muerte, según Araghchi); la amenaza de círculos iraníes de revisar la membresía iraní en el Tratado de No Proliferación y reconsiderar su "doctrina nuclear"; y la escalada de las demandas estadounidenses (léase israelíes) para que su programa de misiles no exceda los 500 km de alcance.
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No hay mejor oportunidad para "Israel" de saldar sus cuentas con Irán que esta. Y este último no tiene dolientes entre aquellos con quienes se reunió Trump en Nueva York, o al menos, no que se lamenten con fervor por lo que la República Islámica pueda sufrir en los próximos días.
A menos que ocurra un nuevo y sorpresivo desarrollo cualitativo en la vía diplomática, el redoble de tambores de guerra continuará. Solo la convicción de "Israel" de que la respuesta iraní esta vez será diferente, decisiva, disuasiva y destructiva, la hará desistir.
El tiempo de enviar "mensajes de fuego" ha terminado, y ha llegado el tiempo de encender incendios. O "Israel" se abstiene de una vez por todas, o su brazo largo seguirá surcando los cielos y territorios iraníes. No hay forma de romper esta ola de arrogancia y prepotencia sino rompiéndole la nariz a Netanyahu, Zamir, Katz y a todos los que los siguen. ¿Lo hará Teherán? ¿Podrá hacerlo?
En Líbano, la ecuación parece más simple a pesar de su aparente complejidad. Hizbullah no entregará sus armas, y su secretario general no cesa de amenazar con una batalla "karbalá".
La "Batalla de la Roca de Raouche", que fue superflua, puso de manifiesto la profunda división interna sobre el "arma" y lo que hay más allá. En cuanto al "mediador de paz" Thomas Barrack, no duda en confesar lo que guarda en su interior: cortar la cabeza de la serpiente, refiriéndose a Hizbullah y a Teherán; y "no armaremos al ejército para enfrentarse a 'Israel' sino para luchar contra Hizbullah".
El "mediador" descartó el enfoque de "paso por paso" y "anunció" a los libaneses que "Israel" está en el sur para quedarse (y quizás para expandirse). Las pelotas rebotan en el campo libanés, lo que se asemeja a un "levantamiento de la cobertura política" y una luz verde para que el gobierno de la derecha fascista reanude lo que comenzó en el otoño del año pasado.
En Líbano, como en Irán, solo una fuerza similar disuadirá la locura del poder israelí. Hizbullah afirma haber reagrupado sus fuerzas y estar listo para la guerra si se le impone.
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Nadie más que Hizbullah sabe lo que posee, lo que queda de sus fuerzas, y lo que se reconstruyó y produjo. Para nosotros, los observadores, especialmente desde el exterior, la próxima batalla, si ocurre (y es probable que lo haga), o será el punto de partida del "viaje de mil millas" para construir un "equilibrio de disuasión mutua" entre las dos partes, aunque esto se logre a precios libaneses más altos y desastrosos, o introducirá a Hizbullah y a Líbano en una nueva fase, desde una posición extremadamente difícil, incomparable con la que concluyeron después de la guerra de apoyo y la "gente de gran valor".
Es una ecuación extremadamente peligrosa, y quizás sea una encrucijada definitiva, que exige que Hizbullah reflexione con mayor profundidad para trazar los contornos de sus próximos pasos, y consultas más vinculantes con sus aliados en la región, que vayan más allá de los entendimientos hasta convertirse en promesas y compromisos.
En Irak, el panorama parece algo similar, aunque con un menor grado de intensidad y severidad. Esto se debe a que el grupo que se involucró en el "apoyo" y se mantuvo comprometido con las prioridades del "Eje" es, para todos los efectos, un grupo "minoritario", incluso en su entorno social.
La reciente acción de Washington de incluir a grupos iraquíes en sus listas negras de organizaciones terroristas se interpreta en Bagdad como una "luz verde" otorgada a "Israel" para lanzar ataques en la profundidad iraquí, y quizás en Bagdad misma, dada la simbología de este asunto y los mensajes que implica para la región en general, y para Teherán y su eje en particular.
Bagdad se esfuerza por evitar este escenario. Presionó para la entrega de Elizabeth Tsurkov, y pospuso la aprobación de la ley de las "Fuerzas de Movilización Popular" en respuesta a la presión estadounidense.
Hay intentos de disolver las facciones requeridas e integrarlas en las instituciones militares y de seguridad iraquíes. Sin embargo, esto no ha intercedido por las mencionadas facciones, ni ha impedido que Netanyahu amenace con "aplastarlas" desde la tribuna de las Naciones Unidas.
Los cielos de Irak, desprovistos de fuerza aérea y defensas aéreas, parecen nublados a la espera de una sorpresa de gran calibre. Con ella, Netanyahu podría compensar su "aterrizaje de emergencia" en la pista de la iniciativa de Trump, y alargar la duración de la guerra, que se ha convertido en una condición de existencia y supervivencia para él y para las corrientes de la derecha fascista que representa en "Israel". Es una imagen que se suma a otras, destinadas a ser consagradas como una prueba tangible de la capacidad de disuasión hegemónica de "Israel".
A diferencia de los frentes iraní y libanés, no se espera una respuesta iraquí a la agresión israelí si esta ocurre, que vaya más allá de los procedimientos diplomáticos habituales: una queja ante las Naciones Unidas, que podría o no terminar en una declaración presidencial; una reunión del Consejo de la Liga, e Irak será afortunado si se celebra a nivel ministerial.
Declaraciones de condena tímidas que no van más allá de la cortesía hacia un miembro fundador de la Liga Árabe; preocupación en algunos círculos iraquíes, y regocijo en otros que tienen una "amarga experiencia" con las mencionadas facciones.
Irak, un cuarto de siglo después de la ocupación de Bagdad, sigue en la situación del "hombre enfermo". Y aunque ha abandonado la "sala de reanimación", todavía está en la cama de la curación y la recuperación.