La Venezuela de los otros: cómo medios y cine fabrican una narrativa de crisis
“Colapso”, “dictadura”, “crisis humanitaria”. Durante más de dos décadas, la imagen de Venezuela ha sido filtrada al mundo a través de titulares y pantallas de cine que responden menos a un retrato fiel de la realidad que a una narrativa cuidadosamente elaborada. Detrás de esa construcción simbólica se esconde un entramado de intereses vinculados a la política exterior de Estados Unidos.
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La Venezuela de los otros: cómo medios y cine fabrican una narrativa de crisis
Cuando en 2019 Amazon estrenó la segunda temporada de la serie Jack Ryan, Venezuela apareció en las pantallas de millones de hogares como un país en ruinas, gobernado por un dictador corrupto. Para muchos espectadores internacionales, esa serie fue su primer contacto con la realidad venezolana.
Pero lo que parecía simple ficción coincidía de manera sospechosa con la agenda de Washington: mostrar a Caracas como un Estado fallido, incapaz de sostenerse sin intervención externa.
“Colapso”, “dictadura”, “crisis humanitaria sin precedentes”. Durante más de dos décadas, la imagen de Venezuela ha sido filtrada al mundo a través de titulares y pantallas de cine que, según un creciente número de especialistas, responden menos a un retrato fiel de la realidad que a una narrativa cuidadosamente construida. Detrás de esa construcción simbólica se esconde un entramado de intereses políticos y económicos vinculados a la política exterior de Estados Unidos.
Un guion mediático preescrito
El investigador británico Alan MacLeod ha estudiado miles de notas de prensa publicadas por The New York Times, The Washington Post o la BBC sobre Venezuela entre 1998 y 2014. Su conclusión es contundente: “la cobertura presenta de manera sistemática al gobierno como ilegítimo, autoritario y corrupto, mientras amplifica voces opositoras y silencia otras fuentes locales”
Según él, se trata de un ejemplo clásico del modelo de propaganda de Herman y Chomsky: las élites mediáticas reproducen y legitiman la política exterior estadounidense bajo la apariencia de información objetiva.
Algo similar denuncia el economista Mark Weisbrot, co-director del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Para Weisbrot, los grandes medios “han exagerado o tergiversado datos económicos clave, desde la inflación hasta la producción petrolera, a fin de reforzar la imagen de un país en ruinas por su propio modelo político”
Esa simplificación —añade— ha servido para justificar sanciones y bloqueos financieros que, paradójicamente, agravan las condiciones que los mismos medios denuncian.
Cuando se analiza la cobertura periodística occidental sobre Venezuela destacan varias líneas en común. Se priorizan fuentes opositoras, se escogen encuadres con toda intencionalidad de mostrar violencia, desabastecimiento e incapacidad del gobierno para manejar una crisis.
Los medios por lo general omiten por completo en sus relatos factores estructurales como las sanciones y la persecución financiera impuesta por Estados Unidos. Otro de los elementos más relevantes es el uso de etiquetas repetidas como dictador, narco-estado, desastre humanitario para justificar un escenario de supuesto colapso.
El eco de Hollywood
Pero la construcción de imaginarios no ocurre solo en las páginas de la prensa. El cine y las producciones audiovisuales también juegan un papel decisivo. La investigadora Ximena Méndez Mihura ha rastreado cómo en películas de Hollywood y series de televisión se reproducen estereotipos de América Latina: países violentos, escenarios de narcotráfico, gobiernos autoritarios incapaces de garantizar bienestar.
“Cuando un espectador medio escucha ‘Venezuela’, muchas veces ya trae consigo un archivo visual tejido por Hollywood: calles en caos, militares corruptos, selvas peligrosas”, señala Méndez Mihura.
Estos clichés, advierte, funcionan como un “telón de fondo cultural” que normaliza las narrativas mediáticas hostiles. Si la prensa habla de crisis y dictadura, el cine ya preparó al público para imaginarlo sin mayor resistencia.
El caso venezolano es paradigmático dentro de esta guerra cultural. Mientras la administración de Donald Trump intensificaba castigos económicos y presiones diplomáticas contra Caracas, la cultura audiovisual norteamericana ofrecía un relato paralelo que validaba la idea de que el país sudamericano necesitaba ayuda externa.
La serie Jack Ryan (Amazon Prime, 2019) sitúa su segunda temporada en una Venezuela ficticia gobernada por un dictador corrupto, rodeado de militares sanguinarios y mafias del narcotráfico. En la ficción, el país aparece como un Estado fallido donde el caos social solo puede ser contenido gracias a la intervención de un agente estadounidense.
La narrativa es clara: el pueblo venezolano está condenado a la miseria hasta que Washington “salve” la situación. No fue para nada casual que el dictador que gobierna Venezuela se llama Nicolás y su oponente política es una mujer.
Pero no se trata de un caso aislado. Películas, noticieros y documentales producidos en Estados Unidos repiten con insistencia imágenes de desabastecimiento, largas colas, migración masiva y violencia callejera. Sin contexto, estas piezas construyen un imaginario colectivo en el que Venezuela se resume en una sola fórmula: crisis perpetua.
Existen otros ejemplos cinematográficos recientes que si bien no sitúan la historia principal en Venezuela hacen alusión al país como ruta de narcotráfico y enemigo hostil de Estados Unidos. ¿Casualidad?
Lo que muchos espectadores desconocen es que gran parte de las superproducciones que glorifican la política exterior de Estados Unidos no habrían sido posibles sin la intervención directa del Estado. Desde hace décadas, existe una colaboración oficial —aunque poco difundida— entre Hollywood, el Departamento de Defensa y la CIA.
En Operation Hollywood (2005), el periodista David L. Robb reveló que el Pentágono mantiene una oficina dedicada a revisar guiones. Su función: garantizar que las fuerzas armadas aparezcan siempre bajo una luz positiva. A cambio, los productores reciben acceso a material carísimo: aviones de combate, barcos de guerra, helicópteros y bases militares. El trato es simple: si quieres usar los juguetes más caros del mundo, debes contar la historia que el Pentágono aprueba.
Narrativas de crisis y objetivos políticos
¿Por qué esta insistencia en mostrar a Venezuela bajo un solo prisma? La respuesta, según los especialistas, está en los objetivos estratégicos.
Al presentar la crisis como producto exclusivo de la supuesta “ineptitud gubernamental”, se omite el impacto de las medidas de coerción económicas impuestas unilateralmente por Estados Unidos y su injerencia constante en los asuntos internos del país.
“La narrativa mediática construye la idea de ilegitimidad del gobierno y, por tanto, abre la puerta a reconocer liderazgos alternativos”, apunta el investigador MacLeod al analizar la cobertura del reconocimiento de Juan Guaidó en 2019. Aunque el formato de un presidente autonombrado no le funcionó a la Casa Blanca, volvieron a retomar el mismo modus operandi con Edmundo González en 2024 al reconocerlo como presidente, aunque perdió las elecciones.
Para el economista Mark Weisbrot , el discurso de “Venezuela fallida” también cumple una función geopolítica: facilitar el acceso a los vastos recursos petroleros y estratégicos del país.
No obstante, existen intentos de disputar esa hegemonía narrativa. El documental The Revolution Will Not Be Televised (2003), dirigido por Kim Bartley y Donnacha Ó Briain, mostró cómo cadenas privadas venezolanas jugaron un rol activo durante el golpe de Estado de 2002.
Años después, Oliver Stone lanzó South of the Border (2009), una mirada crítica a la política de Washington hacia Sudamérica. Estas producciones fueron recibidas con escepticismo en circuitos tradicionales, pero se convirtieron en piezas de referencia para entender que el relato sobre Venezuela no es único ni neutral.
Escalada en el Caribe: el frente militar de la narrativa
En paralelo a la guerra mediática y cultural, las tensiones se han disparado recientemente con el despliegue de buques estadounidenses en aguas cercanas a Venezuela. En septiembre de 2025, el presidente Donald Trump ordenó una operación naval contra supuestas embarcaciones narcotraficantes procedentes de Venezuela.
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Trump ordenó despliegue de buques militares en el Caribe en septiembre del actual año
Washington justificó la medida en el marco de su “guerra contra el narcotráfico”. Sin embargo, analistas internacionales señalan que la acción responde a objetivos más amplios: El más visible consiste en vincular a Venezuela con el narcotráfico como marco discursivo para legitimar una intervención directa.
Venezuela denuncia violación de soberanía ante organismos globales https://t.co/AM5VhngaOV#Venezuela #Soberania #Violacion pic.twitter.com/KipmMP2dTX
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“Estas operaciones navales envían un mensaje no solo a Caracas, sino también a potencias como Rusia, China e Irán, que han incrementado su presencia en Venezuela”, sostiene el investigador Michael Shifter.
Por otro lado y no menos importante el Caribe es corredor estratégico para las rutas del crudo y el gas venezolano. Asegurar la zona permite a Estados Unidos condicionar exportaciones y dificultar alianzas energéticas alternativas de Venezuela.
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Según la analista venezolana Elsa Cardozo, el nuevo escenario de tensiones entre Caracas y Washington le funciona a Trump ya que “intenta capitalizar políticamente la imagen de un presidente fuerte que combate enemigos externos, reforzando así su narrativa electoral de orden y seguridad”.
Llama la atención que el mandatario estadounidense anunció en menos de dos semanas, a través de videos, el ataque contra tres embarcaciones en el Caribe de supuestos narcotraficantes con un saldo de 14 personas asesinadas. Sin embargo Washington no ha presentado nombres, pruebas, ni drogas incautadas. Desde el propio senado de Estados Unidos han cuestionado no solo la veracidad de los hechos sino la legalidad de los mismos.
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De este modo, el frente militar en el Caribe se integra a la misma lógica que domina la narrativa mediática y cinematográfica: mostrar a Venezuela como amenaza global y no como un Estado soberano. La diferencia es que aquí no se trata de titulares o películas, sino de barcos de guerra en una región declarada por la CELAC como zona de paz.
ALBA-TCP condena agresión de buque de EE.UU contra pesquero venezolano https://t.co/CdnHURQ0rC#AlbaTCP #Venezuela #EstadosUnidos #AgresiónMarítima #Caribe pic.twitter.com/2ujbTUl51t
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) September 15, 2025
En última instancia, lo que se disputa en torno a Venezuela no es solo la representación de un país, sino el derecho a decidir su propio destino. La manipulación mediática y cinematográfica busca crear consensos internacionales que justifican sanciones, bloqueos y despliegues militares.
Frente a ello, el gobierno de Nicolás Maduro insiste en que su estrategia no es de confrontación sino de defensa de la soberanía nacional, convencido de que la batalla por la imagen es tan decisiva como la militar o la económica. El desafío, entonces, no es solo desmontar un relato manipulado, sino resistir la imposición de un orden dictado desde afuera.
Referencias bibliográficas
MacLeod, A. (2018). Bad News From Venezuela: Twenty Years of Fake News and Misreporting. Routledge. https://www.routledge.com/Bad-News-From-Venezuela/MacLeod/p/book/9780367198326
Weisbrot, M. (2019). Economic Sanctions as Collective Punishment: The Case of Venezuela. Center for Economic and Policy Research (CEPR). https://cepr.net/report/economic-sanctions-as-collective-punishment-the-case-of-venezuela/
Méndez Mihura, X. (2020). Hollywood y América Latina: estereotipos persistentes. Global Voices. https://globalvoices.org/es/ (Artículo disponible en la base de artículos sobre cultura y cine en América Latina).
Corrales, J. (2022). Autocracy Rising: How Venezuela’s Authoritarian Leader Survived an International Collapse. Brookings Institution Press. https://www.brookings.edu/books/autocracy-rising/
Bartley, K., & Ó Briain, D. (Directores). (2003). The Revolution Will Not Be Televised [Documental]. Irlanda. https://www.imdb.com/title/tt0363510/
Stone, O. (Director). (2009). South of the Border [Documental]. Estados Unidos. https://www.imdb.com/title/tt1337137/
Puyosa, I., & Azpúrua, A. (2021). Desinformación y control digital en Venezuela. InternetLab. https://internetlab.org.br
Shifter, M. (2025). Análisis sobre geopolítica regional en América Latina. Diálogo Interamericano. https://www.thedialogue.org/
Cardozo, E. (2025). Comentarios académicos sobre política exterior y seguridad hemisférica. Universidad Central de Venezuela. (Referencia sin link directo, basada en ponencias y foros académicos).