Cuba: Abrazos e hipocresías
El artículo aborda el incendio ocurrido en la base de supertanqueros de la provincia cubana de Matanzas, la valentía de los hombres y mujeres que enfrentaron el siniestro, la solidaridad especialmente de Venezuela y México, así como la "supuesta" ayuda de Estados Unidos.
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Cuba: Abrazos e hipocresías
El incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas estremeció a Cuba. Se trata de la mayor catástrofe de su tipo enfrentada en el país y ocurrió en medio de una compleja situación económica.
El gobierno cubano, tras evaluar la magnitud del siniestro, solicitó públicamente y por las vías diplomáticas ayuda a la comunidad internacional, especialmente a países con experiencias en temas petroleros.
En pocas horas México y Venezuela enviaron especialistas, medios y recursos para ayudar a las fuerzas cubanas en la extinción del incendio.
Helicópteros y medios navales, sustancias y equipos contra el fuego estuvieron entre lo dispuesto por estos países.
Las fuerzas cubanas, mexicanas y venezolanas redujeron de manera coordinada las llamas, en un combate por la vida que ha emocionado a la Isla, adaptada toda ella a darse al mundo.
Países como Chile, Rusia, Argentina, Nicaragua y Jamaica, entre otros, también se pusieron a disposición de la nación antillana para ayudar en lo necesario.
En contraste, aunque el gobierno de Estados Unidos ofreció condolencias, redujo su "ayuda" a una "asesoría" que se desarrolló mediante contactos telefónicos entre especialistas estadounidenses y sus homólogos cubanos.
La mayor potencia del mundo, con todos los recursos tecnológicos y humanos necesarios para sofocar este tipo de evento, y a poco más de cien millas de distancia, decidió "auxiliar" con unos consejos técnicos por vía telefónica.
No conforme con tan mezquina actitud, el pueblo cubano tuvo que leer cómo la embajada de su rico vecino lanzaba una amenaza desde su cuenta en twitter: "Estados Unidos vigila la situación en Matanzas y está a la espera de que Cuba requiera asistencia humanitaria".
Todo el mundo conoce el significado de "vigilar" para asistir "humanitariamente". Con este gesto, el cinismo alcanzó planos olímpicos. La mezcla entre la inacción oportunista y la amenaza velada subrayó el carácter criminal de la política estadounidense hacia La Habana.
Lecturas geopolíticas
Washington está inmerso en una carrera por recuperar parte de su hegemonía global. Las maniobras antirrusas en Europa y antichinas en Asia, que incluye una escalada paulatina de acciones bélicas, permiten deducir que América Latina, como "retaguardia segura", no será "abandonada" por Washington.
En ese contexto, la región sigue siendo un terreno en disputa entre el panamericanismo monroista y el latinoamericanismo bolivariano.
Aun cuando la Casa Blanca juegue con ciertas ventajas en el tablero regional, los cambios políticos en la zona podrían obstaculizar sus planes hegemónicos.
En esta lógica, cobra sentido la postura asumida por la Casa Blanca respecto a Cuba.
EE.UU. en los peores momentos de la COVID-19 negó el oxígeno al pueblo de la Isla. Esperaban ansiosos la asfixia. En este momento de crudo incendio y crisis energética, lo pragmático y real-político era negar hasta el agua. La implosión de Cuba es la meta.
No existe un político serio en el hemisferio occidental que desconozca el valor simbólico y político que tiene la Revolución cubana en términos de soberanía y equilibrio geopolítico regionales. Muchos lo reconocen públicamente, otros en silencio o en discretos espacios diplomáticos.
Ese símbolo vivo y en permanente recreación obstaculiza los planes estratégicos de Washington.
El presidente mexicano Manuel López Obrador lo ha subrayado en sus claros mensajes a Joe Biden. El estadista azteca ha convidado al demócrata presidente a iniciar una nueva época en las relaciones de la región que le garanticen a Estados Unidos una vecindad constructiva y un compartido estatus de relieve global basado en la cooperación y no en la confrontación.
En el peldaño regional, Cuba no puede ser excluida de esa nueva relación interamericana. La estela de cariño y prestigio de la Isla en Latinoamérica y el Caribe lo impiden. Al mismo tiempo, su potencial científico, técnico, intelectual, cultural, turístico y diplomático es reconocido. La respuesta mexicana y venezolana frente al siniestro y en respaldo al pueblo y gobierno cubanos así lo ha reafirmado.
Estados Unidos acaba de perder una oportunidad de oro para mostrar otra voluntad distinta a la mantenida hasta hoy, esa que sostiene un bloqueo (guerra económica) contra un pueblo noble y solidario. Su política exterior ha quedado desnuda y no existen otros calificativos para describirla: criminal, hipócrita e inmoral.