Con Maduro +… ¿A quién no le gusta la imagen de un presidente revolucionario investido de “presentador de programas”?
En su artículo para Al Mayadeen Árabe, el autor explica cómo la reiterada aparición de Hugo Chávez en los medios (basada en el principio de la democracia participativa) fue embarazosa para la propaganda occidental, que lo describía como “dictador” y lo compara con las apariciones actuales de Nicolás Maduro en su programa Con Maduro +.
Durante su programa Alo Presidente, y luego de recibir una llamada de una de las encargadas de los asuntos de las comunidades locales y del desarrollo en los barrios, el finado presidente Hugo Chávez solicitó al equipo de trabajo reunirse directamente con la funcionaria, para conocer los detalles exactos del curso de las labores, y asegúrese de garantizar el presupuesto y la logística necesaria para cumplir las labores de desarrollo de aquel barrio.
La idea de Chávez de tener un contacto directo con los venezolanos, a través de un programa de radio o televisión, no se basó en protocolos de espectáculo adoptados por presidentes y reyes en muchos países del mundo, porque estos a menudo aborrecen el contacto con las personas que los rodean y evitan estrecharles la mano; y tal vez las acciones de Chávez al abrazar a los niños y besarles las manos, y los cálidos abrazos de Maduro a los venezolanos que lo rodean, se perciban como un comportamiento extraño para los presidentes occidentales, o los reyes encerrados en sus palacios esterilizados.
La idea, que simplemente aspiraba cumplir Chávez era la de la democracia participativa; es decir, comunicarse directamente con los venezolanos, y aunque no sería posible poder ayudar a resolver todos los problemas, sin embargo, con ello creaba un ambiente general entre los ciudadanos en relación a la labor publica, y una sensación entre los funcionarios de que están siempre bajo observación y que deberían rendir cuentas al momento de seleccionar muestras aleatorias de proyectos, con fines de revisión y confirmación de la labor cumplida; el principio de la democracia participativa simplemente va en contra del principio de la democracia occidental (o sea la democracia representativa) en la que el presidente ingresa a su palacio presidencial cada cuatro años, y desaparece alejándose del bullicio de la multitud, salvo cuando las circunstancias requieran que pronuncie un discurso electoral.
Esta reiterada aparición de Chávez en los medios (basada en el principio de la democracia participativa) fue embarazosa para la propaganda occidental, que lo describía como “dictador”.
Con Maduro +
El presidente Nicolás Maduro amplió la experiencia, por así decirlo, había logrado formular una redacción compatible con las condiciones de la nueva etapa que atraviesa Venezuela, en la que el país se expuso a la ola más intensa de medios hostiles hacia la Revolución Bolivariana, y hacia su propia persona.
Maduro esta consciente de la importancia de hablar de los logros del gobierno bolivariano, especialmente cuando la imagen de Venezuela se limita en cuanto a los medios occidentales a la fatiga económica y a la inflación financiera, sin la menor mención de las sanciones y del bloqueo estadounidenses impuestos al país, mencionando que no existen resultados tangibles de la gestión económica, y hablando de la falta de adhesión popular en torno al proyecto.
En su programa, y en el segmento “Semana Presidencial”, Maduro habla de las tareas que cumplió personalmente a lo largo de la semana, es como si estuviera haciendo su propia alegato ante los venezolanos en cuanto al deber cumplido como jefe de estado (volviendo al principio de la democracia participativa en comparación con la democracia occidental, es mejor que se produzca una defensa de este tipo cada semana a que esto suceda cada cuatro años).
En el episodio, con el cual el canal Al Mayadeen comenzó a transmitir el programa a los televidentes árabes, Maduro presenta su informe semanal, hablando de su participación en el desfile militar del ejército bolivariano en el mes de julio, y la visita del presidente de Barbados, una de las pequeñas islas ubicadas al noreste de Venezuela, aprovechando la visita para hablar sobre los vuelos que habían unido a los dos países utilizando una aerolínea no privatizada y no corrupta, como lo es Conviasa, una empresa aérea que había sido agobiada por las sanciones estadounidenses; así como menciona a la alianza de Petrocaribe cuyo propósito era rescatar a estos países de los acuerdos comerciales fraudulentos de Estados Unidos; ¿Cuánto necesita el espectador árabe escuchar todos estos hechos, de boca de un presidente que fue víctima de intentos de asesinato, y decidió humildemente hacerlo a través de una investidura temporal como lo es la de un “presentador de programa”?
De una forma sencilla y espontánea, Maduro instruye, durante el episodio, al equipo de producción para fortalecer la cooperación con Al Mayadeen e intercambiar videos, al tiempo que saluda al presidente de su junta directiva, Ghassan Ben Jeddo, quien decidió asistir al programa regular junto con el personal del mismo, luego de sentarse, varios veces, en una silla frente al presidente, durante largas y especializadas entrevistas, todo esto se desarrolló de una manera espontánea tomando en cuenta las facetas comunes entre las características de la experiencia latina y la experiencia árabe.
A su manera, Maduro presenta la lógica de la censura a la actuación del gobierno, en presencia personal del ministro Lorca en el programa, para luego hablar sobre el papel de Venezuela y sus propuestas respecto al rescate de la Amazonia, así como hablar de la minería ilegal; cuanto se parece esto a lo que sucede en nuestros países; Maduro habla del papel del derechista Capriles quien alienta la guerra económica contra Venezuela y apoya las políticas del petrodólar ¡Cuántos Capriles existen en nuestra región, desde la Siria sitiada hasta el Líbano que está en la mira del imperio!
Durante el programa, Maduro rescata terminología que ha sido diluida por la falta de seriedad de la política moderna y por el absurdo de las redes sociales, y habla, en un párrafo especial, sobre el “buen gobierno” y la posibilidad de medirlo con herramientas modernas basadas en el seguimiento y el análisis de datos, y no olvida hablar de los logros científicos al tener como invitado al presidente del laboratorio del medio ambiente y el clima.
Es cierto que el programa parte de hechos concretos venezolanos, pero mostrarlo en la pantalla de Al Mayadeen es una necesidad, a partir de dos consideraciones: la primera es que estos hechos interactúan con circunstancias y condiciones internacionales, a las que estamos expuestos al igual que los latinos (las sanciones, el bloqueo, los intentos de desmantelar los estados y los ejércitos, bloquear las vías hacia el desarrollo... etc.), la segunda es que las soluciones presentadas durante la discusión simplemente permiten ser copiadas y experimentadas.
Occidente odia la imagen de un presidente revolucionario que es hostil a sus políticas, y que aparece en la televisión, conversa y comenta semanalmente, un presidente que se reúne con funcionarios y con el público en general, ya que esto contradice la propaganda de Occidente sobre el presidente “totalitario, que se oculta detrás de puertas cerradas”; y para ello, hace sonar las trompetas de la prensa, que considera normal el paso de Zelensky de ser un comediante a un jefe de estado temerario e incompetente, y considera aceptable la transición de Reagan de ser un actor fracasado en Hollywood a convertirse en un presidente atrapado en sus fantasías e ilusiones, ¡Occidente se escandaliza ante el hecho de que el presidente venezolano hable frente a las cámaras después de haber sido ducho en el arte de hablar sobre la revolución frente a la multitud!