Venezuela y las mafiosas recompensas
Trump podrá seguir ofreciendo 50, 100 o mil millones de dólares, pero jamás podrá entender, porque su ideología solo sabe de dinero, lo que significa el patriotismo y el nacionalismo revolucionario nuestro americano.
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Venezuela y las mafiosas recompensas.
Como en las sesgadas películas del oeste "americano", el sheriff Trump ofrece 50 millones de dólares por la cabeza del inclaudicable Nicolás Maduro. No sabe el taimado gringo que Maduro vale más que eso, y que su coherencia ideológica es un muro contra el sucio dinero que tanto significa para la banda de pistoleros que controlan el "fuerte" de Washington.
No es una mala película lo que estamos viendo día a día, sino la abierta descomposición que rodea al mundo occidental donde hoy nos toca sobrevivir. Ese personaje que debería estar internado en el más alejado de los establecimientos psiquiátricos (para evitar así que siga haciendo maldades) se cree, o le han hecho creer quienes lo colocaron en el gobierno, que Nuestra América se puede manejar con órdenes autoritarias, ofrecimientos de recompensas o guerras inducidas para hacer que cada país que le plante cara al imperio, se convierta en invivible. Por eso, pero también por su histórico afán rapiñero, los yanquis atacan por todos los medios posibles a la Revolución Bolivariana o a la Cuba Socialista.
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No quieren estos nuevos "señores de la guerra" que los pueblos se miren en el ejemplo de una Venezuela que durante más de 25 años ha ido construyendo un proceso político, económico, social y cultural, que el resto de los pueblos del continente y también del Tercer Mundo, miran con admiración. Les duele que a pesar de la guerra declarada desde prácticamente los inicios del gobierno del comandante Hugo Chávez, y que dura en su brutalidad, hasta el presente, siempre haya tenido la respuesta popular en defensa de todos los avances que la Revolución ha ido logrando.
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No les gusta a los criminales del gobierno estadounidense que la conducción de Nicolás Maduro no solo persista, sino que año tras año siga mostrando al mundo que la democracia directa es la mejor receta para que los pueblos se sientan representados, y no como ocurre en el resto del mundo occidental, donde las democracias "representativas" se han convertido en una trampa de la burguesía que termina aprisionando a quienes, sumisamente, entran en su juego.
Les parece inexplicable a los mandamases estadounidenses que la economía bolivariana haya podido desafiar el millar de sanciones impuestas por demócratas y republicanos, o el bloqueo brutal que afecta desde hace años a la población, pero no consigue quebrar los lazos potentes que las grandes mayorías mantienen con su dirigencia revolucionaria. Cuando Maduro anuncia cada tanto que la economía venezolana crece -en el primer semestre de 2025 el salto hacia arriba fue del 7,71 por ciento, confirmando una subida permanente que se dio en 2024-, pone al staff dirigencial trumpista al borde del ataque de nervios. Más aún, le muestra a los demás países, enredados en siniestros acuerdos de libre comercio con EE. UU. que la única manera de defender la soberanía y avanzar como naciones independientes es generar un proceso revolucionario de tal calado, que ayude a romper las ataduras con el imperio.
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Trump podrá seguir ofreciendo 50, 100 o mil millones de dólares, pero jamás podrá entender, porque su ideología solo sabe de dinero, lo que significa el patriotismo y el nacionalismo revolucionario nuestro americano. Ese que hoy encarnan Maduro, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega, que, con su actitud de desafío a las imposiciones gringas, ayudan a que otras y otros mandatarios se vayan animando a enfrentar a los buitres del norte. O por lo menos, les ofrece la oportunidad de que lo intenten, más allá de sus debilidades ideológicas.
No, no se trata de tal o cual recompensa, ni tampoco de la vetusta política de "las cañoneras" para poder desestabilizar países. Estamos en un momento límite, en que la crueldad del fascismo se abre paso por distintos puntos del planeta, buscando naturalizar el despojo, los genocidios y las "soluciones finales", como las que el carnicero nazi de Benjamín Netanyahu busca imponer en la heroica Palestina, o la que el delfín argentino de Trump, encara todos los días del año a fin de destruir el complejo social de este país. Frente a esas perversas "alternativas" que significan más riquezas para los más ricos, y más miseria para los de abajo, Venezuela, con Maduro a la cabeza, son un muro de tal fortaleza, como el que hoy encarna la Resistencia Palestina frente al sionismo.
La razón es muy simple, la Revolución dio paso a un pueblo consciente de lo que puede perder si el gobierno bolivariano fracasa, son millones de hombres y mujeres politizados, que saben lo que sufrieron en carne propia con los gobiernos del capitalismo, y hoy están dispuestos a no dejar nada por hacer para evitar que la ambición occidental trate de socavar todo lo construido. Hay poder comunal suficiente para resistir estos malos tiempos, pero también existe un poder militar popular dispuesto a autodefenderse en caso de que al asesino de Washington se le ocurra intentar pasar a mayores en su acoso a Venezuela.
Definitivamente, a mister Trump no le sirven de nada sus millones de dólares para tentar al diablo, somos muchos y muchas en el mundo que desde hace un cuarto de siglo decidimos enrolarnos en las filas de la Revolución Bolivariana y estamos dispuestos a defenderla de sus malditas sanciones o las repetidas intentonas de generar terrorismo a través de una oposición que ha sido derrotada aplastantemente en las urnas.