Venezuela se prepara para festejar los logros de su democracia directa
Que nadie se deje engañar por los agoreros de la historia: Venezuela respira libertad y ganas de seguir creciendo revolucionariamente.
Quien hoy llegue a Venezuela bolivariana, en vez de encontrar esa “tremenda tensión que hace irrespirable el ambiente en Caracas”, como ladró en estos días un “periodista” argentino, lo que ve es, desde el aeropuerto de Maiquetía hasta el propio centro de la ciudad, numerosas banderas venezolanas usando columnas de cemento como mástiles, colgadas de los puentes o engalanando viejos y resistentes árboles.
Pero además están las mujeres y hombres del pueblo, la mayoría trabajando en sus diferentes oficios, y otros, dedicados a fortalecer las comunas urbanas, ejemplo de organización y poder popular donde le cuesta colarse -como hace en otros ámbitos- al discurso socialdemócrata, que intenta, sin éxito, imponer un “capitalismo más humano” en contra del otro, denominado “salvaje”.
De tensión casi nada, quizás algunos transeúntes que critican que en algunos barrios son renuentes en recoger la basura, pero la gran mayoría está esperando con ansias que llegue el 10 de enero, para festejar hermanados, codo con codo, espalda con espalda, ya que lo que sí todos saben, es que Maduro va asumir su cargo, que como ha ocurrido en los últimos 25 años, con Hugo Chávez y Nicolás, el proceso seguirá priorizando la protección de las conquistas populares, pero además sumando más propuestas que atiendan las necesidades aún pendientes de resolver. En esa crítica necesaria con lo que no se hace o se hace lentamente, está la radiografía de un pueblo empoderado, politizado, convencido de sus propias fuerzas, que apuesta a afianzar cada vez más los marcos de unidad, sabiendo que esa es una buena receta para enfrentar a los enemigos locales y los del exterior.
Está claro también que el actual mandatario empieza una nueva etapa, en la que deberá extremar la atención junto con el pueblo organizado y las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB), a que no cuaje ningún intento desestabilizador, entonces sí, aplicando con lógica toda la mano dura que sea necesaria. Como bien dice el ministro de Justicia y figura indispensable del proceso, Diosdado Cabello, cuando sostiene que no permitirán ninguna posibilidad de instalar escenarios parecidos a lo ocurrido el día después de las elecciones del 28 de julio pasado. De allí que estos días las fuerzas de seguridad estarán muy atentas a los movimientos del títere de Estados Unidos, Edmundo González, asesino de sacerdotes salvadoreños, cuando integraba escuadrones de la muerte con el embajador venezolano Leopoldo Castillo. González sigue con ese mal chiste -al igual que Juan Guaidó en épocas pasadas- de considerarse presidente “electo”. En el colmo de su descaro, aprovechó una visita a su amo Biden, para lanzar un video, instando a las fuerzas armadas a rebelarse, y lo único que logró es unir aún más a las FANB en su respaldo al presidente Maduro.
En la misma sintonía, se escuchan las amenazas de la histriónica María Corina Machado, quien amenaza con que la oposición ganará las calles el día 9 para imponer por la fuerza a González. Y como Venezuela se respeta, el gobierno ya lanzó un pedido de captura para el provocador pro-yanqui, y su rostro aparece también en las paredes del aeropuerto y en las calles, demostrando a propios y extraños que con la Revolución no se juega, y si el “autoproclamado” pone un pie en territorio venezolano terminará sus días en la cárcel. O por lo menos eso es lo que se merece por mercenario anti patria, que junto con su mentora, la Machado, no dudan en pedir que militares norteamericanos e israelíes invadan el país para “terminar con el dictador”.
Por otra parte, el chavismo sabe que se está moviendo en un entorno mundial donde diariamente abundan las malas noticias que llegan de fronteras afuera de Venezuela, donde la extrema derecha no solo se manifiesta sino que asalta gobiernos, gracias a las debilidades de algunos mandatarios que de “progresistas” solo tienen el apodo.
Pesa en ese contexto el genocidio sionista contra el pueblo palestino, el intento de convertir a Siria en un país fallido, plagado de asesinatos de partidarios del expresidente Bashadr Al-Assad, o los repetidos ataques de los nazis ucranianos contra población civil en Donbás. Sin embargo, el gobierno bolivariano no ha dudado en que sitio pararse frente a tanta destrucción, y ha salido a respaldar a quienes enfrentan al fascismo en todos los terrenos.
Para afianzar ese discurso oficial, previo al día 10 se reunirá nuevamente la Internacional Antifascista, donde miles de delegados y delegadas de todos los continentes, seguirán elaborando estrategias para enfrentar al fascismo y otras experiencias parecidas. En esos debates obviamente se escucharán repetidamente los nombres de nuevos y viejos fascistas como Javier Milei, Benjamín Netanyahu, Joe Biden, y sus clones en cada uno de los países asistentes, como son Santiago Peña, de Paraguay, con el que el gobierno bolivariano acaba de romper relaciones, o la dictadora peruana Dina Boluarte.
Que nadie se deje engañar por los agoreros de la historia: Venezuela respira libertad y ganas de seguir creciendo revolucionariamente, por eso, además de los representantes de gobiernos que lleguen al país para asistir a la ceremonia de asunción del cargo por parte de Maduro, también habrá un lugar destacado para la cultura, en lo que se ha dado en llamar el “Festival de Festivales” del antifascismo, con músicos, poetas y artistas solidarios y solidarias de todas las latitudes.
Finalmente, como se sabe que uno de los enemigos de toda Revolución que se precie, es el terrorismo mediático, sesionará días después de la jura del cargo, el Tercer Congreso de la Comunicación antifascista, organizado por la Universidad de la Comunicación, para que colegas de distintos países discutan la elaboración de nuevas estrategias a fin de enfrentar a ese virus que como tantos otros fue resucitado en los laboratorios ideológicos del capitalismo.