Perspectivas de expansión del conflicto entre India y Pakistán tras el ataque en Cachemira
Una guerra entre India y Pakistán podría perjudicar los intereses estadounidenses, especialmente si Islamabad y Washington acuerdan explotar los vastos recursos minerales del país.
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El mundo observa hoy la situación de India y Pakistán, dos potencias nucleares.
Las tensiones entre India y Pakistán están aumentando tras un ataque calificado como terrorista contra civiles en la región disputada de Jammu y Cachemira, bajo administración india.
El bombardeo dejó un saldo de 25 turistas indios y un ciudadano nepalés muertos, lo cual genero preocupación sobre una posible reanudación de la confrontación militar entre las dos potencias nucleares.
El ataque armado desató una profunda indignación y dolor en India, acompañados por llamados a tomar medidas firmes contra Pakistán, acusado por Nueva Delhi de financiar y fomentar el terrorismo en Cachemira.
Por su parte, Islamabad negó esas acusaciones y afirmó únicamente brindar apoyo diplomático a los habitantes de Cachemira, sin intervención militar.
Dado el carácter grave del ataque para la seguridad india, el primer ministro Narendra Modi canceló su visita a Arabia Saudita y regresó rápidamente a India, donde celebró una reunión con altos funcionarios para analizar las acciones que tomaría el país en respuesta a este sangriento incidente.
Modi se comprometió públicamente a castigar a los responsables y a quienes los respalden, prometiendo perseguir a los culpables hasta los confines de la Tierra. Este discurso sugiere una postura firme e incluso una posible acción militar.
Como medida inmediata, el gobierno indio comenzó a tomar acciones contra Pakistán. A nivel diplomático, ordenaron la expulsión de diplomáticos pakistaníes, suspendieron los privilegios de visado para ciudadanos pakistaníes, exigieron a los ciudadanos pakistaníes abandonar India antes del 29 de este mes, y recomandaron a los ciudadanos indios salir de Pakistán cuanto antes. Además, cerraron el paso fronterizo principal entre ambos países: el cruce de Attari-Wagah.
Desde el punto de vista económico, India tomó una decisión especialmente sensible al suspender el Tratado del Agua del río Indo, firmado en 1960.
Esta medida es considerada peligrosa, ya que podría generar caos y disturbios en Pakistán, dado que cerca del 80 por ciento de la agricultura paquistaní depende del río Indo, considerado una arteria vital para ese país.
Si India decidiera detener o redirigir el flujo del agua del río Indo, esto incrementaría de manera significativa el riesgo de un conflicto total entre ambas naciones.
Pakistán advirtió que tal acción constituiría "un acto de guerra", y el primer ministro Shehbaz Sharif aseguró que su país respondería con "firmeza absoluta" ante cualquier intento indio de afectar el suministro hídrico del río Indo.
Por otro lado, Pakistán negó toda participación en el atentado y pidió a la India que presentara pruebas que respaldaran sus acusaciones.
En represalia, Islamabad cerró su espacio aéreo a los aviones indios, anuló visas para ciudadanos hindúes, suspendió el comercio bilateral y advirtió que podría dejar de cumplir el Acuerdo de Simla de 1972, firmado tras la guerra de 1971, mediante el cual se estableció la Línea de Control —antiguamente conocida como Línea de Alto el Fuego— que divide Cachemira en áreas controladas por India y Pakistán.
Retención o redirección del agua del río Indo
El Tratado del Agua del Río Indo, mediado por el Banco Mundial, sobrevivió a múltiples períodos de tensión entre India y Pakistán. Aunque India ejerció presión anteriormente para revisarlo, esta es la primera vez que se suspende formalmente.
Detener o redirigir el flujo del río Indo es una operación compleja que requeriría años de inversión masiva en infraestructura, ya que India carece actualmente de las instalaciones necesarias para almacenar grandes volúmenes de agua.
Además, tal medida podría tener consecuencias negativas para India misma, como inundaciones en la región de Cachemira india.
Por otro lado, esta acción podría incentivar a China a reducir el flujo del río Brahmaputra —fuente clave de agua dulce edificable y energía hidroeléctrica para India— construyendo más presas en dicho río.
Actualmente, el mundo observa con atención cómo evolucionará la situación entre India y Pakistán, y si el aumento de la tensión terminará convirtiéndose en una guerra entre dos estados nucleares.
No se descarta que las medidas de India vayan aún más allá, dada la ira popular y gubernamental.
Es probable que Modi vea la necesidad de lanzar una respuesta militar en aras de satisfacer a su electorado, pues se presenta como un líder nacionalista hindú que busca posicionar a India como una gran potencia mundial.
Además, Modi busca ganar apoyo político para el Partido Bharatiya Janata (BJP), después de no obtener mayoría parlamentaria en las elecciones del año pasado. No responder adecuadamente al ataque podría debilitar su popularidad.
En otro frente, India trabajó en los últimos años por consolidarse como una potencia global influyente, fortaleció su presencia internacional para contrapesar a China. Una falta de respuesta militar significativa podría hacer que India sea percibida como débil, especialmente frente a China, con quien mantiene tensiones por cuestiones fronterizas y otros temas.
¿Llegará el conflicto a convertirse en guerra?
De acuerdo con las declaraciones paquistaníes, cualquier ataque indio sería respondido con firmeza.
Históricamente, escaladas previas llevaron ocasionalmente a conflictos bélicos, aunque otras veces no llegaron a enfrentamientos militares importantes.
Por ejemplo, en 2019, un coche bomba en Pulwama, Cachemira, mató a 40 paramilitares indios y provocó que la Fuerza Aérea india bombardeara objetivos dentro de Pakistán. Esto degeneró en un enfrentamiento aéreo en el que fue capturado un piloto indio, liberado posteriormente.
Asimismo, en 2016, India realizó operaciones denominadas “ataques quirúrgicos” en territorio cachemirano bajo control paquistaní, en represalia por un ataque contra soldados en Uri. En ninguno de estos casos se llegó a una guerra total.
Es posible que India lleve a cabo operaciones militares limitadas dentro del territorio paquistaní o en la zona de Cachemira controlada por Pakistán, para mantener su prestigio internacional. Esto provocaría una respuesta paquistaní, pero probablemente no evolucione hacia una guerra abierta, debido al equilibrio nuclear entre ambos países.
Además, Pakistán enfrenta serias crisis económicas y políticas internas, mientras que, aunque India posee una economía más fuerte, una guerra implicaría un costo elevado para su desarrollo.
El papel de terceros países
Algunos países podrían intervenir para contener la crisis. China y Rusia tienen intereses en evitar un conflicto abierto por sus relaciones estratégicas con ambas naciones.
Aunque Beijing mantiene una estrecha amistad con Islamabad, difícilmente podría mediar directamente con Nueva Delhi debido a sus propias tensiones. En cambio, Moscú podría actuar como mediador gracias a sus lazos históricos y sólidos con India.
Estados Unidos, aunque desempeñó un rol importante en la reducción de tensiones durante las crisis de 1999 y 2019, no mostró señales claras de involucramiento en esta ocasión.
El presidente Donald Trump afirmó que India y Pakistán resolverían sus diferencias solos, sin confirmar contacto directo con ninguno de los bandos. Washington expresó su apoyo a India tras el ataque, pero evitó avalar explícitamente una respuesta militar india.
Relación de EE.UU. con el ataque en Cachemira
Algunos analistas sugieren que EE. UU. tendría interés en tensar las relaciones entre India y Pakistán para afectar los intereses chinos, particularmente en relación con el Corredor Económico China-Pakistán (CECP), así como impulsar sus ventas de armamento a la región.
También se menciona el fracaso reciente de conversaciones entre EE. UU. y Pakistán para acceder a recursos mineros estimados en 8 billones de dólares, muchos de ellos localizados en Baluchistán, región atravesada por el CECP.
China tiene inversiones extensas en ese sector, generando una competencia geopolítica con Estados Unidos.
Sin embargo, una guerra entre India y Pakistán también podría perjudicar los intereses estadounidenses, especialmente si se frustraran proyectos bilaterales con Pakistán, como el aprovechamiento de esos recursos mineros.
Por otro lado, EE. UU. mantiene una sólida relación económica y militar con India, y depende de Nueva Delhi para contrapesar a China en los océanos Índico y Pacífico. Por ello, Washington tampoco quiere ver a India debilitada.
La reciente visita oficial de Modi a Estados Unidos y el lanzamiento de la Iniciativa de Asociamiento Estratégico EE. UU.-India, enfocada en cooperación militar, comercial y tecnológica, refleja la importancia creciente de India en la estrategia estadounidense, incluyendo su función clave en el corredor económico India-Medio Oriente-Europa, rival del Belt and Road Initiative chino.
Hasta ahora no hay evidencia clara de que EE. UU., India, Pakistán u otra potencia estén detrás del ataque.
Tampoco está claro si se trata de una acción unilateral de grupos terroristas o de agentes estatales buscando desestabilizar la región.
Actualmente, Arabia Saudita está actuando como mediadora entre ambas partes, contribuyendo a sus esfuerzos recientes por resolver crisis globales, como la guerra en Ucrania.
Ni China, ni Rusia, ni Estados Unidos ni otras potencias han ejercido públicamente presión sobre India para que evite una escalada militar.
Pakistán, por su parte, ha manifestado su disposición a participar en una investigación internacional independiente, transparente y confiable.