Palestina, entre la victoria y la capitulación
Palestina es un pueblo digno y decidido a defender su emancipación hasta las últimas consecuencias.
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Palestina, entre la victoria y la capitulación
Nunca la entidad sionista conocida como "Israel" ha estado más aislada a nivel de la opinión pública mundial, pero a la vez, esa debilidad política se trasunta en mayor perversidad para ejecutar un genocidio sistemático y claramente planificado que busca un solo objetivo: exterminar toda presencia palestina en el territorio que pertenece a este pueblo.
No es una novedad, ocurre así desde 1948, más allá de que algunos recién se están dando cuenta ahora cuánto ha venido sufriendo Palestina ocupada.
Sin embargo, dentro de ese aislamiento de la mafia sionista que gobierna en “Tel Aviv”, que ha ido estallando con una lentitud exasperante después de dos años exactos de bombardeos continuos, son muy pocos, unos por desconocimiento y otros completamente adrede, los que reconocen que esta batalla ganada se debe a que el pueblo palestino y sus organizaciones político-militares, han resistido de manera heroica a la mayor de las agresiones bélicas de este siglo XXI y parte del anterior.
Esa actitud se ejemplifica con hechos tan evidentes como que una enorme masa de pobladores de Gaza -casi un millón de ellos- decide plantarse en su territorio y no moverse hacia ningún sitio que recomienden como "seguros" los ocupantes. No se trata de un suicidio a gran escala, sino del compromiso de llevar a la práctica los postulados iniciáticos del Diluvio de Al-Aqsa: "esta es una lucha de victoria o martirio".
Esto ocurre, aunque no lo entiendan jamás los analistas de salón que pululan por Occidente, porque todo el pueblo palestino forma parte de la Resistencia, que a pesar que el enemigo yanqui-sionista lo ha intentado en varias ocasiones, no han logrado separar a esas masas valientes y decididas, del coraje continuo de las facciones palestinas que están en la primera línea, enfrentando a tanques, drones y aviones, utilizando todas las armas a su alcance.
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No, no se trata de una "guerra entre "Israel" y Hamas", como les gusta enunciar, sino de un plan genocida que nace en 1948 cuando el pueblo palestino fue traicionado y entregado por las grandes potencias, más la ONU, para que un "Estado" inexistente, nutrido de esa doctrina criminal que es el sionismo, se asentara a sangre y fuego en un territorio que no le pertenecía. Y que, para más detalles, era "imprescindible vaciarlo" de sus pobladores originarios, tal cual sugería la señora Golda Meir.
Siete décadas después de aquel genocidio inicial denominado por el mundo árabe como "La Naqba", el sionismo y su aliado principal de Washington vuelve a repetir la escena, aumentando aún más la cantidad de asesinados y destruyendo pueblos enteros de Palestina ocupada. No solo eso, sino también extendiendo su voracidad criminal a toda la región.
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De allí que no caben dudas que el 7 de octubre de 2023 era necesario para no solo demostrar que la palabra rendición no está incluida en el vocabulario palestino, sino también para que buena parte de los pueblos del mundo que durante años fueron intoxicados con la idea de que "Israel" era la mayor democracia de Medio Oriente, que su pueblo estaba forjado por las víctimas del nazismo y que debían enfrentar al "terrorismo" del mundo árabe que pujaba por "arrojarlos al mar", entendiera que un importante sector de la población israelí avala las prácticas genocidas de su gobierno, y persigue dentro y fuera de sus fronteras a los judíos que reniegan de ese giro a posiciones nazis de sus compatriotas.
Cuidado con oportunistas y capituladores
En otro marco parecido, pero igual de nefasto, como ocurriera en el 48, comienza ya a gestarse la idea de un nuevo golpe de mano contra el pueblo palestino. Como por arte de magia, la hipocresía de los gobiernos europeos y por supuesto todos aquellos que apadrina EE. UU, han vuelto a las andadas con el discurso insostenible en la práctica, de los "dos Estados". Justamente en un momento en que la imposibilidad de tal propuesta brilla por todo lo alto, después de que esa entidad criminal (a la que algunos oportunistas quieren dar patente de Estado) acumulara en su haber cientos de miles de palestinos y palestinas martirizadas y otro tanto de heridos de gravedad.
¿A quién se le ocurre entonces hablar de esa posibilidad que a lo largo de los años aparecía en escena y se caía por su propio peso? Por supuesto que a quienes intentan sacar rédito de lo que imaginan como una futura derrota palestina. Y en ese tren se suben, desde la derecha más recalcitrante, sus gobiernos y funcionarios, hasta esa progresía pacifistoide, "buenista" y confusa, que buscan su lugar bajo el sol apelando a un discurso "políticamente correcto".
Echando más leña al fuego de estas propuestas, no podía faltar el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbás, que en medio de la sostenida masacre que provocan los sionistas sobre Gaza y Cisjordania ocupada, utilizó los minutos que le concedieron on line en la ONU, para denostar contra Hamas y el levantamiento del 7 de octubre, negándole a la Resistencia un lugar en el futuro de Palestina. Es que Abbás y la ANP que él preside constituyen en este caso un obstáculo para la Revolución palestina.
No en vano fueron denunciados hace años por ese gran pensador palestino que fue Edward Said, por su "falta de democracia, corrupción y la existencia de monopolios asociados al gobierno, incluso con miembros de la seguridad israelí".
Hoy, que los pueblos del mundo siguen manifestándose en apoyo a la Resistencia y exigiendo el fin del genocidio, es preciso estar atentos para evitar que los cuervos de la política mundial, los que solo piensan en dinero y en conquistar países para someterlos, no quieran adueñarse de lo que no les corresponde, que es la victoria a futuro de un pueblo que conoce muy bien quienes realmente han acudido a su llamado de solidaridad y a los que por más que ahora se llenen la boca de palabras huecas sobre Palestina, no han dejado ni un solo instante de armar y equipar al ejército ocupante.
Su complicidad no debe tener ni olvido ni perdón. Sus cantos de sirena son conocidos, y aunque lo sigan intentando fracasarán como les pasó con los famosos "Acuerdos de Madrid" y los de Oslo.
Palestina no será un instrumento de las ambiciones de quienes siempre han tratado de usarla como moneda de cambio de sus políticas imperiales, sino un pueblo digno y decidido a defender su emancipación hasta las últimas consecuencias.