La resistencia de Irán frente a la agresión… ¿El fin de la era estadounidense?
Sesenta y nueve años separaron la agresión tripartita y la actual agresión contra Irán por parte de Occidente, pero esta vez liderada por Estados Unidos e “Israel”.
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La resistencia de Irán frente a la agresión… ¿El fin de la era estadounidense?
En 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial, marcando el fin de una etapa en la historia de las relaciones internacionales y el comienzo de otra.
El fin de la guerra significó el término de una fase de transición desde un mundo antiguo dominado por las potencias coloniales europeas occidentales hacia un mundo nuevo dominado por dos potencias no europeas: Estados Unidos y la Unión Soviética.
Este nuevo mundo debía pasar por una fase de transición en la que reemplazaría a las potencias coloniales, especialmente en África, donde se vivió un proceso de descolonización.
Egipto, bajo el liderazgo de Gamal Abdel Nasser, estaba destinado a desempeñar un papel central en la liberación de los países árabes y los pueblos africanos.
Egipto de Nasser y la agresión tripartita
Las potencias coloniales, encabezadas por Gran Bretaña y Francia, percibieron el peligro que representaba Egipto bajo Nasser y trataron de contenerlo intentando seducirlo para que entrara en una alianza occidental contra la Unión Soviética, lo que Nasser rechazó.
Para presionarlo, Gran Bretaña y Estados Unidos retiraron la oferta de financiamiento para la construcción de la presa de Asuán, que Nasser quería construir para lograr el desarrollo económico en un país sumido en la pobreza extrema.
En respuesta, Nasser nacionalizó el Canal de Suez para asegurar los recursos necesarios para su proyecto de desarrollo.
Cuando se nacionalizó el canal, los cálculos racionales indicaban que era imposible que Gran Bretaña emprendiera una acción militar, porque no lograría su objetivo de controlar el canal.
Sin embargo, la personalidad inestable del primer ministro británico Anthony Eden, influida por motivos personales, lo llevó a optar por la opción militar.
Francia, enfrentando una grave crisis en Argelia, se unió a esta conspiración junto con el entonces primer ministro israelí David Ben Gurion, quien tenía una visión de hegemonía israelí en Medio Oriente.
Los tres firmaron un tratado secreto en Sèvres para lanzar una agresión contra Egipto.
El objetivo no era recuperar el control del canal, sino derrocar a Nasser, quien representaba una amenaza para las potencias coloniales.
La agresión comenzó el 29 de octubre de 1956 con bombardeos intensos sobre El Cairo y bases militares egipcias, causando gran destrucción.
Luego hubo un desembarco británico-francés en Port Said, que no logró avanzar hacia Suez ni El Cairo para derrocar el régimen de Nasser.
Esta agresión se acompañó de una campaña de muchos países árabes independientes en aquel entonces contra Nasser, acusándolo de poner en riesgo a su pueblo, una narrativa que se ha repetido contra otros líderes que desafían la hegemonía occidental.
Sin embargo, muchos factores contribuyeron al fracaso de la agresión y la victoria de Egipto, especialmente el apoyo popular al régimen.
El fracaso de la agresión fue inevitable por las transformaciones estructurales del sistema internacional, donde el poder británico y francés estaba en declive y emergía un nuevo orden mundial liderado por Estados Unidos y la Unión Soviética. La victoria de Nasser marcó el fin de la hegemonía colonial europea y la reducción de Gran Bretaña a una potencia de segunda categoría.
Irán frente a la agresión
Pasaron sesenta y nueve años entre la agresión tripartita y la actual agresión que sufre Irán por parte de Occidente, esta vez encabezada por Estados Unidos e "Israel". Existen muchas similitudes entre la Irán actual y la Egipto de ayer.
Frente a los intentos de Estados Unidos de imponer un orden unipolar tras la caída de la Unión Soviética, las potencias afectadas, principalmente Rusia y China, se aliaron para proteger sus intereses y seguridad.
Crearon la Organización de Cooperación de Shanghái y en 2009 el grupo BRICS con India, Sudáfrica y Brasil, ampliándose a más países, formando una plataforma que desafía la hegemonía occidental. Se habla ya del fin de un mundo antiguo dominado por Estados Unidos.
La disputa entre estas dos potencias se desarrolla en Medio Oriente, donde Irán es la única fuerza que se opone a la hegemonía estadounidense.
Durante dos décadas, Washington ha buscado contener a Irán, que apoya movimientos de resistencia en el mundo árabe, igual que Nasser apoyó movimientos de liberación.
El programa nuclear iraní busca dar al pueblo iraní desarrollo tecnológico, igual que la nacionalización del Canal de Suez apuntaba a dar a Egipto oportunidades económicas.
Irán rechazó someterse a la hegemonía estadounidense, al igual que Egipto se negó a someterse a la hegemonía británica en 1956.
El debate occidental sobre el canal en su momento pretendía domesticar a Egipto, y el actual debate sobre el programa nuclear iraní busca domesticar a Irán. "Israel", preocupado por el apoyo iraní a la resistencia y el rechazo iraní al proyecto estadounidense que garantiza el liderazgo israelí, ha presionado a Estados Unidos para atacar a Irán.
No fue difícil para Netanyahu convencer a Estados Unidos, que hoy se encuentra en una situación similar a la de Gran Bretaña en los años cincuenta: una potencia en declive frente al ascenso de potencias eurasiáticas que buscan un orden mundial fuera de la hegemonía estadounidense.
Además, Washington quiere consolidar su posición en Medio Oriente frente a Rusia y China. Irán no se somete, por lo que Estados Unidos debe atacarla.
Esto se complicó por la llegada de Donald Trump, un líder con una personalidad inestable, buscando probar su autoridad, lo que llevó a decisiones poco racionales.
Este conjunto de factores llevó a Estados Unidos a un camino parecido al que recorrió Gran Bretaña con Nasser antes de la agresión a Egipto. Trump aparentó querer negociar con Irán mientras preparaba un ataque, como Eden con Nasser.
Si Eden usó la nacionalización del canal como pretexto para atacar y derrocar el régimen, Trump usó el programa nuclear iraní como excusa para atacar y derrocar a Irán, como lo demuestra la operación que atacó a altos mandos militares iraníes y la incitación de Netanyahu para que el pueblo iraní se levantara contra su gobierno. "Israel", como en 1956, es la fachada del ataque a Irán. ¿Y acaso Nasser no se sorprendió también de la mentira de Eden?
Las primeras horas de la agresión fueron duras para el pueblo iraní y para todos los que se oponen a la hegemonía estadounidense.
Pero el pueblo iraní no se levantó contra su gobierno; salió a las calles para levantar su voz contra la agresión.
Al caer la noche, Irán había superado el shock y comenzó a responder atacando a "Israel" y derribando drones estadounidenses en una sorpresa mundial que indica que la agresión fracasará y que la resistencia de Irán anuncia un mundo nuevo en el que Estados Unidos dejará de ser la potencia hegemónica única.