Cuba – EE.UU: Sin compás de espera
El autor aborda en este artículo exclusivo para Al Mayadeen el momento al que han llegado las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, las mentiras de Biden contra la Isla en su campaña electoral, el recrudecimiento del bloqueo, y cómo la mayor de las Antillas supera la crisis con respaldo internacional.
Cuando el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, afirmó en una reunión con la dirigencia comunista isleña que “la brutalidad, la perversidad, la maldad con que el gobierno de Estados Unidos se ensañó con este pueblo cuando la Covid 19, no se me olvidará nunca en la vida”, se cerraba lo que parecía un compás de espera que su gobierno le había "abierto" a Joe Biden.
El que fuera vicepresidente de Barack Obama había prometido en su campaña electoral que revertiría las acciones de asfixia económica implementadas por Donald Trump con inusitada eficacia contra el pueblo cubano.
Sin embargo, Biden olvidó sus compromisos y mantuvo todo el sistema de medidas coercitivas diseñadas por su antecesor. La CIA, el Pentágono y la Casa Blanca creyeron que la pandemia sería su principal aliado y que la Revolución cubana tenía los días contados.
Entre una larga la lista, hay dos errores que Biden y sus asesores cometieron con Cuba y que se deben destacar. En primer lugar, se alejaron de la valiente postura de Obama, quien se atrevió a probar el triunfo sobre Cuba con otros métodos. Obama marginó a los sectores que han hecho una industria de la política anticubana y que, en su ánimo de venganza y ganancia, han violado, incluso, leyes estadounidenses.
Sucumbir ante el chantaje de estos grupos en aras de lograr estabilidad congresional, expresa la reducida capacidad política del equipo de Biden, que no ha anotado un gol en política exterior y que, en casa, no avanza más allá del medio campo.
El otro error de la actual administración estadounidense fue subestimar a la nueva dirigencia cubana que tuvo la capacidad de sacar al país de la pandemia, sofocó en menos de 48 horas un intento de golpe blando y midió su probado respaldo popular en tres procesos electorales en seis meses. Si eso no es gobernabilidad y consenso nacional, los asesores de Biden deben que regresar a la universidad.
Se rompe el cerco
Mientras en Cuba se profundizan los cambios que el Partido Comunista junto al pueblo ha consensuado para dinamizar la economía y aprovechar con mayor eficacia las capacidades internas creadas por la propia Revolución, el gobierno ha desplegado una intensa agenda internacional que busca romper el cerco estadounidense y revitalizar y diversificar sus alianzas.
La gira del presidente Díaz-Canel por Rusia, China, Vietnam, Turquía, Italia, Serbia, el Vaticano y Francia, donde participó en la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial y representó al Grupo de los 77+China, del cual Cuba ostenta la presidencia pro tempore, constituye un prueba irrefutable del lugar que ocupa el país en la geopolítica global.
A lo anterior unen los arribos a la Isla de delegaciones de Rusia, India y Vietnam, incluyendo la visita del Presidente de Irán, lo que unido a los respaldos de importantes países de la región como Venezuela, México, Brasil y Argentina confirman que el aislamiento de Cuba es una ilusión.
En el caso de Rusia, la relación se estrecha en varios campos y cabe destacar las propias palabras de la Cancillería cubana que recordó lo dicho por el líder de la revolución, Raúl Castro, quien en el 2014 le manifestó al presidente Vladimir Putin que Cuba deseaba insertar a Rusia en sus planes de desarrollo.
Otra prioridad para Cuba es desarticular cualquier argumento que ayude a Washington a sostener su infame decisión de incluir a la Mayor de las Antillas en la espuria lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo.
El aporte de Cuba a la paz de Colombia, además de ser un deseo transparente y llano de la política exterior de Cuba, confirma la falacia de los argumentos de Estados Unidos.
Frente a todo lo anterior, la Casa Blanca ha apostado por la estólida obstinación. Sin el más mínimo rubor, el secretario de Estado, Antony Blinken, se atrevió, antes de su viaje a China, a lanzar otra historieta contra Cuba: bases de espionaje chino en la Isla. Si los ataques sónicos parecían sacados de un filme de ciencia ficción de los años 70 del siglo pasado, este nuevo esfuerzo no alcanza para un parlamento en la saga de James Bond.
En un mundo alarmado frente a tantos desafíos, un chiste de este calibre confirma que en Estados Unidos no se están tomando en serio recobrar su liderazgo.
La explicación a tamaña estupidez del secretario Blinken no pasa del anhelo de calentar el ambiente antes de su viaje a Beijing; y construir, paralelamente, una nueva justificación para mantener la presión contra Cuba y no irritar a la mafia anticubana de la Florida..
No en balde, en el mismo contexto, la desacreditada Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió un antijurídico informe sobre un antaño accidente de tránsito en el que falleció un financiado activista de Washington en Cuba. Todo con el fin de mantener viva la vieja acusación de violación de derechos humanos contra el gobierno cubano.
Y sin embargo, se mueve
Cuba ha comenzado a revertir la crisis. Es un hecho inobjetable. Y lo hará gracias a la suma de sus propias fuerzas y a los pactos establecidos con sus históricos aliados, en especial con Rusia, con la que avanzan importantes acuerdos en materias como la energética, agrícola, financiera, industrial, turística, cultural, entre otras.
La troyana maniobra de Obama de sembrar en el imaginario popular cubano el agradecimiento a Estados Unidos por la ansiada prosperidad, Biden y Blinken la han hecho añicos.
Nuevamente la Cuba revolucionaria vence a la maldad. Y desde sus propios dolores y alegrías emerge segura y soberana con las miras puestas en la construcción de un socialismo próspero y sustentable, meta que le ha sido esquiva por la genocida guerra económica impuesta por su poderoso vecino. Y eso no se puede olvidar.