Asesinato de lenguas: el otro genocidio
La desaparición de una lengua implica la pérdida de saberes medicinales, relatos y modos únicos de mirar el mundo.
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Asesinato de lenguas: el otro genocidio
Hay una cámara que muestra esta imagen: el desierto chaqueño, un plano largo. En él, un hombre habla en lengua ayoreo. Con voz pausada traduce al español: “En la selva, mi nombre original era Sobode Chiqueno. Los blancos me bautizaron ‘Mateo’ Sobode Chiqueno.”
La escena forma parte del multipremiado documental paraguayo Apenas el Sol, que relata la lucha de este chaqueño por preservar su cultura ancestral.
Su pueblo originario, asentado entre Paraguay y Bolivia, aún conserva algunos grupos en aislamiento voluntario, los únicos en esa situación en el continente fuera de la Amazonía.
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Otros ayoreo tuvieron que abandonar los bosques y trasladarse a comunidades precarias, rodeados de radios, televisores, celulares y letreros en un idioma ajeno.
A pesar de su avanzada edad, Sobode Chiqueno recorre el territorio grabando en casetes la memoria de su comunidad.
Pero el ayoreo no es el único que atraviesa esta situación. Además de la pérdida de sus territorios, los pueblos indígenas sufren la desaparición de su diversidad lingüística, uno de sus principales tesoros culturales.
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Sabode Ciqueno recorriendo un pueblo Ayoreo. -
Sabode Chiqueno junto a la directora del documental, Arami Ulión.
El riesgo de quedarse sin palabras
Las lenguas originarias de todo el mundo enfrentan hoy un peligro inminente. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), de las siete mil hablas vivas, al menos 40 por ciento están amenazadas.
Solo en el último siglo desparecieron unas 600, a un ritmo promedio de una cada dos semanas.
El organismo internacional advirtió que, de no tomarse medidas urgentes, hasta el 90 por ciento de los idiomas podrían extinguirse para finales de este siglo.
¿Y si no lloviera en la Amazonía?https://t.co/rU3TsgLdPV#Amazonia #Naturaleza #CalentamientoGlobal pic.twitter.com/QLjiNkBMm5
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) June 2, 2025
La alerta no se limita a la comunicación oral: hasta 2022, apenas el dos por ciento de estos idiomas tenía una presencia significativa en Internet, lo que limita su acceso a la comunicación digital y a servicios públicos clave.
Según datos del Atlas de la Unesco, más del 92 por ciento de las lenguas en peligro eran utilizadas en 2018 por menos de 100 mil personas, y más de mil 700 (el 76 por ciento) por menos de 10 mil.
La pérdida de una forma de comunicación —como la desaparición de un pueblo— implica borrar saberes ancestrales: narrativas, conocimiento medicinal, modos de relacionarse con la naturaleza… un patrimonio intransferible.
Lenguaje como herramienta de dominación
Durante siglos, el colonialismo utilizó el lenguaje como instrumento para controlar a los pueblos originarios. Mientras la bala era empleada por los poderes para someter físicamente, el habla del conquistador subyugaba espiritualmente.
La desvalorización y el borrado sistemático de las culturas generaron una forma de esclavitud psíquica: un mecanismo que, según el intelectual africano Ngũgĩ wa Thiong’o, fue clave para someter el universo mental.
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Esta dinámica provocó la desaparición de múltiples lenguas ancestrales, pues las autoridades eurocentristas promovieron políticas de asimilación que reprimieron siglos de diversidad y conocimiento tradicional.
Mediante un currículo oculto en los textos escolares, se buscaba imponer la supremacía de la cultura dominante y sus valores.
En Las Américas, la colonización no solo significó la ocupación territorial y económica, sino también la imposición de estos sistemas de signos, cuyos efectos perduran hasta hoy.
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Asesinato de lenguas: el otro genocidio
Pérdidas desde el Sur
Según el Banco Mundial, uno de cada cinco pueblos indígenas en América Latina y el Caribe perdió su idioma ancestral: 44 de ellos ahora transmiten sus ideas en español y 55 en portugués.
El escritor nahua Martín Tonalmeyotl, originario de Guerrero, México, recordó en conversación con Distintas Latitudes que durante el siglo pasado su país vio extinguirse hablas como el ópata, el pochuteco y el tubar o tubare.
La discriminación y el racismo, tanto por parte de la sociedad como del Estado, fueron dos de las principales causas de esta desaparición.
Dichas expresiones quedaron expulsadas de instituciones clave como escuelas y centros de salud, gestionados casi exclusivamente en los idiomas oficiales.
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Asesinato de lenguas: el otro genocidio
El Atlas desarrollado por la Unesco destacó un caso particular en Sudamérica: en Uruguay, las expresiones indígenas se extinguieron por completo en los últimos siglos, por lo que los guaraníes locales terminaron comunicándose únicamente en español.
En el Caribe, salvo contadas excepciones, la situación fue similar.
Algunos de estos asesinatos identitarios se consumaron apenas en la última década, porque quienes conservaban los conocimientos sufrieron discriminación y violencia.
Entre ellos figuraron el tehuelche (desaparecido desde 2019, Chile y Argentina), el remo (2014, Brasil y Perú) y el apiaká (2011, Brasil).
La pandemia de Covid-19 hizo perder el juma, hablado por el pueblo del mismo nombre en la Amazonía brasileña hasta 2021, cuando su último portador falleció a causa del coronavirus.
Ese mismo año murió Cristina Calderón, la última yagán (o yámana) de Tierra del Fuego, Chile.
Con su fallecimiento se extinguió la última voz de su nación: hoy solo sobrevive medio centenar de descendientes, todos hispanohablantes y fruto del mestizaje.
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Asesinato de lenguas: el otro genocidio
América del Norte: herencia en riesgo
Cuando los europeos llegaron a lo que actualmente es Estados Unidos, existían unas 280 lenguas indígenas agrupadas en 51 familias, incluidas varias sin parentesco conocido.
Hoy, la mitad ya quedó extinta y todas las demás pasaron a riesgo de pérdida, según la Unesco.
La preferencia por el inglés y el rechazo al bilingüismo redujeron todas las posibilidades de preservarlas, como señaló la lingüista Leanne Hinton en su libro Federal Language Policy and Indigenous Languages in the United States.
La situación en California es elocuente. Al producirse la “fiebre del oro” en 1849, se hablaban allí aproximadamente 100 lenguas indígenas diferentes.
Ahora menos de la mitad cuenta con hablantes fluidos —casi todos ancianos— y ninguna se transmite como idioma natal.
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Asesinato de lenguas: el otro genocidio
En Canadá, el 75 por ciento de las lenguas indígenas está en peligro de extinción y algunas solo las hablan unos pocos ancianos.
La tendencia, además, va en descenso: en 2016, el 15,6 por ciento dijo poder comunicarse en habla nativa frente al 21 por ciento en 2006.
Existen grandes disparidades: el 64 por ciento de los inuit, el 21 de los pueblos de las Primeras Naciones y apenas el dos de los métis afirmaron conservar su idioma.
A partir de 1883, la política oficial impulsó internados para la población aborigen. Más de 150 mil niños asistieron a estas escuelas entre 1857 y 1996, obligados a renunciar a su cultura, religión, modo de vida e idioma.
Muchos murieron allí; quienes sobrevivieron sufrieron abusos físicos, sexuales y psicológicos.
Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá, estos centros se crearon “para separar a los pequeños de sus familias, debilitar los lazos culturales y adoctrinarlos en la sociedad legalmente dominante”.
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Estrategias de preservación
América Latina aún no registró casos de lenguas “resucitadas”, pero sí hay esfuerzos por preservar las que aún existen, como ya lo demostró Australia o Nigeria.
La música, el cine y la literatura fueron herramientas fundamentales para mantener vivas muchas de las lenguas originarias de la región.
Sobode Chiqueno vio cómo los blancos grababan sus propias historias. “Me dije entonces: ‘Tengo que trabajar para comprar una grabadora y guardar la cultura ancestral’”, explicó en “Apenas el Sol”.
Los ayoreo hicieron todo tipo de esfuerzos por preservar su lengua. En sus comunidades, por ejemplo, los niños y jóvenes hablaron en su idioma.
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El líder en Puerto María Auxiliadora, en la zona fronteriza con Brasil Juan De La Cruz Ajaojai Dosape, comentó que esto se debe, entre otros factores, a la elaboración de diccionarios y el rescate de historias, cuentos y vidas de antiguos.
La producción literaria de escritores indígenas destacó en el último informe del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe.
Algunos Estados, además, poseen organismos nacionales dedicados al estudio y preservación de este patrimonio inmaterial.
Sin embargo, la realidad para una persona indígena es que la radio, la TV, las clases en escuelas y universidades, el contenido online y los letreros en las calles siguen estando en mayor medida en español o portugués.
Entre los pocos árboles que quedan en el horizonte chaqueño, los últimos grupos en aislamiento voluntario se aferran a sus cantos ancestrales para no quedarse, también ellos, sin palabras.