Fidel y el internacionalismo cubano en África
El autor del artículo argumenta que, para Fidel y los revolucionarios cubanos apoyar a África era saldar una deuda histórica con una de las raíces fundamentales de la identidad cubana.
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Fidel y el internacionalismo cubano en África.
La solidaridad internacional es uno de los pilares fundamentales sobre los cuales descansa la Revolución cubana desde su triunfo el primero de enero de 1959. En esta perspectiva, el pensamiento y la figura de Fidel han desempeñdo un papel central. Su liderazgo fue clave para transformar no solo las condiciones de vida del pueblo cubano, sino también para contribuir generosamente con la libertad, el desarrollo y la vida de numerosos pueblos en todas las latitudes del globo.
En este año donde celebramos el aniversario 99 del natalicio del Comandante en Jefe de la Revolución que triunfó en Cuba contra el ejército, contra los prejuicios y los dogmas establecidos, me gustaría, como un homenaje más, centrarme en un aspecto relevante de la práctica internacionalista cubana: la solidaridad con África, con sus luchas contra el colonialismo y el neocolonialismo y todas las taras heredadas de estos flagelos.
Para Fidel y los revolucionarios cubanos apoyar a África era saldar una deuda histórica con una de las raíces fundamentales de la identidad cubana. En un acto celebrado en Jamaica en 1998, Fidel lo expresó así:
“¿Qué hacíamos nosotros, sino pagar nuestra deuda con la humanidad, nuestra deuda con África, nuestra deuda con aquellos que lucharon por nuestra dignidad, con aquellos que lucharon por nuestra independencia en muchos campos de batalla? Eso es lo que hemos hecho, no merecemos ningún especial reconocimiento, no merecemos ninguna especial gratitud, simplemente cumplimos un deber.”
Desde la llegada el 23 de mayo de 1963 de la primera brigada médica cubana a Argelia se inicia una de las páginas más hermosas y heroicas escritas por el pueblo cubano en más de seis décadas de Revolución. Las cifras hablan por sí solas. Más de 100 mil médicos cubanos han salvado millones de vidas en más de 150 países, les han devuelto la vista a millones de personas, han reducido la mortalidad infantil, ayudado a combatir epidemias.
En África, específicamente, estos médicos han llegado a zonas donde nunca antes había arribado un galeno. Pero la impronta de Cuba en este campo no se ha limitado solo a salvar vidas, también ha desempeñado un papel educativo, en la modificación de hábitos sanitarios de las comunidades, ha ayudado a fortalecer los sistemas sanitarios, no solo mediante la transferencia de conocimientos, sino también mediante la formación y superación de personal de la salud. Gracias al programa de becas, más de 10 mil jóvenes africanos se han graduado de medicina en la isla caribeña.
En 2014, en medio de una grave crisis y ante la petición de organismos internacionales, los miembros del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve” se unieron a la lucha contra el Ébola en Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry. Esa labor fue reconocida en el 2017 por la Organización Mundial de la Salud, que le otorgó el Premio Dr. Lee Jon-Wook a la Brigada Henry Reeve, por su contribución a la Salud Pública.
En la actualidad, tres mil 633 colaboradores cubanos de la Salud se encuentran en 27 naciones africanas, dos mil 354 de los cuales son médicos. Ello significa que, en el presente, la mitad de los países africanos reciben algún tipo de apoyo médico cubano. Durante la pandemia de la covid-19, 716 colaboradores, organizados en 12 brigadas, brindaron servicios en igual cantidad de países en África.
Cuba también se ha involucrado a lo largo de estas décadas en proyectos de alfabetización, construcción de hospitales, escuelas, edificios multifamiliares, aeropuertos, asesoría en agricultura y cooperación técnica en múltiples países (Guinea-Bissau, Mozambique, Etiopía, Zambia, Argelia, Guinea Ecuatorial, entre otros).
Pero quizás una de las páginas más impresionantes de la solidaridad cubana con África y más sistemáticamente silenciada y falseada por los grandes medios occidentales, sea la contribución cubana a las luchas de los movimientos de liberación en la segunda mitad del siglo XX. Numerosos países africanos hoy son libres o lograron preservar su independencia gracias al decisivo apoyo de Cuba. El caso más emblemático, sin dudas, es la participación cubana en la gesta angolana, donde la guía política y militar de Fidel mostró una altura excepcional.
Esta colaboración con las Fuerzas Para la Liberación de Angola (FAPLA) dirigidas por Agostinho Neto se inició por solicitud de la contraparte angolana, a raíz de las crecientes amenazas del régimen del apartheid sudafricano y sus peones locales de la UNITA contra el gobierno del Movimiento Para la Liberación de Angola (MPLA) cuyo brazo militar eran las FAPLA. Lo que comenzó siendo asesoría militar, fue escalando en una operación defensiva y luego ofensiva en contra de las criminales acciones del ejército de Sudáfrica, que aprovechando su superioridad aérea cometió numerosas masacres en territorio angolano.
Pero no solo se luchaba por la independencia angolana, sino también por la libertad de Namibia, donde los racistas sudafricanos mantenían un gobierno títere, que en la práctica garantizaba su dominio colonial sobre la antigua colonia alemana.
Comprendiendo la dimensión de lo que estaba en juego y ante las solicitudes angolanas, el Comandante en Jefe tomó la decisión de escalar en el apoyo militar cubano. Con ayuda material soviética y apelando a las propias reservas defensivas, la isla logró colocar un contingente de decenas de miles de soldados, adecuadamente equipados y con medios aéreos suficientes para disputar la supremacía aérea sudafricana. En Cuito Cuanavale se le propinó una derrota decisiva a las tropas racistas y sus aliados de la UNITA. La derrota en los campos de batalla, frente a tropas cubanas y angolanas, precipitó la crisis y el derrumbe del régimen del apartheid en Sudáfrica.
En una visita a Cuba en 1991, ante una multitud reunida en la ciudad de Matanzas, Nelson Mandela declaró:
“Aquella impresionante derrota del ejército racista le dio a Angola la posibilidad de disfrutar de la paz y consolidar su soberanía. Le dio al pueblo de Namibia su independencia, desmoralizó al régimen racista blanco de Pretoria e inspiró la lucha contra el apartheid dentro de Sudáfrica (…) . Sin la derrota en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones nunca hubieran sido legalizadas”.
El historiador Piero Gleijeses, en su documentado libro Visiones de la Libertad: La Habana, Washington, Pretoria y la lucha por el sur de África 1976-1991 (Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2014) afirma categóricamente que, en la segunda mitad del siglo XX, la capacidad de intervenir militarmente en la realidad de países alejados a miles de kilómetros era patrimonio exclusivo de las dos superpotencias en pugna: Estados Unidos y la URSS, unos pocos países europeos y Cuba. Y la pequeña isla del Caribe, tal y como expresara Fidel, no trajo de África otra cosa que no fuera los restos de sus compatriotas caídos cumpliendo un elemental deber internacionalista.
En la colina del Parque de la Libertad de Pretoria, la capital de Sudáfrica, se alza un muro de piedra donde hay grabados más de 95 mil nombres. Entre ellos se encuentran los de dos mil 107 soldados cubanos caídos en Angola. Así rinde homenaje, Sudáfrica, a todos los que entregaron sus vidas por la libertad y la dignidad del país.
Un internacionalismo de esta talla, escapa completamente a la concepción burguesa. Ante el individualismo feroz se alza esta imagen del hombre no como lobo sino como camarada, dispuesto a correr todos los riesgos en la lucha por la dignidad plena del ser humano. Pero para entender esto, en el caso de Cuba, hay que entender también el papel de educador popular desempeñado durante décadas por Fidel. Su capacidad de convertir el instinto revolucionario de su pueblo en una fuerza colectiva, organizada, sistemática y generosa.
El 4 de septiembre de 1998, en el acto de imposición de la Orden de Buena Esperanza, efectuado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, Fidel explicaba las razones del internacionalismo cubano en África:
“En nombre de las raíces comunes y la historia que todavía hoy juntos seguimos construyendo; en nombre de todos aquellos hijos de este continente que fueron arrancados de su tierra, vendidos y encadenados, obligados a cruzar el océano y forzados a entregar su sudor y sus vidas en una isla lejana que pronto, sin embargo, fue una nueva patria para ellos; en nombre de las incontables legiones de africanos y descendientes de africanos que lucharon y murieron, ya como cubanos, por la independencia de Cuba; en nombre de las decenas de miles de cubanos que un día regresaron a África para poner su valor y su sangre al servicio de la libertad del continente; en nombre de los otros miles y miles que han brindado y están brindando hoy mismo a África todo su saber y su esfuerzo tesonero; en nombre de todo el pueblo cubano que aprendió a saldar con su solidaridad y su internacionalismo aquella deuda contraída con África; y únicamente, en nombre de todos ellos y de toda Cuba, recibo emocionado y agradecido, compañero Mandela, esta honrosa condecoración que usted y su gobierno han querido conferirme“.