¿Por qué creemos que el sistema de mando y control de Hizbullah sigue intacto?
La batalla en el Líbano aún está en sus inicios, y la euforia que Benjamin Netanyahu, su ministro de guerra y el resto de su coalición extremista sintieron después de algunos logros tácticos, desaparecerá rápidamente, incluso cuando utilicen todas las herramientas y capacidades a su disposición.
Había pensado escribir sobre este tema, relacionado con el sistema de mando y control de Hizbullah, al segundo o tercer día del martirio del Sayyed Hassan Nasrallah, que descanse en paz.
Sin embargo, dos razones me impidieron hacerlo: en primer lugar, la amargura de su pérdida y el inmenso dolor que causó en mi alma su ausencia fueron demasiado grandes como para superarlos en tan pocos días.
En segundo lugar, no quería darles oportunidad a los detractores, tanto individuos como grupos, de poner en duda lo que iba a decir. Por ello, preferí esperar hasta que la verdad saliera a la luz, sin obstáculos, y quedara claro para amigos y enemigos, tanto cercanos como lejanos, lo que nunca dudamos ni un minuto, no porque tuviéramos información privilegiada, sino porque creemos firmemente que aquellos que están con la verdad no pueden ser derrotados.
Hizbullah, que ofreció sus mejores líderes como mártires, incluidos dos de sus secretarios generales, no puede quebrarse, ni mucho menos desintegrarse con la facilidad que algunos afirman, después de años de lucha contra la entidad criminal y asesina de “Israel”, habiendo acumulado un vasta experiencia tanto en el campo como en la organización.
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Tampoco puede perder el sistema de mando y control que construyó con tanto trabajo, esfuerzo, sudor y sangre.
De hecho, preservar un sistema de tal importancia es algo sumamente complejo, especialmente a la luz de los golpes que recibió Hizbullah, que afectaron partes clave de su estructura operativa, así como a su liderazgo superior, incluidos los comandantes de sus unidades militares y su fuerza de choque, además de su secretario general mártir, Abu Hadi, quien representaba la cabeza del mismo, su fuente de inspiración y su voz potente, que por sí sola constituía un frente de batalla contra los enemigos, incluso sin necesidad de disparar un solo tiro.
Para comprender la importancia y la sensibilidad de este sistema en el funcionamiento de los Estados, los grupos y ejércitos, daremos un vistazo rápido a este tema.
Esto ayudará al lector a dimensionar los objetivos que el enemigo intentaba alcanzar con su agresión contra Líbano, y particularmente con su ataque contra el liderazgo de Hizbullah.
Algunas de estas operaciones parecían haber sido planificadas durante años, utilizando todos los medios tecnológicos y cibernéticos a su disposición, además de la información de inteligencia que manejan todos los países del Eje del Mal, no solo la que posee el enemigo sionista.
Lo sucedido sobrepasa con creces las capacidades de este enemigo criminal, cuyas habilidades ya hemos conocido en diversas fases de la historia del conflicto en la región.
En las guerras antiguas, las claves del sistema de mando y control recaían en manos del comandante del ejército, con algunas atribuciones delegadas a ciertos comandantes de campo. En aquel entonces, las batallas dependían de tropas de infantería, acompañadas de soldados a caballo, o en el mejor de los casos, de carros de guerra hechos de madera y, a veces, de hierro.
En esas guerras, el comandante podía observar el campo de batalla desde su posición central y dar órdenes en función del desarrollo de la lucha. Los soldados recibían las instrucciones ya sea a través de gritos o mediante enviados, y con el tiempo se empezó a usar banderas de colores para señalar distintas decisiones del líder.
En esa época, la muerte o desaparición del comandante —el sistema de mando y control— significaba una derrota aplastante para el ejército, cuyos rangos se desintegraban, y las tropas, a menudo en números de decenas de miles, huían del campo de batalla. La guerra, entonces, se decidía casi de inmediato a favor del bando cuyo líder seguía con vida.
Con el tiempo, los métodos de mando y control evolucionaron, especialmente tras el descubrimiento de las líneas de comunicación por cable y, más tarde, las ondas de radio.
Esto permitió a los comandantes dar órdenes desde posiciones protegidas y alejadas de los campos de batalla, lo que les dio la capacidad de comunicarse con los líderes en el terreno mediante diversos métodos, llegando hoy a niveles tecnológicos avanzados con la comunicación digital, los satélites, los mensajes encriptados y tecnologías nunca vistas en décadas anteriores.
Sin entrar más en los detalles históricos, volvamos a nuestro tema principal, que es el sistema de mando y control de Hizbullah, el cual sufrió golpes duros sin precedentes, similares a los que enfrentaron otros movimientos de resistencia en Palestina, que también perdieron a muchos de sus fundadores y líderes, particularmente en el ámbito militar.
Un ejemplo es el martirio de figuras como el Dr. Fathi Shaqaqi, Abu Ali Mustafa, y más recientemente el líder de Hamas, Ismail Haniyeh.
Vamos a dar una breve mirada a la jerarquía de liderazgo en los movimientos de Resistencia en la región, particularmente en Hizbullah, según la información disponible y conocida por los interesados en el tema.
Este liderazgo es el responsable de la continuidad y eficiencia del sistema de mando y control, lo que nos lleva a la conclusión de que estos grupos no pueden quebrarse fácilmente.
De hecho, en la mayoría de los casos, han salido de estas pruebas con más fuerza y determinación, y han continuado su camino con vigor y firmeza.
Los movimientos de Resistencia están formados por muchas unidades y diversas formaciones, encabezadas por el secretario general del grupo, o el jefe del buró político en algunos casos, aunque en ocasiones este líder recibe otros títulos, como comandante o jefe.
Sin embargo, en todos los casos, él es la figura central y el responsable final, aunque no debemos subestimar el papel de los comités, consejos, burós y juntas militares que complementan su trabajo.
En el ámbito militar, que es lo que más nos interesa en este momento debido a la naturaleza del conflicto, el secretario general, o su equivalente, es el líder supremo en términos militares.
Aunque no siempre es un militar especializado, tiene la última palabra en cualquier operación o acción militar emprendida por su grupo. En segundo lugar están el primer y segundo adjunto, o en otros casos, los ayudantes y asistentes, quienes tienen asignadas muchas tareas, especialmente en la ejecución.
Después del líder supremo, encontramos al comandante militar del ala armada del partido o grupo, quien es a menudo llamado jefe del estado mayor u otros títulos similares, y que tiene sus propios adjuntos.
A continuación, está el consejo militar o de lucha, compuesto por los responsables de las distintas unidades, como la unidad de misiles, la de inteligencia, la de movilización y los medios de comunicación militar, entre otras.
Además, están los comandantes de brigadas, que suelen estar asignados a una ciudad o región específica.
Este mismo esquema se aplica a los comandantes de los frentes de combate y los líderes de las compañías y grupos, que siguen las mismas pautas organizativas, con adjuntos y asistentes listos para tomar el relevo en caso de ausencia del comandante.
Por todo ello, ningún asesinato o pérdida de un líder, por muy importante que sea, puede detener el funcionamiento de un partido o grupo, ya que los planes están preestablecidos para cualquier enfrentamiento con el "ejército" enemigo, y los nuevos líderes tienen total autoridad para ejecutarlos según lo acordado.
Así pues, dado que Hizbullah, al igual que otros movimientos, opera bajo esta estrategia, similar al funcionamiento de muchos ejércitos en el mundo con algunas diferencias, podemos concluir que su sistema de mando y control sigue siendo igual de eficiente, operando según los planes trazados por sus líderes caídos, sin mostrar fisuras ni en el campo de batalla ni en el ámbito político, como lo confirmó recientemente el secretario general adjunto Sheikh Naim Qassem en su segundo discurso.
Para no hablar en términos abstractos, señalaremos algunos ejemplos que apoyan esta afirmación, y que incluso expertos israelíes han corroborado.
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El primer ejemplo es la disciplina de los combatientes de Hizbullah en las líneas del frente, especialmente en la frontera sur con Palestina ocupada. Su capacidad para seguir fielmente los planes tácticos, a pesar de los ataques aéreos y de artillería que han sufrido, así como la intensa propaganda mediática, es prueba de la eficacia del sistema de mando y control.
Un segundo ejemplo es el desempeño de las unidades de misiles, que han continuado atacando con precisión objetivos militares en ciudades como Haifa y "Tel Aviv", sin perder eficacia, a pesar de la ausencia de su comandante. La precisión de estos ataques supera el 70 por ciento, lo cual demuestra la continuidad del sistema de mando.
En conclusión, la batalla en Líbano apenas comienza, y lo que ha visto el enemigo hasta ahora es solo una pequeña parte del poder que Hizbullah guarda para los próximos días y semanas. Como dijo el mártir Sayyed Hassan Nasrallah en su último discurso, "La verdad es lo que verán, no lo que oirán".