El esperado acuerdo: temores y advertencias
Dado que “Israel” intentará obtener mediante negociaciones lo que no pudo obtener mediante la lucha, las organizaciones de la resistencia deberían rechazar cualquier acuerdo que devuelva la situación a antes del 7 de octubre o cierre el camino al establecimiento de un Estado palestino.
A finales de la semana pasada fueron emitidas declaraciones optimistas relacionadas con los esfuerzos diplomáticos para concluir un acuerdo de intercambio de prisioneros entre la entidad sionista y Hamas a punto de dar frutos.
Este optimismo obedece principalmente a la flexibilidad mostrada por el movimiento Hamas al abordar las enmiendas que la administración estadounidense propuso introducir al plan anunciado por Biden para detener la guerra en la Franja de Gaza.
Después de que los mediadores recibieron la respuesta de Hamas a estas enmiendas e informaron a las partes interesadas, la administración Biden la consideró alentadora orque ayudaría a lanzar una nueva ronda de negociaciones, lo que realmente sucedió.
En los últimos días, El Cairo y Riad recibieron a delegaciones estadounidenses, israelíes y palestinas, sostuvieron numerosas reuniones para discutir diversos aspectos de los detalles del esperado acuerdo.
Por lo tanto, se cree ampliamente que la actual ronda de negociaciones será decisiva y probablemente conducirá a un acuerdo que ponga fin a la guerra más larga en la historia del conflicto árabe-israelí.
Conviene actuar con cautela ante la nueva ola de optimismo, sobre todo porque la brecha entre las posiciones declaradas del movimiento Hamas y el gobierno israelí sigue siendo muy amplia. Además Netanyahu, consciente de que detener la guerra no es de su interes e incluso puede llevar al colapso de su gobierno y a perder su puesto como presidente del gobierno de la entidad, todavía tiene capacidad de maniobrar y puede lograr sabotear la actual ronda tal como lo hizo en las anteriores.
Incluso suponiendo que no haya logrado sabotear la ronda actual y el éxito de las presiones locales, regionales e internacionales ejercidas para alcanzar un acuerdo que conduzca no sólo a un alto el fuego permanente, sino también a una retirada completa de las fuerzas de ocupación sionistas de la Franja de Gaza, esto no será suficiente para resolver todas las cuestiones problemáticas pendientes, en especial lo relacionado con el futuro de la causa palestina y el camino que debe tomar una vez terminados los combates.
Cuando Hamas planeó lanzar e implementar la operación del Diluvio de Al-Aqsa, no pretendía realizar un desfile militar ni demostrar sus capacidades de combate. Más bien, quería confirmar que el pueblo palestino no se rendiría ante la ocupación sionista, y que seguiría decidido a resistir la ocupación hasta poder derrotarla de una vez por todas.
Como Hamas está seguro de que un objetivo de este nivel de ambición no puede lograrse mediante una sola batalla, era natural que la operación Diluvio de Al-Aqsa tuviera objetivos más modestos a través de los cuales demostraría que el ejército de la entidad sionista puede ser derrotado, y que la resistencia armada palestina pueda obligarlo a rendirse, liberar a los prisioneros palestinos de sus cárceles y garantizar que la causa palestina no esté muerta y todavía pueda encabezar el escenario de los sistemas internacionales y regionales.
En cuanto a la entidad sionista, cuyo ejército y servicios de seguridad fueron insultados y humillados el 7 de octubre, su reacción fue emotiva, vengativa y aleatoria hasta el punto de hacerle tambalearse y pasar de una derrota a otra más severa, y entonces decidió lanzar una guerra integral cuyo verdadero objetivo era destruir la Franja de Gaza y aniquilar a todos sus residentes u obligarlos a abandonarla, ignorando así todas las normas, leyes, tradiciones e instituciones internacionales.
Sus objetivos declarados son: destruir las capacidades militares del movimiento Hamas, poner fin a su gobierno en la Franja de Gaza, recuperar a sus prisioneros, reocupar y construir asentamientos en la Franja de Gaza, o al menos imponer un control de seguridad permanente sobre ella para evitar que se repita el Diluvio de Al-Aqsa.
Los acontecimientos de los últimos nueve meses demostraron que los objetivos de Hamas con la operación Diluvio de Al-Aqsa son completamente realistas y, por lo tanto, alcanzables sobre el terreno.
En cuanto a los objetivos que la entidad sionista pretendía alcanzar mediante la operación Espadas de Hierro, son objetivos imposibles y, por tanto, inalcanzables sobre el terreno.
Gracias a su firmeza durante más de nueve meses frente a la maquinaria de guerra sionista, la resistencia armada palestina logró demostrar que el ejército de la entidad es posible derrotarlo y restablecer la consideración de la causa palestina en escenario regional e internacional, y que aún mantiene un número suficiente de prisioneros, soldados y colonos israelíes como para presionar por la liberación de todos los prisioneros y detenidos palestinos de las cárceles israelíes.
Por otro lado, quedaron probados que los objetivos de la entidad sionista de librar una guerra integral en la Franja de Gaza son imposibles de lograr, especialmente después que sus generales la imposibilidad de eliminar a Hamas.
Convencidos de la dificultad para liberar a los prisioneros por la fuerza, comenzaron a exigir un acuerdo inmediato para intercambiar prisioneros a cualquier costo, lo cual obligó a Netanyahu a enviar una delegación para negociar un nuevo acuerdo, a pesar de su arrogancia e insistencia en rechazar un alto el fuego permanente antes de alcanzar todos sus objetivos.
En días recientes Netanyahu afirmó que no aceptaría ningún acuerdo que le impida el uso de la fuerza armada contra Hamas hasta lograr la “victoria absoluta”, e incluso comenzó a imponer nuevas condiciones en un claro intento de obstruir el acuerdo.
Personalmente, no descarto que las crecientes presiones locales, regionales e internacionales obliguen a Netanyahu a aceptar un acuerdo en los términos de Hamas o una versión modificada cercana a ellos.
Sin embargo, la pregunta que todos deberíamos estar pensando y de ahora en adelante buscar su respuesta está relacionada con el período posterior al alto el fuego permanente.
Sabemos con certeza que Hamas y las demás organizaciones de la resistencia palestina no perderán la carta de los prisioneros y no aceptará la liberación de todos ellos, a menos que exista la garantía de la retirada completa de las fuerzas del ejército sionista de la Franja de Gaza.
¿Pero qué hay después? La retirada completa no será una realidad sobre el terreno a menos que esté vinculada a una visión específica sobre cómo gestionar la Franja en la etapa posterior a la retirada completa y su relación con el curso de la causa palestina y su futuro.
Es prácticamente imposible imaginar que las condiciones en la Franja de Gaza vuelvan a ser las que eran antes del 7 de octubre pasado porque el proceso de reconstrucción llevará muchos años, durante los cuales algunos intentarán enfriar la causa palestina y marginarla de nuevo.
Como es imposible aceptar al mismo tiempo las ideas israelíes o estadounidenses propuestas a este nivel, lo lógico es trabajar para desarrollar una visión árabe-palestina común sobre cómo gestionar esta etapa extremadamente sensible en el desarrollo de la causa palestina.
Se espera que la entidad sionista, independientemente de la forma de gobierno que gestione sus asuntos en esa etapa, esté desesperada por imponer una fórmula que le permita intervenir en la seguridad de la Franja de Gaza siempre que sea necesario, con el pretexto de evitar repetir lo ocurrido el 7 de octubre, una fórmula rechazada desde el principio y por tanto imposible de aceptar.
La administración Biden quiere colocar la Franja de Gaza bajo la gestión de las fuerzas árabes hasta que la Autoridad Palestina sea “renovada” y esta autoridad esté calificada para gestionar la Franja de Gaza.
Esa es una fórmula peligrosa y, por tanto, también debería recibir un rechazo absoluto porque coloca a los países árabes en una posible confrontación armada con las organizaciones de la resistencia palestina bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo.
Por lo tanto, todas las organizaciones armadas palestinas, en plena coordinación con el Eje de la Resistencia, deben tener su propia visión para la fase posterior al alto el fuego, y discutirla con las partes árabes activas, en preparación para convencer a la comunidad internacional de ello y trabajar para convertirla en un plan de acción aplicable sobre el terreno.
No hay nada malo en que Hamas y las organizaciones armadas de la resistencia palestina acepten la presencia de fuerzas árabes en la Franja de Gaza durante una fase de transición específica, siempre que sea dentro del marco de controles y condiciones acordados de antemano, el más importante de los cuales en mi opinión son:
Primero: Colocar tanto a Cisjordania como a la Franja de Gaza bajo la autoridad de un gobierno nacional palestino unificado formado por consenso entre la Autoridad de Ramallah y las organizaciones armadas de la resistencia palestina en la Franja de Gaza, siempre que su misión principal sea preparar las condiciones para mantener elecciones generales, presidenciales y legislativas, tras las cuales se forma un gobierno unificado y permanente que se adhiere a un programa nacional acordado por todos.
Segundo: Definición precisa de las tareas encargadas a las fuerzas de intervención árabes, que deberían constituirse de acuerdo entre la Autoridad de Ramallah, las facciones de resistencia armada en la Franja de Gaza y los países árabes interesados, siempre que su tarea principal este limitada a mantener la seguridad con el pleno compromiso de no dañar las armas de las facciones de la resistencia hasta alcanzar el acuerdo para integrar estas facciones en un ejército palestino unificado, cuya formación debe ir acompañada del establecimiento de un Estado independiente con Jerusalén Oriental como capital.
Tercero: Llamar a celebrar una conferencia internacional inclusiva bajo la autoridad y los auspicios de las Naciones Unidas, en la cual participen todos los países preocupados por lograr la paz en la región de Medio Oriente.
Su misión será trazar una hoja de ruta clara para el establecimiento del deseado Estado palestino, siempre que el Consejo de Seguridad adopte este mapa y estee comprometido a ponerlo en práctica.
Si en los próximos días y semanas es alcanzado un acuerdo para intercambiar prisioneros aceptable para Hamas, el conflicto pasará de la etapa de combates y enfrentamientos armados a la de acuerdos políticos, la más peligrosa y sensible.
Dado que "Israel" intentará obtener mediante negociaciones lo que no pudo obtener mediante la lucha, las organizaciones de la resistencia deberían rechazar cualquier acuerdo que devuelva la situación a antes del 7 de octubre o cierre el camino al establecimiento de un Estado palestino.